Por Amor al Arte
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El Caballo en el Arte
Nuestros Caballos - III Exposición Internacional Equina y de Industria Hípica
El Caballo en el Arte

El caballo ha sido motivo importante e insoslayable de inspiración tanto en la literatura como en la pintura y escultura. Recordemos que desde las primeras manifestaciones del hombre que se encuentran en diversas cuevas han sido los animales, y en especial el caballo, el principal modelo retratado.

Para los grandes personajes su representación montada en un caballo les otorgaba nobleza, calidad y prestigio, tanto que el conde duque de Olivares, quien fue uno de los hombres mas importantes de la España antigua y quien detentó el poder durante largos años, cuando le solicitó a Velázquez que lo retratase le manifestó que quería verse montando a pesar de que no era afecto a los caballos ni a la guerra. Así lo hizo Velázquez que quería complacerlo porque aspiraba a entrar en la nobleza, pese a que sus orígenes no se lo permitían.

Napoleón, que fue retratado en innumerables ocasiones, también disfrutaba de ser representado a caballo como triunfador de las grandes batallas. Una de las más bellas representaciones la realizó el príncipe Paul Troubetzcoy, quizás el más importante escultor de la “Belle Epoqué” a principios del siglo.

También era signo de distinción retratar a los nobles montados en su caballo. El mismo Troubetzcoy lo hace representando a la princesa Eliane, su propia mujer.

Ángel Della Valle – Incendio en La Pampa – 1900 – Óleo Sobre Lienzo

En el arte francés de fines del siglo XIX y principios del XX se destacan Blabierre, quien además de los temas de caballos se especializó en temas de caza. Pero quizás el mejor exponente de la escultura animalista del siglo XIX en “El Caballo Turco” realizado en 1855 por Antonie Louis Barye quien aprendió a esculpir de su padre herrero, y fuera director de la sección esculturas del Museo Louvre.

Barye representa en la escultura, lo que en pintura fueron Theodore Gericault y Eugene Delacroix. De esta obra existen dos versiones una con la mano izquierda levantada y otra con la mano derecha. Todo el vigor y la fuerza de los esquinos está presente en esta obra cumbre de la escultura universal.

Isidore Jules Bonheur proviene de una familia de animalistas, nació en Bordeaux hacía 1827 y estudió pintura con su padre Raymond, que fue un gran pintor, pero se dedicó en especial a las esculturas. Su hermana Rosa fue la pintora mas importante de fines del siglo XIX y prácticamente toda su temática está dedicada a los animales. Su hermano Augusto también fue un gran pintor de animales. Él se destacó como el gran escultor de caballos de su época.

Autor Romero Carranza

“Retorno del Pesaje” de 1870 es uno de sus clásicos, del cual existe una estupenda versión en el Jockey Club de Buenos Aires.  Su obra cumbre es “Le Grand Jockey”, del cual también existe una versión en la entrada del Jockey Club en su sede de la avenida Alvear.

Uno de los ejemplos mas interesantes del amor y la pasión por el caballo es el conde Arthur Marie Gabriel Du Passage, quien perdió sus miembros inferiores en la Guerra de Crimea y se dedicó a los últimos años de su vida a estudiar escultura con Barye y Méne. “El Palafrenero” es una de las obras cumbres. La misma fue realizada en sus caballerizas en Chantilly, Francia y representa a su palafrenero polaco paseándole al padrillo más importante de sus haras.

Emile Antonie Bourdelle, sin duda el más importante discípulo que tuvo Auguste Rodín, realizo una de las más trascendentales esculturas ecuestres del arte universal. Esta obra fue encargada en 1912 por Rodolfo Alcorta, diplomático argentino en Francia, Bourdelle finalizó el encargo en 1922 y fue inaugurada el 16 de octubre de 1926 por Marcelo T. Alvear en la Recoleta. Cuando envió su proyecto a Buenos Aires, el mismo fue observado por algunos críticos que sostuvieron que las esculturas ecuestres de militares deben llevar sobrero, Bordelle respondió: “El General Alvear en el fragor de la batalla perdió el sombrero”.  Es la escultura ecuestre más importante que existe en toda América y únicamente es comparable con el Marco Aurelio de Roma, el Calleoni de Venecia, y el Cattarmelata que se encuentra en Florencia.

Otro perfecto ejemplo de representación del caballo en el arte es Jean Luis Brown. Esta obra perteneció al Jockey Club de la provincia de Buenos Aires y durante 25 años presidió el hall central de la sede del club. Había sido expuesta por el autor en el Salón de París en 1906, allí la adquirió don Antonio Santamarina, uno de nuestros mas grandes coleccionistas, quien la donó a la Institución en 1944. El movimiento y el concepto de velocidad están magistralmente resueltos y es considerada el mejor ejemplo de arte ecuestre del siglo XX. En nuestro país, Adriana Zaelfferer sigue la escuela del gran pintor inglés sir Alfred Munnings y transmite su conocimiento y pasión por los caballos en su extensa y pasión por los caballos en su extensa y extraordinaria producción. Otro tanto puede decirse de Enrique Castro, quien sigue también la Escuela Inglesa iniciada por los hermanos Herring y ha retratado los principales padrillos de nuestro país.

Juan Carlos Castagnino – Tierra Seca – Óleo Sobre Lienzo – 1965

Rodolfo Ramos continúa la tradición de nuestro Ángel Della Valle y respeta a ultranza, no solo los pelajes y las características de los caballos, sino también los aperos y las tradiciones gauchescas. Florencio Molina Campos es en mi opinión el mas argentino de todos nuestros pintores, tiene un sello de identidad único, y es quien representó al hombre de campo de la manera mas fidedigna, como un hombre tierno, candoroso, trabajador, solidario, en fin, una buena persona… el mayor de los valores. Como el caballo y el gaucho están unidos por un cordón umbilical, lo representó siempre montado en su fil amigo y compañero.

Fernando Romero Carranza, criador de caballos criollos, conocedor profundo del cabello argentino ha dedicado a plasmas los mismos a través de una larga serie de exposiciones.

Motivado por la enorme pasión que siento por los equinos, hace cuatro años escribí el libro “El Caballo”. En él rato de contarles aquello que me interesó y que me ha llamado la atención a lo largo de mi vida. La obra recorre, en 253 páginas y 290 reproducciones, el origen del caballo en la tierra, su llegada a la Argentina en el siglo XVI, el uso del mismo por parte de los indígenas y su relación con el gaucho. También se destaca el caballo en el deporte y cómo ha sido representado en el arte universal. Las distintas razas que se crían en nuestro país, su participación en el ejército y las grandes hornadas en el Jockey Club.

Rancho

Así como para muchísima gente el caballo es una extensión natural de su propia humanidad y alma, el más noble de los animales también guarda una relación extremadamente estrecha con todas las posibles manifestaciones del arte.

Por Ignacio Gutiérrez Zaldivar – Nuestros Caballos – Producción Revista El Federal – Marzo 2007 – (Fragmento)

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