Al Pie de la Letra
Fecha de Publicación:
Juanita Correa
Fue entonces cuando conocí un nuevo laberinto: el de Juanita
Juanita Correa

No sé por cuál razón, a veces, las palabras son laberintos, pero siempre conducen a algún sitio.

Los sitios tienen la particularidad de ser vistos a la medida de quien los mira.

Un día estando en el mar, siendo yo niña, me puse cerca de la orilla a construir un castillo de arena. Me gustaba la cercanía del agua, igual que ahora, tal vez porque el oleaje cuando se diluye y es absorbido por la playa, de algún modo, se transforma. Y transformarse no es poca cosa.

Estaba en pleno juego de construcción cuando apareció Juanita Correa, mi vecina de la cuadra.

Se acercó curiosa y le presté mi tiempo, le regalé una palita hecha con una botella plástica, y aunque ella tenía una pala más grande y colorida, se puso muy contenta. Con el tiempo supe que no quería ensuciar la suya con arena mojada. Transcurrió la tarde entre pasadizos secretos construidos con arena húmeda, torres con forma de baldecito de algún reinado desconocido, y laberintos hechos con conchillas. El problema surgió cuando la marea comenzó a subir. Fue entonces cuando conocí un nuevo laberinto: el de Juanita. Ella lloraba sin parar porque el agua se comía de a mordiscos el castillo que había construido, y aunque la animé para hacer otro sobre un médano, se negó.

Cada verano cuando nos volvíamos a encontrar en la playa, se acercaba a jugar con mi castillo de arena, pero nunca más volvió a hacer uno propio, tenía miedo que una ola se lo rompiese.

Por supuesto que nunca lloró por mi castillo, que invariablemente, cada tarde era desintegrado por completo. Un día le pregunté si no le daba pena que el agua invadiese mi laberinto creado con palitos de helado, y Juanita, riendo, me respondió que mi castillo era demasiado feo como para llorar. Y más allá de que quizá tenía razón, porque la belleza y la fealdad están cargadas de sentires y subjetividades, supe que Juanita me había mostrado una nueva calle de su propio laberinto.

Antes de que la marea arrasara con mi construcción de arena, miré el laberinto con forma de cerebro que había dentro del castillo. Tenía encrucijadas y cierto grado de complejidad para salir de él, así que le propuse a Juanita que buscara la salida y como respuesta miró hacia el mar en busca del agua salvadora. Desde que el mundo es mundo, es más fácil romper que construir.

Ahora después de cinco décadas, volví a ver a Juanita Correa, aferrada a su trabajo de divulgadora, atada a sus castillos caducos, lejos del agua que todo transforma, pero siempre muy cerca de su egoísmo.

Ana Caliyuri – Tandil – Provincia de Buenos Airesanacaliyuri@gmail.com
Del libro “Historias Tatuadas” – Niña Pez Ediciones – 2019

www.wikiduca.com
Temas
Comentarios
El Arte de la Culinaria
¿A la Parrilla, al Asador, o con Cuero?

¿A la Parrilla, al Asador, o con Cuero?

El asado está tan arraigado a la vida gauchesca, como también a la urbana; sobre lo primero, ya escrito está en el Martín Fierro que "Todo bicho que camina va a parar al asador". El asado, sea urbano, o de campo, es símbolo la hospitalidad y camaradería.
Entre Caminos y Estrategias
Que son los Insights y Como Ayudan en las Empresas

Que son los Insights y Como Ayudan en las Empresas

Por ejemplo, saber que el 70% de tus clientes compra los viernes es un dato. Pero descubrir que lo hacen porque quieren tener todo listo para el fin de semana es un insight. Esa diferencia es clave, porque te permite tomar decisiones más estratégicas.
Identidades
La Casa Curutchet

La Casa Curutchet

Con el paso de los años y el reconocimiento internacional a Le Corbusier, sus creaciones fueron cobrando relevancia, como la Villa Saboye erigida en Francia que igual que nuestra Casa Curutchet, es reconocida como Patrimonio de la Humanidad.
Tango y Milonga
Milonga en Negro

Milonga en Negro

El negro supo que la libertad no era una dádiva, que debía pelear por conseguirla. Por eso se entreveró en las luchas civiles hacia 1815, en la Banda Oriental, junto al general Artigas y también por Entre Ríos.
- Central -
La Educación Superior y la Exclusión como Política

La Educación Superior y la Exclusión como Política

Decir que “el que quiere puede” frente a aranceles dolarizados o indexados es cinismo institucional. Y cuando el Estado se retira deliberadamente de su rol de garante, la exclusión deja de ser una consecuencia y pasa a ser una política.
Columnistas
Más Artículos