Personajes en el Tango
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El Gringo
Antiguamente, en nuestras tierras el gringo era cualquier extranjero
El Gringo

De la misma manera que no podemos imaginar la historia y la cultura porteña sin la vertiente hispano criolla, tampoco se concibe una Buenos Aires que excluya su lado gringo. Esa ciudad que durante siglos permaneció fiel a la estirpe colonial, cruza de español, criollo, mestizo, mulato, en la segunda mitad del siglo XIX se pobló de italianos, nuevos españoles, eslavos, árabes y otras nacionalidades y regiones del mundo.

El habla popular que es como el agua que busca el camino más corto, llamó tanos a los italianos; gallegos a todos lo españoles; turcos a los turcos y árabes en general; rusos a los originarios de Europa Oriental; y así fue acopocando y generalizando los distintos gentilicios.

Antiguamente, en nuestras tierras el gringo era cualquier extranjero; como se le sigue llamando en el resto de Latino América, en particular a aquellos de raigambre sajona. Con la llegada de grandes masas inmigrantes, el argentino comenzó a identificar al gringo exclusivamente con el italiano, y con esa visión los incorporó al tango, el teatro y demás artes. Con ese sentido el término paso a ser parte de la cultura popular.

Carrindanga con Gringos Verduleros – 1932

En el poema Martín Fierro (publicado en 1872), el autor pone en boca del personaje comentarios despectivos con respecto a los italianos que servían en el ejercito de línea, a los que llama gringos.

Fierro los tilda de ventajeros e inútiles. Esa subestimación del gringo refiere también a  las escasas cualidades ecuestres de aquellos italianos “enganchados”en el ejército, ya que la mayoría de ellos, habían sido agricultores o comerciantes o peones sin especialidad alguna.

El arrabal porteño hereda del gaucho el desprecio al gringo. Recién cuando este engendra la primera generación de hijos argentinos y los apellidos itálicos comienzan a sonar familiares en el conventillo, el corralón y el boliche de la esquina; y cuando los primeros tangos firmados con apellidos de ese origen se hacen populares; Buenos Aires asimila al gringo.

La Gran Aldea es una moderna Babel de duros contrastes: riqueza, miseria, palacios, conventillos. En ese caldero fragua la poesía y la música de  tangueros eminentes como Linning, Discepolo, Manzi, Sciamarella, Blomberg, cuyos apellidos delaten el origen.

Muchas letras de tango, se ocupan de la tristeza del gringo pór la tierra perdida; el “paese”. El sainete lo instala como personaje clave del grotesco; a la melancolía del extrañamiento se suma el “despegue” de los hijos del hogar. En el mejor de los caos, hacen familia, se cruzan con criollos o se casan con otros gringos, o turcos, o rusos. En el peor de los escenarios, las chicas se hacen “milonguitas” y los muchachos, gente de avería o compadritos.

El gringo le dio su identidad a barrios como  La Boca; un pedazo de Génova sobre el Riachuelo. Provocó trastornos curiosos como “subirse la tanada”, cuando alguien es presa de la ira.

Trabajó duramente  y sembró la geografía argentina de apellidos “tanos” y enriqueció generosamente el habla porteña, cuando aquel gringo “bozal” atacaba dificultosamente un castellano incomprensible y que el humor porteño llamó “cocoliche”.

No. No podemos concebir Buenos Aires sin aquellos gringos.
Del Libro Personajes en el Tango – Roberto Bongiorno – Editorial Unilat – 2010

Portada de la Partitura del Tango El Gringo

Pobre Gringo

Pobre gringo solo y triste
que a la América viniste
con tu carga de ilusión.
Porque sos hermano nuestro
y tú noble condición
a nuestra vida se aferra,
un jilguero de esta tierra
te dedica su canción.

Estas vírgenes llanuras, que han regado tus sudores,
con la alegre canzonetta, con el pico y l’acordión;
te acarician dulcemente y bendicen tus amores,
porque es savia de la vida que nos llena el corazón.
Gringo hermano, fue mi padre, como vos un pobre gringo,
Pampa adentro, pala al hombro, al sonar de su canción,
fue sembrando la semilla y poblando los desiertos
con las fuerzas de sus brazos y la fe de su ilusión.

Pobre gringo solo y triste
que a la América viniste
con tu carga de ilusión,
quiera Dios que tu tristeza
te acompañe mi canción,
y que el bien que nos has hecho
abra otro zurco en mi pecho
para darte el corazón.

Tango – 1928
Música: Antonio Scatasso
Letra: Juan Andrés Caruso / Alberto Vaccarezza

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