El Pombero es el más popular de los duendes guaraníes. Se lo describe como un hombre alto, delgado y velludo, que luce un enorme sombrero de paja. Recorre los bosques a la siesta con una caña en la mano para cuidar a los pájaros, de los que es protector. Si encuentra en su recorrido chicos puestos en la tarea de cazarlos, carga con ellos, y es por eso que los guríes procuran no alejarse demasiado de los ranchos durante este tiempo del reposo. Sin embargo, parece ser más nocturno que diurno, y también sorprende a los niños que se sumergen en la oscuridad en persecución de los cocuyos. No hace ruido al caminar, razón por la cual en algunos sitios de Corrientes recibe el nombre de Py- ragué, o sea, pies con plumas o pies velludos.
Otras veces se presenta como Kuarahy- Yara o Dueño del Sol, y su color es entonces rojo. También se da este nombre al brasita de fuego, pequeño pájaro de un intenso color rojo, por lo que puede ser este el núcleo original del mito, y no una simple asociación. Según Coluccio, el Kuarahy- Yara y el Pombero serian dos seres distintos y no dos modalidades de un mismo ser.
El Pombero pía, silba, remeda el canto de las aves. Puede también metamorfosearse en indio, tronco o camalote, nos dice Fariña Núñez. Y hasta tornarse invisible para entrar por el ojo de una cerradura. Le gustan los huevos frescos y la miel del monte. Masca tabaco negro y suele dormir en los hornos. No faltan los que celebran con él un pacto heroico, beneficiándose con su ayuda. Pero aunque le diviertan las transmutaciones, su representación esencial es antropomórfica.
Se habla de un Pombero que sólo aparece una vez al año, llamado el “Dueño de Octubre”. Viene el primera de dicho mes con su típico sombrero de paja , munido con un rebenque con el que azota a todo aquel que no coma en su honor hasta atragantarse.
En el Chaco se cree que el Pombero es un compañero invisible con el que se puede hacer tratos de camaradería. Acompañará entonces al amigo en los buenos y malos momentos, ayudándolo a sortear los peligros.
Si se habla de él por las noches, es preciso hacerlo en voz baja para no ofenderlo. Conviene dejarle cerca del rancho un poco de tabaco para que masque.
El área de difusión de esta leyenda comprende el Paraguay, Sur de Brasil, y las provincias argentinas de Corrientes, Misiones y Chaco.
Adolfo Colombres – Seres Sobrenaturales de la Cultura Popular Argentina – Ediciones del Sol – 1984 – Ilustraciones de Ricardo Deambrosi