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Vuelta de Obligado – (1 de 7)
La Escuadra Anglofrancesa Espera en el Ibicuy
Vuelta de Obligado – (1 de 7)

La Escuadra Anglofrancesa Espera en el Ibicuy

Cuenta José María Rosa (inolvidable maestro de historiadores) que la escuadra anglo francesa que había partido a principios de noviembre de 1845 del puerto de Montevideo se detuvo el 10 en la bifurcación del Paraná Pavón y el Paraná Guazú, cerca del actual puerto de Ibicuy.

La formaban los vapores Gorgon (nave insignia, con 6 cañones) y Firrebrand (6 cañones), la corbeta Cadmus (18 cañones), y los bergantines Philomel (10) Dolphin (3) y Fanny (1 cañón), por el lado inglés. Los navíos franceses eran el vapor Fulton (con 2 cañones de 80), la fragata San Martín (insignia, de 18 cañones, capturada a Brown poco antes frente a Montevideo y diseñada para la navegación fluvial), la corbeta Expeditive (16 cañones), el bergantín Pandour (10) y la goleta Procida (de 3 cañones). Los ingleses, además de la tripulación de los barcos, disponían de 600 infantes de marina para desembarcos. Los franceses, 200 infantes de marina.

Los capitanes de navío Honthan y Trehouart estudiaron el problema casi una semana. Contaban con armamento moderno. Los cañones ingleses Peysar son los primeros rayados que se usarían en combate. También tenían los cohetes Congreve, algo más antiguos, pero de mortífero efecto contra las trincheras y la infantería. Los franceses tenían el moderno cañón obús Paixhaus, con balas de 80 libras. Acompañaban a la escuadra varias barcas carboneras, dotadas con un cañón cada una. Eran casi 100 bocas de fuego las que contaba la escuadra invasora.

Al día siguiente, 17 de noviembre, se pondrían en marcha por el Guazú, más fácil de practicar que el Pavón, con los vapores a la vanguardia. En el Ibicuy quedarán los 90 mercantes a la espera que los buques de guerra fuercen el paso.

En el recodo llamado Vuelta de Obligado, donde el río tiene 700 metros de ancho, los esperaba la fortificación que armó Lucio Norberto Mansilla, cruzando tres gruesas cadenas sobre 24 lanchones en el río, y armando cuatro baterías con 30 cañones sobre la ribera derecha. La mayoría son de bronce, con calibres de 8, 10, 12 y algunos más grandes, de 20, servidos por 160 artilleros, al mando de los capitanes Álvaro Alsogaray, Eduardo Brown, Felipe Palacios y Juan Bautista Thorne, quien comandaba la única batería aguas arriba de las cadenas.

Detrás de las trincheras, entre fuerzas de línea y milicias locales, esperaban unos dos mil patriotas, incluyendo una compañía del regimiento de Patricios al mando del coronel Ramón Rodríguez. Los cuerpos rurales estaban a cargo de Facundo Quiroga (hijo del Tigre de los Llanos y residente en San Pedro), Juan Gainza, Manuel Virto y Luis Barreda. Un bergantín artillado con 6 cañones, el Republicano, al mando de Tomás Craig, cuidaba las cadenas.

La hora de la batalla se acercaba.

por José Rodolfo Maragó

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