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Castagnino y la Realidad Social
Junto a Spilimbergo y a los pintores Berni y Lázaro, trabajo en el mural de la quinta del director del diario Crítica
Castagnino y la Realidad Social

Nació en Mar del Plata el 18 de noviembre de 1908. Su padre tenía taller donde forjaba herraduras. En la casa de Castagnino siempre había caballos, y fueron su primera fuente de inspiración para comenzar a dibujar. Su infancia transcurrió en un escenario donde la pampa y el mar se conjugaban para hacer aflorar su talento.

Juan Carlos Castagnino

A los veinte años se instaló en Buenos Aires e ingresó en la universidad para estudiar arquitectura, carrera que concluyo años más tarde. Pero su verdadera vocación era la pintura. Realizo simultáneamente estudios en la Escuela Superior de Bellas Artes Ernesto la Cárcova.

En la década del 30, frecuentó el taller de Lino Enea Spilimbergo. “Maestro de maestros”, la mayor enseñanza que ha dejado a sus alumnos fue seguramente la importancia del hombre y su entorno. Junto a Spilimbergo y a los pintores Antonio Berni y Enrique Lázaro, trabajo en el mural de la quinta del director del diario Crítica, dirigidos por el mexicano David Alfaro Siqueiros. También realizó, con diferentes artistas, pinturas Murales en las Galerías Pacifico (1946) y la Galería Flores (1958), en Buenos Aires.

En 1938, viajo a Europa. Tomo clases con André Lothe en Paris y luego recorrió Italia, pero el estallido de la Segunda Guerra Mundial hizo que regresara a la Argentina, en 1939.

Instaló su casa y taller en la avenida General Paz, un hogar sencillo y lleno de vida, que compartió con su mujer, Nina Haeberle, y su hijo, Álvaro Su avidez por plasmar en su arte la verdad lo llevó a recorrer el país tomado infinidad de apuntes. En ese momento, su preocupación era mostrar la realidad social del país. Sus obras de esta época muestran entonces la llanura, las costas del Litoral, las tierras pobres del Noroeste y su gente.

Envió obras a los salones nacionales y provinciales, y fue galardonado en varias ocasiones. Recibió el Primer Premio (1948) y el Gran Premio del Salón Nacional (1959), entre otros.

También, realizó exposiciones y fue premiado en el exterior: Medalla de Honor y Pintura en la Feria Internacional de Bruselas, Premio especial al Dibujo en la II Bienal Interamericana de México  Premio de Honor en el Salón Internacional de Saigón, Vietnam.

En 1952 viajó a China y tomo contacto con el arte oriental, que enriqueció su lenguaje plástico. Conoció y puso en práctica una antigua técnica de ese país que consiste en observar durante mucho tiempo el modelo que se quiere pintar y después arremeter la tela rápidamente, logrando así sus obras mayor dinamismo.

A su regreso, Castagnino continuó con su labor pedagógica en un pequeño taller en el barrio de Villa Insuperable, que se llamó Escuela de Arte Popular del Oeste. El maestro brindaba algunas clases magistrales pero era, sobre todo, la participación activa del alumnado la gran enseñanza que recibieron jóvenes pintores.

Realizó las lustraciones del Martin Fierro de José Hernández, que Eudeba (Editorial Universitaria de Buenos Aires) publicó en 1962. Para esto viaja al interior del país y buscó contactarse profundamente con los personajes y los paisajes de nuestro capo. Leyó muchísimo y no cayó en la simple representación de un gaucho. Supo encontrar “la imagen” del Martin Fierro, este personaje que, a raves de los años transcurridos, sigue siendo el prototipo del hombre argentino, muchas veces humillado pero con fortaleza, capaz de “cantar” sus penurias, su realidad.

Eligio la técnica del dibujo, de líneas bien marcadas logrando expresiones continentes. Fue el mayor éxito editorial de la historia argentina y, recientemente. , fue reeditado por Editorial Perfil. Su distribución fue masiva, tal es así que mucha gente conoció a Juan Carlos Castagnino, pero lo recuerdan como “dibujante”. De hecho lo fue, y un dibujante excelente, si los hay. El 21 de abril de 1972 murió en Buenos Aires, a los 63 años.

Chacra – Óleo Sobre Lienzo – 1964

Su Obra
En su larga trayectoria Juan Carlos Castagnino no se dejó influenciar por las tendencias plásticas ni los “ismos”. Siempre tuvo una imagen propia que fue evolucionando a través de los años y las experiencias vividas. Su producción se puede dividir en varias etapas.

En la primera, de formación, admiraba a Ramón Gómez Cornet, el contacto con él le permitió descubrir la realidad del país y sus habitantes. Spilimbergo influenció en su lenguaje pictórico y de maestro André Lothe tomo una composición más solidad de las figuras.

En la segunda etapa puso su mirada en la realidad social de nuestro país, en el habitante rural de la pampa y del noroeste. Su viaje a China (1952) inició una nueva etapa en la que su obra tomó un carácter más libre, con formas abiertas que ejecutaba rápidamente sin levantar la vista de la tela. A fines de los 50, fueron los personajes del arrabal y los suburbios los protagonistas de sus cuadros. Aquellas “orillas” de la gran ciudad, donde los costumbres rurales se entremezclaban con el tango.

Tierra Seca – Óleo Sobre Lienzo – 1965

Entre 1960 y 1962 debió abandonar  el óleo, ya que el aguarrás le producía una fuerte alergia.

Comenzó entonces a utilizar  otros materiales, como el acrílico. Hubo también un cambio en su lenguaje, incorporó elementos del impresionismo, el cubismo y el surrealismo, ya que consideraba que enriquecían el carácter plástico de las obras. Paralelamente, realizo series donde centro su atención en su hondo compromiso social, y no en lo netamente plástico.

Más allá de los cambios realizados, la obra de Castagnino es, como el  mismo la definió, ”el polo opuesto al abstractismo”. Una pintura figurativa que tiende a la representación de la “realidad” como principio y sustento.
Por Ignacio Gutiérrez Saldívar en Genios de la Pintura Argentina – Publicación de Editorial Perfil

Potros – Temple Sobre Hardboard – 1961

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