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¡Ay, Patria Mía!
Acerca de Manuel Belgrano y sus Propuestas Educativas - Por el Prof. Carlos Suarez
¡Ay, Patria Mía!

Un protagonista de nuestra historia. Conocido y desconocido al mismo tiempo. Asociado su nombre a la instalación de nuestra Primera Junta de Gobierno, a la creación de la bandera y a las campañas militares emprendidas a cargo de llamado Ejército del Norte, triunfante en Tucumán y Salta y  derrotado en Vilcapugio y Ayohuma,  se ignoran sus conocimientos de idiomas, su preocupación por la educación y su versación en la teoría económica, que obtuvo a través de la lectura, estudio y traducción de autores clásicos como Quesnay, Dupont,  (Francia),  Adam Smith, (Inglaterra),  Antonio Genovesi, Filangieri y  Galiani, (Italia),  junto a la influencia que recibió de estadistas españoles como Gálvez, Floridablanca,  Campomanes y Jovellanos, entre otros. [1]

Manuel Belgrano nacido en Buenos Aires el 3 de junio de 1770 era hijo de un importante comerciante de origen italiano, Domingo Belgrano y Peri,   que se había establecido en el Río de la Plata desde 1751. Las primeras letras las aprendió en su propia casa y posteriormente ingresó al Real Colegio de San Carlos, fundado por el Virrey Vertiz en 1783,  donde completó estudios de filosofía. En 1786, con dieciséis años se matricula en la Universidad de Salamanca y realiza estudios que continúa en Valladolid, donde se recibe de abogado en 1793.

La  vasta preparación obtenida y sus deseos de experiencias concretas en el campo de la economía política y el derecho publico, que por entonces y merced a las reformas borbónicas se difundían en España,  lo llevan a radicarse inmediatamente en Madrid. Dice Belgrano en su Autobiografía que se había apoderado de él “el deseo de propender en cuanto pudiese al provecho general, y el de adquirir renombre con mis trabajos hacia tan importante objeto, dirigiéndolos particularmente a favor de mi patria. (…) Al concluir mi carrera por los años de 1793, las ideas de economía política cundían en España con furor, y creo que a esto debía que me colocaran en la Secretaria del Consulado de Buenos Aires.”[2]

Dentro de las reformas emprendidas por Carlos IV y con el objeto de intensificar,  estimular y diversificar  las actividades económicas en los territorios coloniales, se encuentra la creación,  en enero de 1794,  del  Consulado  de Buenos Aires, que tenía una doble función: tribunal de comercio y de junta de protección y fomento del comercio y la industria. Para  el cargo el rey designa precisamente a Manuel Belgrano,  quien  estimó podría realizar allí una tarea concreta en pro del adelantamiento y progreso económico y social. Las Memorias que dejó escritas cumpliendo esa función dejan bien a las claras el entusiasmo, voluntad y dedicación puestas de manifiesto y que excedieron incluso las recomendaciones e instrucciones recibidas, puesto que dentro de las propuestas y políticas emprendidas también la educación tuvo un punto específico de desarrollo.

Las “Memorias”  del Consulado.

Manuel Belgrano se va a desempeñar en el Consulado de Buenos Aires entre los años 1794 y 1806.  Las Memorias que escribió en función de su cargo son la fuente por las que conocemos sus ideas.  Lamentablemente no todas se han conservado: la primera de 1795 no ha sido hallada, en cambio fue publicada en varias oportunidades la del 15 de junio de 1796,  la segunda Memoria, que se titula: Medios generales de fomentar la agricultura, animar la industria y proteger el comercio en un país agricultor. En  este importante escrito  podemos rastrear la influencia y el pensamiento de los ilustrados españoles. Muchas de las propuestas han sido tomadas de Gaspar Melchor de Jovellanos [3] y del Conde de Campomanes. [4]

En  esta Memoria afirmará la necesidad de creación de una Escuela de Agricultura  con el objetivo concreto de quienes realicen la actividad puedan:

  • Conocer los principios generales de la vegetación y la desenvoltura de las siembras.
  • Distinguir las diferentes tierras y sus producciones naturales. El cultivo que corresponde a cada una.
  • Los abonos más convenientes. La calidad y cantidad de simientes. Cómo prepararlos para darlos a la tierra.
  • Los distintos tipos de herramientas, arados, etc.
  • Conocer cómo conservar los granos, como conservar los terrenos y cómo mejorar los prados.

Mientras ello no ocurriera,  (la creación de la Escuela), el Consulado ponía a disposición del cuerpo social interesado (comerciantes y agricultores) una cartilla que contenía  instrucciones al respecto.

La Escuela de Dibujo.

Otra propuesta tiene que ver con la creación de una Escuela de Dibujo, y los fundamentos que expone pues consideraba a éste “el alma de las artes”. Del conocimiento del dibujo todos requieren, si buscan  perfeccionarse en su oficio. Sería de utilidad para: carpinteros; bordadores; sastres; herreros; médicos; y las mujeres lo deberían aprender para el mejor desempeño de sus labores. No deja de lado la importancia del dibujo para los estudios de geografía y a quienes desarrollan la agrimensura Afirmaba entonces: ‘…es forzoso que esta Junta, cuya obligación es atender por todos los medios posibles a la felicidad de estos países, la establezca (…) en todas las ciudades principales del virreinato, y con más prontitud en esta capital…’.

Una Escuela de Comercio. 

Cree Belgrano que “la ciencia del comercio no se reduce a comprar por diez y vender por veinte; sus principios son más dignos y la extensión que comprenden es mucho más de lo que puede suceder a aquellos que sin conocimientos han emprendido sus negociaciones, cuyos productos, habiéndoles deslumbrado, les han persuadido de que están inteligenciados en ellos.”  Se indigna no se comprenda la complejidad de la actividad comercial. Cree que en una Escuela de Comercio  los jóvenes podrán ir “a instruirse en la aritmética, en el modo de llevar la cuenta y razón, y tener los libros; en el cálculo y regla de cambio; en las reglas de la navegación mercantil, de los seguros, etc.; en el modo de establecer la correspondencia mercantil y mantenerla, en las leyes y costumbres usadas entre negociantes, etc…”.

La escuela gratuita.

Va a ser Belgrano quien primero hable en el Río de la Plata sobre el establecimiento de la escuela gratuita y es también en esta Memoria donde lo hace. Le preocupa sobre manera las consecuencias de la ociosidad que hace luego penoso el trabajo en  la edad adulta y facilita el camino de la mendicidad y la delincuencia. Dice Belgrano que estas deplorables consecuencias podrían “cortarse si se les diese auxilio desde la infancia proporcionándoles una regular educación que es el principio de donde resultan ya los bienes y los males de la sociedad. Unos de los principales medios que se deben adoptar a este fin son las escuelas gratuitas a donde pudiesen los infelices mandar a sus hijos sin tener que pagar cosa alguna por su instrucción…”.

La instrucción en la campaña sería una forma de combatir la ociosidad. El recurso más adecuado para ello: LA ESCUELA GRATUITA.  Y no solamente para los varones. Uno de los párrafos de la Memoria hará referencia al establecimiento de escuelas gratuitas para las niñas, que principalmente en la campaña necesitan ser estimuladas en el amor al trabajo y podrían usar las habilidades aprendidas para ayudar económicamente a sus familias y “con el trabajo de sus manos se irían formando peculio para encontrar pretendiente a su consorcio; criadas en esta forma serían madres de una familia útil y aplicada, ocupadas en trabajos que les serían lucrosos tendrían retiro, rubor y honestidad.  En  todas las villas, en la ciudad y en la campaña, se debería promover  la instalación de estas escuelas, solicita el Consulado al Sr. Virrey.

Dedica un párrafo a los maestros y maestras: “debía confiarse el cuidado de las escuelas gratuitas a aquellos hombres y mujeres que por oposición hubiesen mostrado su habilidad, y cuya conducta fuese de público y notorio irreprensible…”  Previéndose la designación de inspectores para velar el desempeño y cumplimiento de las operaciones y objetivos, que en síntesis procuraban:

  • Dar los rudimentos de las primeras letras; buenas máximas; fomentar el amor al trabajo; combatir la holgazanería (origen de la disolución de las costumbres).
  • El niño luego de la escuela rudimentaria pasaba a ser atendido por destacados maestros menestrales (de oficios), quienes debían a su vez mandarlo a la Escuela de Dibujo.
  • Las Escuelas Gratuitas para niñas, deberían enseñar la doctrina cristiana, leer, escribir, bordar, coser, amar al trabajo…

En la 4ta. Memoria, de 1798, donde trata de temas económicos y acerca de la articulación mutua entre la Industria,  la Agricultura y el Comercio, también dedica largos párrafos a la conveniencia de extender los conocimientos y la instrucción. Le importa que  se adquieran ideas: ‘que ni el labrador ni el comerciante ni el artista ignore lo que le corresponde, que unos y otros procuren no apegarse tan íntimamente a los pensamientos de los antepasados, los cuales sólo deben adoptarse cuando convienen, y cuando no, desecharlos y abandonarlos: lo que fue útil en otro tiempo, ahora es perjudicial, las costumbres varían, los usos igualmente, y todo, de tiempo en tiempo cambia, sin que en esto haya más misterio, que el de la vicisitud de las cosas humanas.’

Es que precisamente en España había observado Belgrano los esfuerzos para desterrar algunas tradiciones que no favorecían el desarrollo de actividades productivas, tal como aquella que desestimaba el trabajo mecánico o industrial.

La Memoria correspondiente al año 1802 tiene que ver con Establecimiento de fábricas de curtiembres en el Virreinato de Buenos Aires. Nuevamente está presente la idea que ‘sin enseñanza no hay adelantamientos..’ Por  ese motivo es que,  atento a la importancia que la exportación de cueros tiene para la economía rioplatense,  plantea la necesidad de cambios fundamentales; no se debe seguir con la  rutinaria práctica que no incorpora valor agregado a la materia prima. Sugiere entonces lo siguiente:

Traer desde Irlanda o Vizcaya a maestros curtidores para que enseñen su oficio. Enviar algunos jóvenes a Europa para que se impongan de las operaciones y aprendan la teoría y la práctica; que luego, aquí, comuniquen sus ideas y enseñen.

Cuanto de política económica encierran estas propuestas y cuanto de responsabilidad está asociada a que se generen cambios en la educación. Pensaba Belgrano que ‘nosotros necesitamos ir a buscar instrucción a Europa en ésta y otras materias, o cuando menos hacer venir quién nos enseñe, pues carecemos de las luces necesarias, o a lo más podremos tener algunas nociones teóricas que nunca son bastantes para la perfección.’.

En la Memoria de 1806, leída durante los certámenes públicos de la Academia de Náutica, hará referencia a la importancia de los estudios matemáticos, resaltando su celo para que la juventud se dedique al cultivo de las ciencias exactas.

Poner Iniciativas en marcha.

En febrero de 1799 se presenta ante el Consulado Juan Antonio Hernández y solicita apoyo para la creación de una Escuela de Geometría, arquitectura y toda clase de dibujo, cuya responsabilidad directiva asumía. Su presupuesto era de 281 pesos y 4 reales para gastos del establecimiento y 20 pesos mensuales (sueldo del Director a cargo del Consulado).  La Escuela inauguró sus cursos  el 29 de mayo de 1799 con una inscripción de cincuenta alumnos y un discurso alusivo del propio Belgrano, quien además redactó el reglamento del establecimiento. Admitía en las aulas a españoles e indios, con doce años de edad como mínimo, quienes debían saber leer y escribir al momento de ingresar. La exclusión de negros y mulatos obedecería a los prejuicios raciales de la época. Cabe consignar que esta iniciativa contó con la hostilidad y oposición manifiesta de algunos miembros del propio Consulado, en especial de Manuel de Alzaga, lo que motivó su cierre unos pocos años después. [5]

Hacía fines de 1799 se inauguró la Escuela de Náutica [6], dirigida por el Ingeniero Geógrafo D. Pedro Cerviño (era además cartógrafo y matemático) y con el cargo de Segundo Maestro D. Juan Alsina que en forma personal se dedicaba desde unos años atrás a formar prácticos en  la navegación. En marzo de 1802 Belgrano pondera la acción de Cerviño, en especial su diaria y puntual concurrencia a las cinco horas diarias de clase.

El Reglamento del establecimiento también fue redactado por Manuel Belgrano. En su artículo primero se establecía el objetivo de la escuela: “fomentar el estudio de la ciencia náutica, proporcionando por este medio a los jóvenes una carrera honrosa y lucrativa y a aquellos que se destinen a ella, unos conocimientos lo más a propósito para sus progresos, bien sea en el comercio, bien en la milicia o cualquier otro estudio.’ En los artículos siguientes se establecían las pautas que regirían su funcionamiento, ingreso, horario, obligaciones de maestros y alumnos, etc. La introducción de la enseñanza práctica constituyó una novedad para la época: los alumnos hacían ejercitaciones en el campo, donde aprendían el manejo de los instrumentos y efectuando el levantamiento de planos, y en el río, donde se les enseñaba a operar en los buques, a resolver problemas de carga y descarga.”[7] Los cursos tenían una duración de cuatro años y las materias básicas eran: aritmética, geometría, trigonometría, álgebra, dibujo, hidrografía, geografía mecánica, navegación, etc..

También esta experiencia estuvo destinada a desaparecer a los pocos años. En 1806 la Corte dispone que todo lo relativo a la Escuela de Náutica,  quede bajo jurisdicción de la marina. [8]

El  “Correo de Comercio”.

Una nueva faceta, el periodismo. En esta publicación iniciativa de Manuel Belgrano, que circuló entre el 3 de marzo de 1810 y abril de 1811,  se propuso especialmente exponer sus ideas educativas y económicas [9]. Su objetivo que los labradores, artistas y comerciantes, aprovechen “las ventajas que se consiguen de emprender una ocupación por principios,. En lugar de entrar a ella por pura imitación y rutina, establecida las más veces, si nos es permitido así decirlo, por la misma ignorancia.” (p.114) Así era presentado el primer número. Se haría centro en la búsqueda de romper con aquellas tradiciones y costumbres, producto de la misma ignorancia. Las sucesivas entregas son demostrativas.

El 17 de marzo opina que a la falta de escuelas ‘debemos atribuir los horrores que observamos, casi sin salir del poblado, y todavía mucho más en las poblaciones cortas y sin límites en los campos (…) ¿Cómo se quiere que los hombres tengan amor al trabajo, que las costumbres sean arregladas, que haya copia de ciudadanos honrados, que las virtudes ahuyenten los vicios, y que el gobierno reciba el fruto de sus cuidados, sino hay enseñanza, y si la ignorancia va pasando de generación en generación con mayores y más grandes aumentos.?’ (p.122)

Las soluciones que propone son la creación de Escuelas de primeras letras y la obligatoriedad de la enseñanza. “Pónganse escuelas (…) en todas las parroquias de sus respectivas jurisdicciones, y muy particularmente en la campaña, (…) Obliguen los jueces a los padres, a que manden sus hijos a la escuela, por todos los medios que la prudencia es capaz de dictar, y si hubiere algunos que desconociendo tan sagrada obligación se resistieren a su cumplimiento…., tomen a su cargo los hijos…, y póngalos al cuidado de personas que los atiendan, y ejecuten lo que debían practicar aquellos padres desnaturalizados’ (…) Prediquen los párrocos acerca del deber de la enseñanza a los hijos; estimulen a los padres para que les den tan arreglada dirección, valiéndose de los medios que proporciona su influencia en los espíritus.” (p. 124) La redacción denota la indignación del autor, es que la realidad impone. “¿No es cierto –hablamos de esta ciudad- que generalmente para elegir jueces comisionados se encuentra la dificultad de que sujetos que podrían desempeñar bien el cargo no saben leer ni escribir?.” (p.125).

Por esa época, marzo de 1810, el Cabildo de la Villa de Luján, preocupado por el problema del analfabetismo, requirió al Virrey Cisneros medidas al respecto, al tiempo que decidía aumentar el sueldo de maestro de 100 a 200 pesos por año. Con fecha 28 de marzo Cisneros dictó un decreto sobre instrucción pública obligatoria.[10]

El 14 de abril, en un nuevo artículo, destaca la acción emprendida por el vicepárroco de Soriano,  en la Banda Oriental, que ha establecido, con la ayuda generosa de un propietario vecino, una escuela de primeras letras, donde los hijos de los pudientes pagaran una moderada pensión y se enseñara gratuitamente a todos los niños que por su condición no pudieran hacerlo. A la fecha la cantidad de niños que concurren son cuarenta y cinco. Belgrano considera que los promotores deben presentarse “al público como modelos, tanto más acreedores de imitación, cuanto que en uno y otro no ha habido otros estímulos que el de ver una población de doscientos vecinos falta de un recurso tan necesario, y cuyos niños carecían de tan importante auxilio.” (p.133) La prédica es sistemática. Una lectura permanente de la realidad para criticar, sugerir, pero también, como en este caso,  apoyar las iniciativas oportunas.

En los números del 21 y 28 de julio de 1810 retoma Belgrano el problema de la Educación de la mujer. Si la felicidad moral y física de una Nación debe ser uno de los objetos de la política ¿cómo lograrlo sino se instrumentan medidas en ese sentido? “La naturaleza nos anuncia una mujer: muy pronto va a ser madre, y presentarnos conciudadanos en quienes debe inspirar las primeras ideas, ¿y que ha de enseñarles, si a ella nada le han enseñado? ¿Cómo ha de desarrollar las virtudes morales y sociales, las cuales son las costumbres que están situadas en el fondo de los corazones de sus hijos? ¿Quién le ha dicho que esas virtudes son la justicia, la verdad, la buena fe, la decencia, la beneficencia, el espíritu, y que estas cualidades son tan necesarias al hombre como la razón de que proceden? (…) El bello sexo no tiene más escuela pública en esta capital que la que se llama de San Miguel, y corresponde al Colegio de Huérfanas, de que es maestra una de ellas; todas las demás que hay, subsisten a merced de lo que pagan las niñas a las maestras que se dedican a enseñar, sin que nadie averigüe quienes son, y que es lo que saben. (p.173)

Siempre está pensando en la idoneidad del maestro. Le preocupa la no responsabilidad práctica; el ejemplo necesario de quien desempeña ese rol, la conducta a imitar. Si esa responsabilidad se omite “¡Desgraciada sociedad, desgraciada nación, desgraciado gobierno! (p. 173.) E instala una polémica. Por esos días la ciudad de Buenos Aires aspiraba a instalar en su ámbito una Universidad y se realizaban esfuerzos en ese sentido. Cree Belgrano que ello contribuiría a aumentar el número de nuestros doctores, “pero ¿equivale esto a lo que importa la enseñanza de las que mañana han de ser madres?”  En su opinión, “es más necesaria la atención de todas las autoridades, de todos los magistrados, y todos los ciudadanos y ciudadanas para los establecimientos de enseñanza de niñas, que para fundar una Universidad en esta capital.” (p.174)

Mayo de 1810. Un nuevo rumbo y nuevas responsabilidades.

El movimiento revolucionario de Mayo encuentra a Belgrano en sus filas. Su designación como vocal de la Primera Junta de Gobierno no tiene ningún carácter formal. Participará activamente en las discusiones y en la instrumentación de políticas. En la fundación de la Biblioteca Nacional acompañará la iniciativa de Mariano Moreno; al ser creada la Escuela de Matemáticas (agosto de 1810), será declarado protector y usara de la palabra en el acto inaugural marcando objetivos. No rehuirá la gestión militar cuando se le encarga encabezar la misión expedicionaria al Paraguay.

El 1 de octubre de 1810 llega a Santa Fe y allí entre los actos que realiza se cuenta la inspección que realiza a una escuela. Lo hace en representación de la Primera Junta, y como notara que es poca la asistencia de los niños reclamará por ello al Cabildo, “recomendándole amonestase a los padres de familia para que no distrajesen a sus hijos del cultivo de sus tiernas inteligencias, pues la patria necesitaba de ciudadanos instruidos.”[11] El 16 de noviembre al fundarCuruzú Cuatiá, dispone que de la venta de solares se utilicen recursos para fundar y sostener escuelas. También  hace conocer un Reglamento para los indios de las misiones, por el cual se dispone que todos los naturales son libres y los excluye del pago de tributos y su igualdad de derechos;  crea un fondo para el establecimiento de escuelas de primeras letras, artes y oficios. Al respecto dirá Sarmiento: ‘Belgrano es el único propagador de escuelas de la época de la independencia.” [12]

REGLAMENTO PARA EL RÉGIMEN POLÍTICO Y ADMINISTRATIVO Y REFORMA DE LOS 30 PUEBLOS DE LAS MISIONES. (Firmado el 30 de diciembre de 1810 en el campamento de Tacuari, cuando Belgrano va camino al Paraguay).

Dice Bartolomé Mitre que en esta Proclama se habla a los naturales de las Misiones con el lenguaje de un libertador: “La excma. Junta gubernativa (…) me manda a restituiros a vuestros derechos de libertad, propiedad y seguridad de que habeis estado privados por tantas generaciones, sirviendo como esclavos a los que han tratado unicamente de enriquecerse a costa de vuestros sudores y  aún de vuestra propia sangre” Y agrega Mitre: “aquí vemos ya al defensor de los derechos del hombre, en sus ilusiones y aspiraciones, anatematizar en nombre del Rey Absoluto la larga tiranía de tres siglos que había pesado sobre la América.” (Historia de Belgrano, tomo I, p. 274)

El documento suprimía el Tributo por diez años; Establecía escuelas gratuitas de primeras letras, artes y oficios; fomentaba el comercio de los productos de las comunidades; expropiaba las propiedades de los enemigos de la revolución; proveía tierra, semillas y elementos de labranza; disponía de los fondos de las expropiaciones a la construcción y mantenimiento de escuelas; preveía que pudieran participar sus representantes en el Congreso previsto (¿); formaba una milicia patriótica; etc. Felipe Pigna afirma que Juan B. Alberdi tuvo en cuenta este documento al momento de escribir “Las Bases” (Ver Mitos, I, pp. 355 y sigtes.)

El Dr. M. Quartaruolo señala que este Reglamento redactado por Belgrano pudo llegar a ser “la primera constitución provincial argentina de haberlo aprobado el gobierno, lo que desgraciadamente no aconteció…” (Ob.cit. p.188) En la primera parte   del articulo 13 al referirse a la educación de los indios hacía mención  los fondos que tenían por objeto “el establecimiento de Escuelas de primeras letras, artes y oficios…” (ídem.)

En los primeros meses de 1812 Belgrano es designado primero como jefe de las baterías instaladas en Rosario y luego se le encomienda la jefatura del Ejército del Norte. Su presencia en esas regiones le permite apreciar cuantas son las necesidades no resueltas en la región. En una comunicación del 28 de julio de 1812 que dirige al Triunvirato reclamará se circulen “oficios a los Cabildos, ordenándoles que propongan los medios de efectuar los establecimientos más necesarios para la educación de los jóvenes, ramo el más precioso y el más abandonado por infelicidad nuestra, para el aumento de la población y remedio de las necesidades generales de estos habitantes, como son las escuelas públicas, boticas y médicos dotados en todas las ciudades…” La reiteración con que plantea “la fundación de escuelas accesibles a toda la población”, no es en Belgrano una mera formalidad, sino una convicción. [13]

El Premio de la Asamblea General Constituyente de 1813.

Por su actuación en Tucumán y Salta, la Asamblea del Año XIII  decidió otorgarle un premio de cuarenta mil pesos oro. Este importe fue donado por Manuel Belgrano, carta mediante a la Asamblea,  para la dotación de 4 escuelas públicas de primeras letras. Ratificaba así, con hechos concretos,  sus propuestas. Estas escuelas debían construirse en Tarija, Jujuy, Tucumán y Santiago del Estero y para su funcionamiento redactó un Reglamento, de su puño y letra, fechado el 25 de mayo de 1813, que fue publicado en “La Gaceta de Buenos Aires el 7 de julio de ese año.

Dejo escrito porque lo hacia: “Nada hay más despreciable para el hombre de bien, para el verdadero patriota que merece la confianza de sus conciudadanos en el manejo de los negocios públicos, que el dinero o las riquezas; que éstas son un escollo de la virtud, y que adjudicadas en premio no sólo son capaces de excitar la avaricia de los demás, haciendo que por general objeto de sus acciones subordinen el interés público al bienestar particular, sino que también parecen dirigidas a estimular una pasión abominable como lo es la codicia. He creído propio de mi honor y de los deseos por la prosperidad de mi patria, destinar los cuarenta mil pesos  que me fueran otorgados como premio por los triunfos de Salta y Tucumán, para la dotación de escuelas públicas de primeras letras.” (En Pigna, “Mitos…, I, p.364).

Cada Escuela debía estar bajo la protección del respectivo ayuntamiento y contaría con  un rédito anual de 500 pesos: 400 debían ser para la remuneración del maestro y 100 para útiles a suministrar q quien no pudiera comprarlos. El Maestro debía ser elegido por oposición, cada tres años, y en igualdad de méritos se elegía a quién ya hubiera ejercido allí. El Maestro era enaltecido en el articulado y se lo mencionaba como un Padre de la Patria. El Plan de Estudios consistía en : leer, escribir, contar, gramática,  fundamentos de religión. A estos estudios, que se consideraban Comunes, Belgrano agregaba: Rudimentos de los derechos y obligaciones del hombre en sociedad.

En el Art.18, del Reglamento se dice: “El Maestro procurará con su conducta y en todas sus expresiones y modos inspirar a sus alumnos amor al orden, respeto a la Religión, moderación y dulzura en el trato, sentimientos de honor, amor a la virtud y a las ciencias, horror al vicio, inclinación al trabajo, despego del interés, desprecio de todo lo que diga a profusión y lujo en el comer, vestir y demás necesidades de la vida, y un espíritu nacional que le haga preferir el bien público al privado, y estimar en más la calidad de Americano que la de Extranjero.” [14]

Se reservaba Belgrano la Superintendencia de esas Escuelas y/o encargar a alguien las visitara en su nombre. También la facultad de hacer mejorar, para perfeccionar, el Reglamento. “Concedió mucha importancia a esa misión de velar por sus fundaciones escolares pues en su testamento, cuidó de nombrar patrono de las mismas a su hermano, el canónigo Domingo Estanislao Belgrano.”[15] (p.46)

Señala Quartaruolo que Belgrano “no pudo suprimir completamente el castigo en la escuela, (…) pero supo limitarlo a casos graves y no le dio el tono de martirio moral con la aplicación de los mismos frente a sus compañeros. (…) Mitre crítica a Belgrano por no suprimir los castigos en la escuela. Nada fácil resultaba…” Ob.Cit. p. 171.) En los artículos 14, 15, 16 y 17 se normatizará lo relativo a los castigos, estableciéndose que quien deba ser expulsado por la mala índole de sus costumbres, deberá ser despedido secretamente,  con el acuerdo y deliberación de los funcionarios del Cabildo. Nada de humillaciones públicas parecería ser la consigna.

El articulo 19 reclama por el aseo en la persona y el vestido, “pero no permitirá que nadie use lujo, aunque sus padres puedan y quieran costearlo.”

Qué pasó con esas escuelas:

1)La de  Tarija (actual territorio de Bolivia) tuvo su piedra fundamental en 1947. En 1967 el gobierno argentino otorgó 430.000 dólares para continuar la obra. Se inauguró recién en 1974 durante el tercer gobierno del General Perón y lleva el nombre de Escuela Argentina Manuel Belgrano

2) La de Jujuy tuvo peripecias diversas; comenzada a construir modestamente en 1813, se inauguró oficialmente en 1825 y fue cerrada en 1828, consecuencia directa de las guerras civiles que azotaban el norte argentino. En 1998 el gobierno de la provincia de Jujuy destinaba 700.000 dólares para concluir la obra. Los diarios de julio del año 2004 informaban que el Ministro de Educación Daniel Filmus, inauguraba solemnemente la escuela “Legado Belgraniano”, luego de 191 años;

3) No le fue mejor a Tucumán, que prácticamente no pudo dar un inicio concreto a la obra hasta los últimos años del siglo XX. En 1976 se crea una comisión para su construcción y luego silencio; en 1981 se coloca la piedra fundacional y luego silencio;  en 1993 los recursos necesarios se incluyen en el presupuesto nacional; en 1997 se inician las obras y se inaugura en 1998.

4) En Santiago del Estero hay noticias sobre su funcionamiento desde 1822 dirigida por el educador Pío Cabezón; en 1823 al frente de ella se encuentra Fray Juan Grande;  desde 1854 se carece de noticias hasta que en 1962 una Asociación de jubilados docentes de Loreto inician gestiones para lograr se cumpla el legado. Pasarán varios años y luego de intensas peripecias burocrática, falta de presupuesto, se construye un edificio que es inaugurado el 15 de julio de 1999. Sin embargo la escuela permaneció cerrada e incluso abandonada hasta que en el año 2004 las gestiones exitosas de un supervisor escolar obtuvo del Ministerio Provincial la sanción de una resolución favorable a su definitiva creación: Escuela de la Patria Nro. 1238, de Loreto, Prov. de Santiago del Estero.

Como se aprecia, el dinero donado, circuló por varios fondos provinciales y nacionales y si en su momento representaban según cálculos unos 80 kilos de oro + los intereses devengados por reducios que fueran, representan una suma de real importancia  de acuerdo con investigaciones que un fiscal de la nación realizó y que le llevó a considerar que se había realizado una malversación legalizada.

¡Ay, Patria Mía!

Cuenta la leyenda que estas palabras fueron  las últimas que pronunció Manuel Belgrano poco antes de morir, el 20 de Junio de 1820. Un protagonista de nuestra historia. Conocido y desconocido al mismo tiempo.

BIBLIOGRAFÍA

  • Alberdi Juan Bautista. Grandes y Pequeños hombres del Plata. Buenos Aires, Plus Ultra, 1974 (4ta. Edición)
  • Belgrano Manuel. Escritos Económicos. Introd..y Estudio Prelim. por Gregorio Weinberg. Bs. Aires, Raigal, 1954
  • Diario “Clarín”, Buenos Aires, 30 de enero de 1994, Segunda Sección.
  • Diario “Página 12”, Buenos Aires, 7 de julio de 2004.
  • Gondra Luis Roque. Las ideas económicas de Manuel Belgrano. Buenos Aires, Universidad de Buenos Aires, Facultad de Ciencias Económicas, 1923.
  • Mitre Bartolomé. Historia de Belgrano y de la independencia argentina. Buenos Aires, Biblioteca de la Nación, 1902 (5ta.edición).
  • Lopez Vicente Fidel. Manual de la Historia Argentina. (Con un estudio sobre su autor por Carlos Ibarguren). Buenos Aires, La Cultura Argentina,  1916.
  • Perazzo Susana y otros. Historia de la Educación y Política Educacional Argentina, Buenos Aires,  Humanitas, 1979.
  • Pigna Felipe. Los mitos de la historia argentina. Buenos Aires, Grupo editorial Norma, 2004, 424 p. (Biografias y Documentos).
  • Quartaruolo V.Mario. Ideología de Belgrano estudiada a través de sus maestros y de sus escritos. Buenos Aires, Instit. Belgraniano Central de la República Argentina, Cuaderno N° 1, 1974.
  • Samatan Marta Elena.  La obra educacional de Manuel Belgrano. Santa Fe, Castellvi, 1957.
  • Solari Manuel H. Historia de la Educación Argentina. Buenos Aires, Paidos, 1987.

Por Carlos Suarez
Profesor de Historia


[1] Ver la Introducción de Gregorio Weinberg en Belgrano Manuel, Escritos Económicos, Buenos Aires, editorial Raigal, 1954, pp.29-31

[2] Ídem, p.48.

[3] Jovellanos había escrito una Memoria sobre educación pública que seguramente Belgrano conocía muy bien y cuyos argumentos utiliza asiduamente.

[4] En especial ha tomado de Campomanes dos importantes obras como guía: el Discurso sobre el fomento de la industria popular y el Discurso sobre la educación popular de los artesanos y su fomento.

[5] Perazzo Susana y otros. Historia de la Educación y Política Educacional Argentina. Buenos Aires, Humanitas, 1979.

[6] Las fechas difieren según los autores, 25 de octubre o bien 26 de noviembre.

[7] Perazo Susana y otros. Op.Cit., pp.109-110.

[8] En la Memoria de 1806 Belgrano implora protección y auxilio para esta Escuela. que cerró en Agosto de 1807. Cabe consignar que cuando el Congreso de Tucumán declaró la independencia e  hizo los respectivos cargos a España, mencionó expresamente la injusticia para con esta institución.

[9] Las citas correspondientes a este apartado están tomadas de la recopilación realizada por Gregorio Weinberg,  en Belgrano Manuel, Escritos Económicos.

[10] Marta E. Samatan  atribuye esa medida a la repercusión que podrían tener los artículos de El Correo de Comercio en la sociedad colonial, pero cree que solo se trato de una medida demagógica sin consecuencias prácticas. (Cf. La obra educacional de Manuel Belgrano.  Santa Fe, Castellvi, 1957 (pp.34-35)

[11] Samatan, op.cit. p.37.

[12] Cf. Samatan, op.cit. p.38

[13] Ídem, pp.40-41.

[14] El llamado Reglamento para las escuelas del Norte, redactado por Manuel Belgrano, ha sido reproducido, entre otros por Manuel H. Solari, Historia de la Educación Argentina, Buenos Aires, Editorial Paidos, 1987 (lla.reimpresión), pp.58-61 y si bien alguno de sus artículos mantienen costumbres y disposiciones que hoy se desestiman,  en su momento significó toda una renovación conceptual, en especial la que disponía la elección del maestro por oposición y el privilegio que se daba al bien público.

[15] Samatan, op.cit., p.46

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Boleros para Todo el Mundo

El bolero es parte del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad y será considerado entre las expresiones, prácticas, saberes o técnicas que las comunidades transmiten de generación en generación, según la definición de la UNESCO.
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Milstein: de Aquí y de Allá

Milstein: de Aquí y de Allá

Milstein decía a quién lo querías escuchar: “Gran parte de una persona es su educación. Y yo toda mi educación la hice en mi país. Recién viajé por primera vez cuando tenía más de treinta años”.
Gestión Cultural
Modelos de Cambio Cultural

Modelos de Cambio Cultural

Si la memoria colectiva, los mitos, los valores y las representaciones propias del grupo humano que conforma la organización no se hacen explícitos en términos operativos concretos difícilmente se pueda impulsar cambio alguno.
Semblanzas
El Hombre y su Lenguaje de Colores

El Hombre y su Lenguaje de Colores

El primer espectáculo de masas en la historia de la humanidad lo protagonizaron un Tiranosaurio Rex, implacable carnívoro, y un Homo heidelbergensis, ancestro probado de los humanos modernos que por supuesto ya controlaban el fuego.
Personajes en el Tango
Atorrante

Atorrante

En el habla popular Argentina, el atorrante, es un sujeto con fama de irresponsable, de vida liviana, que rehuye compromisos y es poco afecto al trabajo. También se califica de atorrante al vagabundo, a quien tiene una vida irregular.
Columnistas
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