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Ceferino Namuncurá: El Santo Criollo
En la Patagonia, Ceferino Namuncurá es el santo más popular de todos. El hijo del señor de las pampas y príncipe de los guerreros
Ceferino Namuncurá: El Santo Criollo

La Razón del Relato
Ceferino Namuncurá nació en Chimpay, en el Valle de Rio Negro, el 26 de agosto de 1886.

Hijo de Manuel Namuncurá (“pierna o garrón de piedra”, heredero del poder y la autoridad de su padre Juan Calfucurá, “piedra azul”, feroz y sagaz Emperador de las Pampas) y de la cautiva blanca Rosario Burgos, de quien se tiene escasa noticia, Ceferino se manifestó en su corta vida de dieciocho años, como la flor y nata de la “Dinastía de los Curá”, es decir, de la “Dinastía de los Piedra”. Su raza indígena reinó a chuza y fuego, durante medio siglo, desde el Salado hasta los lagos de los valles andinos, y su imperio finó con la rendición de Manuel Namuncurá, en 1884, y de Sayhueque, en 1885, al General Lorenzo Vinter.

El Santito Ceferino Namuncurá – José María Castañeira de Dios

La infancia de Ceferino participó así de los miserias simultáneas: la de la derrota, y la del vivir primitivo de la toldería indígena, en un territorio castigado por la inclemencia de las nevadas y los vientos del sur. A partir de los dos años de edad en aquel indiecito salvaje se dio paso al “hombre nuevo” y para esa renovación Dios se sirvió de los padres salesianos, especialmente de Monseñor Cagliero y del Padre Melanesio, preciosos instrumentos para la salvación de esa alma y, con ella, la de su pueblo vencido.

Sus estudios en el Colegio Pio IX  de Buenos Aires (1897); su estada en Viedma (1903) cuando ya apuntaba la tuberculosis que lo llevaría a la muerte en plena adolescencia; el viaje a Italia para su curación (1904); sus estudios en Turin , Roma y Frascati en busca de las ansiadas ordenes sagradas exigidas no solo por su temprana vocación sino por los imperiosos requerimientos del otro temido cacique Namuncurá; su entrevista en Roma con el Papa Po X; su muerte en el hospital de una isla del Tiber (1905); su retorno a la tierra natal, por la piadosa gestión del Padre Tornquist (1924); su descanso final en el Fortín Mercedes, al sur de la provincia de Buenos Aires; son algunas de las sorprendentes etapas que cubrió , en su tránsito terreno, este indiecito que hoy asume la fama popular de un santo y al que buena parte del pueblo argentino ofrece las más diversas formas de veneración. La Santa Madre Iglesia Católica, en cuyas manos se acumulan los testimonios para la causa de su canonización, dará un día el juicio definitivo, que desde ya acatamos con obediencia filial. Por ello, la denominación de “santito” en ese “Relato” debe entenderse solo como fiel transcripción de la manera en que lo nombra el pueblo; que es, por otra parte, como los padres acostumbraban llamar a sus buenos hijos.

La presencia de Ceferino Namuncurá en el espíritu de nuestra Patria parece ser otro de los actos misteriosos con que la Providencia se empeña en beneficiarla repetidamente. En gesto de gratitud, como católico y argentino, me he sentado en el deber de cantar tal generosa voluntad del Cielo, por no desatender la inexorable obligación de este oficio de poeta que me ha sido dado más allá de mis pobres merecimientos.
El Santito Ceferino Namuncurá- José María Castañeira de Dios- Editorial Sudamericana – 1978

Ceferino Namuncurá: El Santo Indio
El 26 de agosto de 1886 nacía el hijo del señor de las pampas y príncipe de los guerreros. Se trata del primer indígena en ser reconocido por la Iglesia Católica: el Papa Benedicto XVI lo beatificó en 2007, pero el pueblo patagónico lo declaró como «su santito» medio siglo antes.

La historia de Ceferino Namuncurá está atravesada por la Conquista del Desierto, los procesos de evangelización y la tensión entre la cultura occidental y los pueblos originarios. Sin embargo logró convertirse en el primer argentino mapuche, reconocido como beato por la Iglesia Católica.

¿Quién fue Ceferino Namuncurá?
Namuncurá, en mapudungun, la lengua originaria del pueblo mapuche, significa “pie de piedra”, lo que se asocia al temperamento seguro y tenaz de la familia Namuncurá.

Ceferino nació en Chimpay, Río Negro, territorio habitado por araucanos/mapuches y tehuelches.

Su abuelo fue el reconocido cacique Juan Cafulcurá y su padre, Manuel Namuncurá, un célebre líder mapuche. Ambos lucharon contra las fuerzas del Ejército Argentino, comandado por Julio Argentino Roca. En ese momento, lo que hoy conocemos como la República Argentina era un territorio en disputa, donde las violentas campañas militares -entre 1879 y 1884- terminaron diezamando y expulsando de sus tierras a los pueblos indígenas.

Manuel Namuncurá perdió el dominio de sus tierras en 1885 y, un año después -cuando todavía su pueblo no había sido desplazado por completo-, nació Ceferino. En 1894, Manuel Namuncurá viajó a Buenos Aires a defender sus derechos ante el presidente de la Nación, Luis Sáenz Peña. Reclamó los títulos de propiedad de la tierra para su pueblo. El Congreso le prometió ocho leguas en Chimpay que nunca le otorgaron.

Ceferino Namuncurá, junto a su padre lonco Manuel Namuncurá -en uniforme del ejército nacional- y a su hermano Julián (1903). Fuente Archivo General de la Nació

Ceferino, testigo de la impotencia y angustia de su padre, lloraba al ver la miserable condición en la que se encontraba su comunidad, por lo que le propuso al cacique:

«¡Cómo nos encontramos después de haber sido dueños de esta tierra! Ahora nos encontramos sin amparo. ¿Por qué no me llevas a Buenos Aires a estudiar? Y yo podré estudiar y ser un día útil a mi raza”.

La investigadora María Andrea Nicoletti describe en «Ceferino Namuncurá, un indígena ‘virtuoso'» que «el destino posible de los sobrevivientes de las comunidades sometidas de la Patagonia se dirimía entre el ingreso al ejército, la incorporación al servicio doméstico o la deportación como mano de obra barata, con el consecuente desmembramiento de las familias».

Los Namununcurá no se salvaron de esa imposición. Manuel aceptó la sugerencia de su hijo y lo envío a Buenos Aires. Como Ceferino era hijo de un cacique, su primer destino fue la Escuela de la Armada, donde no logró adaptarse y, tras la intervención del presidente Sáenz Peña, Ceferino fue enviado a un colegio salesiano.

Ceferino y los Salesianos
La historia de Ceferino y los religiosos salesianos comenzó cuando vivía en Chimpay. En esa época, la Iglesia Católica ya había comenzado con su misión evangelizadora. En una de sus excursiones misioneras, los padres salesiano de la orden de Don Bosco llegaron a Chimpay y bautizaron a Ceferino, de ocho años de edad.

Años más tarde, el destino impuesto a Ceferino lo encontró en el Colegio Salesiano de Buenos Aires donde, además de ser compañero de estudios de Carlos Gardel, inició su camino hacia el sacerdocio.

En 1901, tras cuatro años de estudio, su salud comenzó a deteriorarse. Ceferino sufrió de un fuerte malestar en los pulmones por lo que los salesianos lo trasladaron a otra sede del Colegio, ubicada en Viedma, donde las condiciones climáticas eran más favorables para su salud. Ceferino se instaló allí junto con su guía espiritual, el Monseñor Cagliero, aunque su padecimiento no mejoró. La tuberculosis lo había enfermado de manera irreversible.

En abril de 1904, monseñor Cagliero es nombrado arzobispo y llamado a Roma por el Papa Pío X. Pese a su enfermedad, Ceferino viajó con él. En agosto de ese año, desembarcaron en Roma y se entrevistaron con el Papa, a quien Ceferino le regaló un poncho de lana de guanaco.

En sus cartas y testimonios compilados por su primer biógrafo, Luis Pedemonte, Ceferino manifestó su voluntad de volver a sus tierras como orgullo a su identidad mapuche. Pedemonte narra que cuando la gente en Italia lo miraba con extrañeza por su aspecto, Ceferino afirmaba: «Sí, soy americano y además, de la Patagonia».

Al año de haber comenzado sus estudios, Ceferino fue internado en el Hospital Fatebenefratelli.  Conciente de que iba a morir, el 21 de abril de 1905 le escribió a su padre: «Le agradezco su gran resignación de sacrificar años sin vemos. En cuanto a mis estudios, resultan bien, pero la salud me impidió continuar… Cuando esté mejor me prepararé para volver a Buenos Aires y de allí a Viedma. En otras cartas le daré noticias más claras … Mil besos y abrazos. Querido papá, le pido su paternal bendición y créame su afectísimo hijo que desea abrazarlo».

Ceferino murió finalmente a los 20 días de haber escrito esa carta, durante la mañana del 11 de mayo, a los 18 años de edad.

Foto – Santos y Mártires

El Santo Criollo
En 2007, una junta médica del Vaticano consideró que la curación de Valeria Herrera, de 24 años, fue un milagro por la intercesión de Ceferino Namuncurá. La joven padecía cáncer de útero y sus familiares le encomendaron su sanación a Ceferino. Valeria se curó y pudo tener hijos. Este fue el antecedente que se tuvo en cuenta para su beatificación.

En la Patagonia, Ceferino es el santo más popular de todos. Desde hace medio siglo que sus devotos reparten estampitas y le construyen altares. El día de su nacimiento, una multitud se reúne en Chimpay, donde realizan procesión, celebran una misa en su memoria y la ceremonia se convierte en una fiesta popular.

Qué se necesita para ser un santo?

Las cuatro etapas en un proceso de canonización:
Ser un siervo de Dios. En primera instancia el postulador presenta a la Santa Sede un informe sobre la vida y las virtudes de la persona que desean que sea santificada. …
Ser venerable. …
Ser beato o bienaventurado. …
Ser santo.

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