Hasta las Manos
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La Mano de Néstor
Cuando alguien deposita una mano sobre alguna parte del cuerpo de otra persona
La Mano de Néstor

Que alguien deposite una mano sobre alguna parte del cuerpo de otra persona, tiene varias interpretaciones. Ahora, si quien lo hace es el presidente de un país y el receptor del gesto es otro primer mandatario, la imaginación se dispara hacia muchas conclusiones. Ni hablar si el palmeado es George W. Bush (hijo) Jefe de Estado de la primera potencia mundial, los Estados Unidos de Norteamérica. Ese gesto cargado de simbolismo, es el que practicó el entonces flamante presidente argentino Néstor Carlos Kirchner, al colocar su mano izquierda sobre la pierna derecha del nórdico Primer Ciudadano, en el encuentro que ambos tuvieron en la Casa Blanca el 23 de julio de 2003. Pero esta suerte de ritual del palmoteo argentino – estadounidense en el más alto nivel, no era la primera vez que ocurría en la principal sede del poder occidental.

El ex presidente argentino Fernando de La Rúa, el 11 de noviembre de 2001 sintió reposar brevemente sobre su pierna izquierda, la diestra del segundo de la dinastía Bush en habitar la Casa Blanca. Las cámaras inmortalizaron el momento, contrastando ambos rostros. Un Bush distendido, canchero, cómodo en su papel de dueño de casa, frente a un De La Rúa aparentemente contracturado y con cierto empaque. El rostro del sudamericano en la foto no lucía contento; quizá los fantasmas de la catástrofe económico – financiera que estalló violentamente en diciembre de ese año, y que llevó a la Argentina al borde de la disolución social, ya estarían acosando al ocupante del sillón de Rivadavia. Cabe acotar que en los códigos de gestos, escritos sólo en los protocolos de la diplomacia y en algunas recetas de las revistas femeninas de épocas pretéritas que adiestran a sus lectoras en el rol de buenas anfitrionas, no se recomendaban libertades tales como toquetear alguna parte de la anatomía del interlocutor. Pero en la diplomacia posguerra fría y en línea con ese estilo descontracturado dominante, algunos estadistas se permiten ciertas libertades, que hasta son bien vistas por los asesores de imagen.

Algo de eso se desprende del gesto de Néstor Kirchner con el hombre de la Casa Blanca.

Acompañado por el canciller Rafael Bielsa y el ministro de Economía, el presidente argentino ratificó en esa visita la postura peronista histórica de Argentina en materia internacional y sobre todo y desde una posición de debilidad relativa, cómo abordar el endeudamiento salvaje que padecía nuestro país a consecuencia de muchos años de endeudamiento con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y los acreedores privados.

Pero el argentino convencido de la importancia de la política en el manejo de esas cuestiones, no se achicó y supo marcar la cancha y siempre en el juego simbólico, cuando poco después el norteamericano le comentó que Lula Da Silva le caía bien a pesar de ser de izquierda y franquearse diciéndole “yo soy de derecha”, Néstor Kirchner habría respondido: ”No se preocupe. Yo soy peronista y me puedo entender con los dos.”

Acto seguido, la palmadita histórica de la mano izquierda del santacruceño sobre la pierna derecha del yanky, registrada por el fotógrafo oficial de la Casa Rosada, Víctor Bugge. Se dice que George W. Bush ante semejante respuesta, le habría comentado: “entonces Usted es de centro.” Es ingenuo o de mal informado, considerar al peronismo una propuesta de “centro”, desconociendo la complejidad de ese movimiento que en su seno contiene una diversidad de intereses, a veces contrapuestos pero que resumen en sus contradicciones, la realidad de la sociedad argentina. De ahí su carácter amplio, nacional y popular.

Más allá de las modas diplomáticas, la subjetividad criolla le imprimió a ese gesto kirchnerista una carga extra que tiene que ver con la valoración de ciertos gestos.

La palmada para muchos argentinos, representa un avance del que practica el gesto sobre quien lo recibe y en el mejor de los casos, un intercambio fraterno. La intención puede variar del afecto y la intención protectora implícita, al paternalismo subestimador de quien en nuestro hablar cotidiano “ningunea” a otro.

En ese escenario ajeno y en un lejano año 2003, el presidente Kirchner fijó su postura y más allá de los discursos, su compromiso práctico fructificó en la batería de medidas internas para recuperar la justa distribución del ingreso y en lo internacional, además de muchas medidas impulsadas con gobiernos amigos, el rechazo al Proyecto ALCA. Un pacto que haría de Latinoamérica, un coto de caza para el capital y la política norteamericana. El multitudinario acto de Mar Del Plata en 2005, coronando el repudio al ALCA, fue para muchos argentinos la otra mano de Néstor sobre la rodilla de George W. Bush.

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