El fin de la Segunda Guerra Mundial encontró a la Argentina en una situación política complicada. La decisión de mantener la neutralidad en el conflicto, le había costado al gobierno surgido del pronunciamiento militar de 1943 un alto costo internacional y también local, debido a que la oposición política nativa era decididamente favorable a los aliados. Pero el nudo del conflicto entre opositores y gobierno tenía un nombre: el Coronel Juan Perón. Éste en poco más de dos años se convirtió en el hombre clave del gobierno, concentrando en su persona los cargos de Vicepresidente de la Nación, Ministro de Guerra y Secretario de Trabajo y Previsión.
Más allá de la acumulación de cargos, lo que realmente molesta y preocupa a los sectores del poder económico es la legislación laboral generada por esa repartición, que va poniendo orden en el mundo del trabajo y dotando a los asalariados de derechos elementales como aguinaldo, vacaciones, Estatuto del Peón de Campo, jubilaciones, salario básico y más de un centenar de convenios laborales, entre las medidas más conocidas y que en algunos casos, sólo gozaban una minoría de gremios. El levantamiento del estado de sitio y el fin de la veda política, sacó a luz la construcción de un amplio frente opositor que abarca desde comunistas a conservadores, estudiantes, empresarios, terratenientes y mucha clase media, con escasa participación de sectores obreros. La desembozada intromisión del embajador estadounidense Spruille Braden a favor del frente antiperonista, agrega una cuota más de tensión a una realidad ya caldeada.
La principal demanda de la oposición era la renuncia del gobierno militar y la entrega del poder a la Corte Suprema de Justicia. En ese clima de agitación opositora, se convoca a una movilización callejera denominada Marcha de la Constitución y la Libertad. La manifestación partió del Congreso de la Nación a Plaza Francia por la avenida Callao. La estimación de concurrentes varía mucho: de 60.000 a 200.000 personas, según la fuente. Enarbolan cartelones con retratos de los próceres liberales más notorios: Rivadavia, Mitre, Sarmiento, Sáenz Peña, entre otros. La heterogénea concurrencia refleja la conformación política y social de lo que meses más tarde se presentará como Unión Democrática, integrada por los partidos Unión Cívica Radical, Demócrata Progresista, Socialista y Comunista; y cuyo eje de campaña será “Por la libertad – Contra el nazismo.” Uno de los cánticos entonados con más frecuencia en la marcha, fue el siguiente:
“Perón y Farrell, Perón y Farrell /
Ya no pueden gobernar /
Por qué no tienen, por qué les falta /
El apoyo popular.”Con la conocida melodía mexicana de “La Cucaracha.”
La concentración se desarrolló sin mayores incidentes y concluyó en un gigantesco picnic en la
Plaza Francia. Este escenario alentó a sectores militares antiperonistas que días después obligaron al presidente Farrell a pedirle a Perón la renuncia a todos sus cargos. El desplazado coronel el 10 de octubre se despide por la cadena nacional de radio anunciando los últimos decretos que deja firmados, con una serie de beneficios para los trabajadores. Perón es sacado de su jurisdicción natural (Ejército) y remitido a la isla Martin Garcia. La inquietud gana a los asalariados y a los sindicatos; sobre todo cuando los empresarios comienzan a desconocer las flamantes conquistas obreras.
El 16 de octubre la conducción de la Confederación General del Trabajo (CGT) se reúne para evaluar la situación y luego de una votación reñida decide una huelga general para el día 18 en defensa de las conquistas obtenidas. Pero en la noche del 16 comienza una movilización espontánea en las principales barriadas obreras.
En la madrugada del 17 son muchos los establecimientos en que los trabajadores deciden no entrar y marchan al Centro porteño a exigir la libertad de Peròn. La policía tiene actitudes contradictorias, pero en general es complaciente con los manifestantes.
«La cana es peronista
la – la/la – la/la -la»
Saludan las columnas que por la avenida Montes de Oca avanzan desde el sur de la provincia ante la pasividad policial.
«Sin galera y sin bastón
los muchachos de Peròn»
se identifican otros cantando alegremente y con firmeza. Pero hay otro cántico, rápidamente difundido por ese misterioso hilo invisible que se establece entre las multitudes en los grandes acontecimientos. Es la melodía y la letra alterada de una canción de moda y que pasa a la Historia con estos versos:
«yo te daré
te daré Patria hermosa
te daré una cosa
una cosa que empieza con P: Peròn»
Y ese grito final era rotundo, indiscutible. «Sonaba como un cañonazo», recuerda un testigo. Al promediar el día la Plaza de Mayo ya está llena. Pero sigue llegando gente a pie, en camiones, en los techos de los tranvías, el río humano es incontenible y pacífico. En una jornada plagada de rumores y cabildeos militares, la gente no se mueve de la Plaza. Aguarda con paciencia y firmeza. Cada tanto, suena como una letanía que estimula la espera, un cántico acompasado y cada vez más enérgico:
“Queremos a Perón… queremos a Perón.”
El multitudinario reclamo y la presencia inconmovible de los manifestantes, comienza a dar vuelta la situación. Rendido a la evidencia, el poder militar trae a Perón desde el Hospital Militar donde él gracias a una treta, había conseguido su traslado. Al filo de la medianoche y desde el legendario balcón de la Casa Rosada, habla a una plaza desbordante de gente y entusiasmo. Dando vuelta una página de la historia, Perón se convertía así en el protagonista central de las tres décadas siguientes, en el marco de una relación de amor y lealtad recíprocos, con un vasto sector del pueblo argentino.
Los cánticos anónimos de aquellos días quedaron registrados en la memoria colectiva, sobrevivieron a todos los fragores de las luchas políticas, porque como señaló Atahualpa Yupanqui con referencia a la copla que representa algo profundo, “Esa se queda prendida / Como abrojo en la memoria.”
Cánticos
Perón, Perón, Perón que jode a la Nación
con la Secretaría de Trabajo y Previsión
“¿A quién jodemos hoy?”, pregunta el coronel
“Jodemos a la Nación”, contesta el general,
juntamos pa’ Mendoza, juntamos pa’ San Juan,
juntamos los millones, nadie sabe adónde van.”Cantado por los sectores opositores, después la Unión Democrática, con motivo de las colectas realizadas por el terremoto de San Juan – 1944
Perón y Farrell, Perón y Farrell,
ya no pueden gobernar,
porque no tienen
porque les falta
el apoyo popularMarcha de la Constitución y la Libertad. Participaron desde comunistas a conservadores, estudiantes de la FUA, industriales, terratenientes y clase media – 19 de septiembre de 1945
Libertad!, libertad!
A la lata, al latero,
El padre de Perón era solteroEsta consigna pertenece al día que se realizó al Marcha de la Libertad por parte de la oposición a Juan Perón – 19 de septiembre de 1945
Maricones a otra parte,
Viva el macho de Eva DuarteLos manifestantes del – 17 de octubre de 1945
¡Ya se fue! ¡Libertad!
En la Plaza San Martín, Frente al Círculo Militar, se reúnen jóvenes estudiantes y la llamada «señoras bien» ante la renuncia de Perón – 17 de octubre de 1945
Yo te daré,
te daré Patria hermosa,
te daré una cosa,
una cosa que empieza con p… Perón
Perón no es comunista,
Perón no es dictador,
Perón es hijo del pueblo
y el pueblo está con Perón
Sin galera y sin bastón,
los muchachos de Perón
¡La Patria sin Perón
es un barco sin timón!Los manifestantes del 17 de octubre de 1945.
¡Aquí están, estos son,
los obreros de Perón!.Los manifestantes del 17 de octubre de 1945.
Escuchado en la columna que partió de Berisso luego cantado por los manifestantes.
Queremos a Perón,
queremos a PerónDurante toda la jornada, reclamando la presencia del coronel Perón – 17 octubre de 1945
Vea, vea vea,
que cosa más bonita,
salimos a la calle
los muchachos peronistasNacida el 17 de Octubre de 1945 y vuelta a cantar en los 70 y 80 hoy sigue vigente.
¡Aquí están, estos son,
los muchachos de Perón!De la primera época justicialista, reiterado en los ‘70 por la Tendencia, muchachos podía reemplazarse por soldados o fusiles – 17 octubre de 1945
La madre quiere a su hijo,
el gaucho quiere al facón,
el oligarca a la guita,
el pueblo quiere a PerónSalite de la esquina oligarca loco,
el pueblo no te quiere,
Perón tampocoCantado por los partidarios peronistas durante la campaña de 1945 y 1946