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Bernardo Razquín
Entre gallos, terremotos y hormigas. Es una rara mezclar de científico y adivino
Bernardo Razquín

Entre Gallos, Terremotos y Hormigas
Es una rara mezclar de científico y adivino. Sus métodos no convencen, pero sus pronósticos…

El hombre nació un 9 de febrero de 1906 en San José, Guaymallen, donde hoy se levanta la terminal de micros de Mendoza. Vino al mundo con el número once en la espalda ya que lo precedían diez hermanos; después vinieron cuatro más. El número, sin embargo, no le marco un destino de puntero izquierdo. Otra iba a ser su meta aunque fantásticamente puede decirse que se cansó de hacer “goles”.

¿Quién, en nuestros días, no conoce acaso a don Bernardo Razquin? ¿Quién alguna vez no oyó hablar a sus certeras prognosis meteorológicas? Pero, cuente, don Bernardo- le propuso Tiempo.

¿Cómo empezó todo esto, como es que se le dio por predecir los fenómenos meteorológicos?
-Bueno, hace muchos años ya. Tal vez debe haber sido por mi madre. Ella amasaba. Preparaba masa para toda la semana y, entonces, siempre andaba preocupada por el tiempo; si llovería, si estaría húmedo…creo que al verla me fue apasionado: poder saber qué tiempo tendríamos al día siguiente.

-¿Y usted como empezó a dar en la tecla, como se dio cuenta de que le había pescado la vuelta al tiempo?
-Escuchando lo que decía mi madre. El terremoto de Mendoza yo lo predije sobre la base de que los gallos estaban cantando fuera de hora. Ese tipo de estudio me lo enseñó ella. Después, cuando ya era mayor, supe que los chinos, miles de años antes, analizaban el comportamiento de las aves para sacar sus conclusiones sobre el tiempo, y eso era también lo que hacía mi madre. Otra vez las cosas que a mí me impactó mucho fue cuando paso el cometa Haley ¡ah…! ¡qué sensación fue aquella!

-¿Qué edad tenia usted entonces?
– Yo tenía cuatro años. Aquella visión me conmocionó, me impactó profundamente…

-Seguramente ahí debe estar otro de los “culpables” de que usted terminara especializándose en estos temas.
– Yo creo que sí. Mire, seguramente soy lo que soy gracias a las enseñanzas que me dejó mi madre y la fuerte emoción que me provoco el Haley…

– ¿Mira mucho el cielo?
-El Papa Juan XXIII decía que todos debemos mirar un poco más el cielo, la Cruz del Sur, para ser más buenos. Y cuando yo me levanto, a las cuatro, las cuatro y media de la mañana, subo a la terraza y siempre miro la Cruz del Sur por un rato bien largo.

-Algunos, sobre todo los meteorólogos, han dejado deslizar ciertas perspicacias sobre los métodos que usted utiliza para hacer sus predicciones….
-Y se han enojado, me han criticado…

-En realidad, ellos también se equivocan bastante ¿no es cierto?
-Bueno, ¿sabe lo que decía Sarmiento?, que los títulos no acortan las orejas. Por eso. Muchos cráneos terráqueos, hablando en criollo, meten la pata…

-¿Usted es un autodidacto?
-Si soy autodidacto.

-¿Qué hay de cierto sobre las hormigas? No han dicho que se vale también de ellas…
-Bueno, yo observo mucho el comportamiento de las hormigas; cuando abren el hormiguero, es mala señal, seguro que va a venir lluvia. Mi señora, ahora, cuando sale a barrer la vereda y ve movimientos raros en los hormigueros, me pasa el dato.

-De cualquier modo imagino que no solo de esa manera saca sus conclusiones.
– No, no, claro. También utilizo mis elementos de montañés. Yo puedo saber cuándo va a bajar un frente frio: se forma un hongo arriba del Aconcagua, una acumulación de nubes; y eso nunca falla. Lo que ve ahí- dice señalando un elemento que nuestra ignorancia describiría como una burbuja grotesca-, es una aguja magnética. Eso también me ayuda.

-¿Recuerda sus anticipos más famosos?
-Bueno, en un folleto que tengo figuran dos o tres anticipos importantes. Creo que uno es el del terremoto de Villa Atuel, que ocurrió en mayo del año 29.

-Lo vimos. Dice que loa advirtió con solo mirar la Luna.
-Sí, sí, observo mucho la Luna.

-¿Qué cosas son las que le indican, mirando la Luna, que puede haber un terremoto?
-Para mí es muy importante el cuarto menguante, el cuarto creciente y la Luna llena. Ojo que el 20 de marzo de 1861 murieron 10.000 personas en Mendoza por un terremoto. Y ese día había Luna llena.

-¿Usted cree entonces que siempre que hay Luna llena existe peligro de terremoto?
-Bueno, yo no lo digo siempre, pero digo que hay que andar con cuatro ojos, bien alerta.

-¿Y cómo ve el panorama ahora? ¿Podemos estar tranquilos?
-Por ahora lo único que sé es que ha habido varios temblores en Chile. Pero le puedo contar una cosa: en México hay un volcán llamado Chicón que, según estudios realizados de sus cenizas, pido saberse que contiene mucho vidrio. Ese vidrio neutraliza la fotosíntesis del Sol. Y esta profetizado que dentro de varios años la acción de ese volcán puede echar a perder el planeta o, por lo menos, la vida de buena parte del continente.

-¿Y sobre este último terremoto que sufrió Mendoza…?
-Yo, hace varios meses, el año pasado, le dije al señor gobernador, ojo, doctor, que los gallos están cantando fuera de hora.

-¿Y el gobernador que le respondió?
-Y, él se habrá reído, porque tiene una pinta de turco macanudo, de esos que se ríen mucho, pero lamentablemente se cumplió,  “Cuando los gallos cantan fuera de hora, seguro que tiembla”, decía mi madre.

-Además, a usted se lo considera una especie de viejo loco de las alturas.
-La montaña, yo soy andinista. He sido fundador del Club Andinista de Mendoza.

-¿Recuerda cuantas expediciones hizo?
-Fueron varias. Al Aconcagua, al Tupungato, a la Cadena del Plata, al Mercedario.

-¿Y aquellas de la momia Inca?
-Eso paso hace 21 años, en febrero. Y aunque no lo crea fue por obra de la casualidad. Estábamos a 6.300 metros sobre el nivel del mar cuando alguien, creo que otro de los fundadores del Club Andinista, tocando una formación aparentemente rocosa, pregunta: “Che, ¿esto es mármol?”. Y no, era el cráneo de la momia. Estaba en posición fetal, con un pie encima del otro y las manos cruzadas sobre el pecho. Los incas creían que así homenajeaba a los astros, al Sol, a la Luna…

-¿Participo en rescates?
-¿Rescates?, muchas veces. Me acuerdo del caso de un locutor de radio tucumana. Había ido con su esposa. En un momento dado, por una mala maniobra, trastabillo, se soltó de la cuerda y fue al vacío. Yo regresaba de hacer otro rescate en el Aconcagua y me buscaron para dar una mano, para tratar de recuperar el cuerpo del hombre. Resulto algo muy terrible porque la mujer, al ver como se mataba su marido, sufrió un surmenage, allá en medio de la soledad de la montaña. La encontramos en un refugio totalmente enajenada. Decía que la estaba cuidando su cuñada, pero eran solamente sus fantasías. Hay muchas historia dramáticas. No hace mucho me vino a visitar el hijo de un mexicano que murió subiendo al Aconcagua. Una pierna del pobre hombre había aparecida devorada por cóndores.

-¿Qué opina de la muerte de los dos andinistas que fueron encontrados esta misma semana en la cumbre del Tupungato?
-Yo estoy bastante ansioso por conocer los resultados de la autopsia. Tengo muy serias dudas acerca de lo que les paso…soy uno de los principales interesados.

-¿Qué sospecha usted?
-Yo temo que haya sido una atropellada de orden cósmico a una reacción volcánica.

-¿Qué sería una atropellada de orden cósmico?
– Podría haber sido una súbita erupción del volcán Tupungatito que es un auxiliar del Tupungato. Creo que esa puede haber sido la causa.

-¿Por qué descarta razones de otro tipo? Entre andinistas y los alpinistas son frecuentes estos desenlaces.
-Es que a mí me resulta extraño, Guillermo Veiro era un hombre muy experimentado como para cometer errores. No olvidemos que él escaló con éxito el monte Everest, por eso tengo mis  dudas.

-Por los diplomas que tiene a la vista, a pesar de lo que decíamos antes, hay muchas entidades científicas que le perdonan sus métodos de trabajo y hasta se sirven de ellos.
-Bueno, a mí me fue conferido en Cóndor de Oro. Yo hice varias expediciones en calidad de meteorólogo del Ejército Argentino. Además soy miembro de la Comisión de Investigaciones Científicas del Observatorio Geofísico Hudson.

-¿Y qué hay de cierto sobre sus habilidades? Nos dijeron que usted trabaja muy ben con el mimbre…
-¡Ah, claro! Yo soy artesano del mimbre. Aquello que ve ahí lo hice yo. Es muy lindo saber manejar el mimbre. También me gusta mucho la jardinería: tengo el jardín lleno de almácigos.

-Es una pena, Razquin, que sus predicciones se circunscriban al plano meteorológico
-¿Por qué lo dice?

-Y, porque si no fuera así le preguntaría sobre el futuro del país.
-Bueno mire, yo soy apolítico, pero sobre esta cuestión lo único que me animo a decir es lo que un día dijo un grande: “Serás lo debas ser, o sino no serás nada”
Tiempo Argentino – Alejandro Stillman – 1985

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