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Doña Petrona
“No sabía cocinar ni huevos fritos…”, habría afirmado Doña Petrona, refiriéndose a su falta de conocimiento de las tareas culinarias
Doña Petrona

Transcurrían las primeras décadas del siglo XX y el tendido de redes de gas natural en la Ciudad de Buenos Aires, había dejado de ser una novedad. Desde 1854 la Compañía Primitiva de Gas generaba el fluído. Al principio desde su planta ubicada en Retiro alimentada con hulla, sirvió al alumbrado público y luego comenzó a captar también a particulares y Buenos Aires se fue poblando de tanques ciclópeos en distintos puntos de la ciudad, conocidos como gasómetros, que almacenaban reservas de gas. A tal punto esos “monstruos” fueron populares, que el estadio antiguo del Club San Lorenzo de Almagro fue bautizado como “El Gasómetro”, por la cercanía con uno de esos artefactos.

Pero de a poco la electricidad demostró sus ventajas sobre el gas, en el caso de la iluminación. Así fue que la empresa se abocó a extender sus redes exclusivamente para ser fuente de energía calórica, captando usuarios domiciliarios. En 1930 se apagó el último farol de gas en el alumbrado público porteño.

Pero era necesaria una campaña masiva de divulgación sobre la utilidad del fluído domiciliario.

Con ese fin, en 1928 la Compañía Primitiva de Gas convocó mujeres que desde los salones de la empresa y en visitas domiciliarias, debían informar a las amas de casa sobre las bondades del gas natural en reemplazo de otras fuentes de energía. Entre esas promotoras se encontraba Petrona Carrizo de Gandulfo; Doña Petrona.

Doña Petrona en su Juventud

La futura Reina de la Cocina, nació en Santiago del Estero en 1897 en un hogar de siete hermanos; siendo ella la penúltima. No tenía mucha experiencia en gastronomía, ya que en su casa familiar que atendía pensionistas, esa tarea corría por cuenta de una empleada.

“No sabía cocinar ni huevos fritos…”, habría afirmado alguna vez Doña Petrona, refiriéndose a su falta de conocimiento de las tareas culinarias.

Se casó con Atilio Gandulfo, administrador de una estancia en su Santiago natal. El matrimonio se instaló en Buenos Aires y Gandulfo comenzó a trabajar en Correos y Telecomunicaciones; como se llamaba entonces la empresa postal del Estado Nacional.

Pero como el sueldo del hombre era insuficiente, Petrona salió a trabajar y así fue como se encontró con su destino, porque el ingreso a la empresa gasífera le abrió las puertas a su profesión definitiva, el de ecónoma, como le gustaba a ella definirse. Ecónoma o ecónomo es algo así como alguien idóneo en administración o economía, en éste caso, doméstica.

La estrategia de ventas de la empresa era demostrar a los potenciales clientes, las ventajas que ofrecía el gas natural sobre otras fuentes tradicionales como el kerosén, el carbón o la leña. Los memoriosos recordarán los calentadores alimentados a kerosén como “Primus” y Bram Metal”, las cocinas a kerosén de las que “Aurora” fue una marca emblemática, los braseros de carbón, las asombrosas “cacerolas – horno” (se trataba de una olla con una chimenea en el centro y tapa con ventilación), que puesta sobre cualquier fuego cocinaba como un horno verdadero; y las antiguas cocinas “económicas” que generaban fuego quemando cualquier cosa combustible. Comparando fuentes de energía en las ciudades, el gas natural fue revolucionario. Como se trataba de convencer a las amas de casa, que en esos años en los sectores medios en general administraban el hogar, la propaganda se dirigía con preferencia a ellas. “Si desea el bienestar, instale gas en su hogar” decía una publicidad gráfica de la época. Petrona en ese trabajo de difusora del servicio que hacía eje en las comidas que podían elaborarse con gas natural, sumado a la higiene y seguridad que brindaba el servicio, fue descubriendo su talento para la cocina.

Doña Petrona en Canal 7

En esa tarea comenzó a formarse con un profesional de la gastronomía, italiano el hombre, miembro de la Academia Bordon Bleu. Petrona fue designada Jefa de las Ecónomas en la empresa de gas.

Su popularidad fue creciendo y comenzó a escribir notas en la revista El Hogar. En 1934 accedió a un programa en Radio Mitre y luego a las emisoras Excélsior, Rivadavia, Argentina y El Mundo. Pero sin duda el gran salto mediático para Petrona, fue su acceso a la flamante televisión. En 1952 participa en el canal estatal (LS 82 Canal 7), del programa “Jueves Hogareños del Canal 7”. Más adelante con la aparición de nuevas televisoras, Doña Petrona participa del exitoso programa de la tarde de Canal 13, “Buenas Tardes, Mucho gusto”. Estuvo en pantalla veinte años, los lunes, miércoles y viernes, después del almuerzo. El tono sencillo, coloquial, completaba la atracción de terminar la elaboración de la receta en “vivo”, siempre auxiliada por su fiel colaboradora Juanita Bordoy.

Por entonces, su recopilación de recetas editadas como “El libro de Doña Petrona”, se convierte en un clásico de librería con reediciones incesantes y además, infaltable en la lista de regalos de los recién casados. Pero en tiempos de inflación o como se denominaba en las décadas de 1950 y 1960, “carestía de la vida”, la ecónoma lanza su obra “Las recetas económicas de Doña Petrona”, alcanzando rápidamente catorce ediciones. Como lo indica el título, el libro sugiere una serie de recetas baratas para los tiempos que corrían, ya que algunas fórmulas clásicas de Doña Petrona, demandaban insumos que no siempre estaban al alcance de todas sus seguidoras.

Se cuenta que en los años ‘70 en el pico de su fama, doña Petrona tenía un registro de más de 600 mil amas de casa, cosechado de la nutrida correspondencia que recibía a diario.

Con el paso de los años y la toma de conciencia de la población acerca de la necesidad de una dieta alimenticia equilibrada, Petrona escribe con el Doctor Cormillot, su libro “Coma bien y adelgace” y también otro trabajo: “El placer de comer y adelgazar”.

En su casa de la zona norte del conurbano y siempre acompañada por Juanita Bordoy, Petrona ensayaba nuevas recetas que luego compartía con su fiel público. También en ese refugio íntimo y según sus dichos, se permitía “dos dedos de whisky” diarios y algunos ajíes picantes que ella misma plantaba y cosechaba para consumo interno.

Pero el 6 de febrero de 1992 a los 95 años, Doña Petrona se fue para siempre. Su obra máxima, “El Libro de Doña Petrona” pasó los tres millones de ejemplares vendidos, estando “cabeza a cabeza” con La Biblia gaucha, el Martín Fierro; sólo superado en ventas por La Biblia universal de la fe cristiana. Su libro alcanzó en lo que va del siglo XXI las ciento tres ediciones.

Nadie puede decir que Doña Petrona pasó desapercibida por la memoria doméstica de los argentinos.

Las 12 – 27-12-19
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