La milenaria costumbre de graficar el cuerpo siempre estuvo definida por la cultura de la época de cada país donde fue adoptado y su significado fue tan variable que se llegó a usar tanto como signo de nobleza como de marginalidad.
Cuando mencionamos sus distintos usos, podemos referirnos por ejemplo al sentido religioso que le daban los egipcios al tatuarse las sacerdotisas en el bajo vientre como también lo hicieron los asirios y fenicios que lo hacían en la frente evocando la divinidad, costumbre que aun en el siglo XX se practicaba en algunas zonas de Italia.
En América los pueblos originarios también le dieron diferentes significados, para los del hemisferio norte representaba el paso de la pubertad a la adultez y para los de América Central conmemoraba los caídos en batalla y también un tributo a sus dioses. En el hemisferio sur los tatuajes no tenían la característica de ser permanentes, eran productos en base a pigmentos extraídos de flores y grasas vegetales y de animales y lo usaban para distintas ceremonias como el tiempo de iniciación en donde los cuerpos de los jóvenes eran pintados, como así también casamientos y durante el duelo después de un fallecimiento
En Japón fue adoptado por sectores poderosos, llegando a usarlo el Emperador como ornamento corporal, aunque también se usó para marcar de por vida a delincuentes tatuándoles alrededor de los brazos con un par de líneas gruesas. Esta práctica tuvo como reacción de los condenados la de contrarrestar la medida con más tatuajes Esta práctica que con el tiempo llegó a ser distintiva de la mafia japonesa conocida como los Yakuzza
En el año 1769 al regreso de una expedición inglesa comandada por el capitán James Cook traía como curiosidad una cierta cantidad de aborígenes de Tahiti cuyos cuerpos estaban cubiertos de lo que en ese momento se conoció como Tattu , palabra de origen polinesio, y los exhibieron como atracción. Para los aborígenes era una práctica que confería jerarquía y respeto en la comunidad.
Esto no tardó en popularizarse dando origen a los Tatuu Parlors que eran salones destinados a tatuar. El ingreso de esta moda se extendió por toda Europa y al igual que en los casos que hemos relatado anteriormente, tomo iguales características, desde un símbolo de distinción social entre los nobles, como elemento identificatorio entre los primeros cristianos, como símbolo de elegancia entre la aristocracia, como talismán protector y también como señalamiento de la esclavitud o marcar prisioneros en los campos de concentración.
Hoy en día ya no es posible relacionar los tatuajes en función a un origen social, a una determinada característica de clase, o a la formación religiosa. Deportistas, músicos, actores y actrices, exhiben en sus cuerpos motivos que no se relacionan necesariamente con su actividad y el uso generalizado de diferentes generaciones, sobre todo la juventud, no tiene otro motivo que la que impone la moda y su elección responde a sensaciones y pensamientos individuales aunque, esto por cierto, es también una forma de comunicación que representa una época.