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La Gotita
“Lo que La Gotita pega / nada, nada lo despega”. El jingle que se difundió en la década de 1980 fue un verdadero hallazgo de publicidad
La Gotita

Por su carácter de uso masivo, La Gotita al igual que Poxipol y otras marcas legendarias, ya está instalada en el podio de los genéricos; es decir, es parte de aquellos productos privilegiados que el cliente los reconoce como si fueran únicos en su género.

La Gotita
“Lo que La Gotita pega / nada, nada lo despega”. El jingle que se difundió en la década de 1980 fue un verdadero hallazgo, en un medio altamente competitivo como era la publicidad argentina desde la segunda mitad del siglo XX. Los “cortos” televisivos de La Gotita con actores o dibujos animados (en general, un aborigen muy simpático), tenían una línea argumental iniciada por los publicistas de las campañas del cemento plástico “Poxipol”, producto elaborado por los mismos fabricantes de La Gotita. La publicidad consistía en mostrar un elemento de vajilla doméstica que alguien rompe accidentalmente y el aborigen ofrece la solución con el diminuto tubo de pegamento. Es todo. Pero se impuso “pegando” también en el oído de los televidentes, radioescuchas y caricaturas gráficas.

El célebre pegamento tiene una fórmula a base de etil cianoacrilato (CA). Puede pegar: metal, goma, porcelana, cerámica, plásticos, madera, materiales porosos, etcétera, en apenas sesenta segundos.

Por lo contrario, no sirve para unir superficies oxidadas, solventes, materiales contaminados con cualquier agente ácido, tampoco pega polietileno ni polipropileno ni se recomiendo para rellenar grietas ni intersticios. La adhesión puede soportar hasta 350 kilogramos por centímetro cuadrado de aplicación; pero disminuye su capacidad adhesiva cuando se expone a temperaturas elevadas o a la intemperie.

En muchos casos se utiliza para suturar pequeñas heridas, siempre y cuando, se haga responsable un profesional de salud. No obstante existen en el mercado pegamentos autorizados para uso medicinal, exclusivamente para el sellado de pequeñas heridas, evitando así, suturas y grampas.

Satiricón – Julio 1984

La “milagrosa” Gotita pertenece a la familia Poxipol; el cemento plástico que revolucionó la práctica de composturas, tanto caseras como de uso comercial, industrial y otras aplicaciones.

Cuando en 1961 Poxipol aparece en los comercios y los hogares argentinos, tuvo también su jingle estrella: aquel donde en una veloz sucesión de imágenes y “gags” de los protagonistas, se rompían vajillas, adornos y otros enseres domésticos, con un impresionante ruido a quiebre que sonaba como “crash…”. Acto seguido un coro enérgico gritaba: “Se arregla con Poxipol” y telón, diría un dramaturgo. Todo duraba pocos segundos, explicación de las bondades del cemento incluída. En esa línea sucesoria de publicidad, ubicamos el éxito de La Gotita, además de sus cualidades intrínsecas.

Se ofrece en tres presentaciones de uso doméstico e integra una extenso catálogo de productos: el pionero Poxipol, Poxilina, Poximix, Fastix, Poxiband, Poxitas, Poxiran sin tolueno, Poxiran transparente, Lakrit (espuma Mágica), El Pulpito y Voligoma, entre los más conocidos. Vale aclarar que cada producto cumple una finalidad diferente. El fabricante de toda la línea Poxi es la empresa argentina AKAPOL, fundada en 1962 por la familia alemana Kûhlche. En la actualidad la planta fabril se encuentra en la provincia de Buenos Aires y en plena producción.

Pero como sucede con cualquier producto industrial, no siempre todas las personas lo utilizan para los fines nobles para los que fueron creados. Como ejemplo, una anécdota que en su momento asombró al país. Se trata de un hecho delictivo que por lo novedoso e incruento, fue comidilla de los medios de comunicación durante semanas.

Sucedió en octubre de 2007 en una sucursal bancaria del barrio porteño de Palermo, en las inmediaciones del Hipódromo Argentino y el Campo Argentino de Polo.

El curioso hecho consistió como lo relata una crónica periodística del momento, en que “… los ladrones colocaron “La Gotita” en la botonera de un cajero automático y de ésta manera garantizaron que ningún usuario pudiera extraer el dinero que había sido cargado esa misma tarde para abastecer a los clientes durante el fin de semana largo. Luego, alrededor de las dos de la madrugada del sábado, los ladrones volvieron al cajero, ésta vez con un biombo que colocaron para obstaculizar la visión desde el exterior” (1).

Con esa técnica los delincuentes pudieron operar con absoluta tranquilidad y fuera de miradas indiscretas. De acuerdo a informes posteriores, en sólo cuatro minutos los saqueadores se llevaron tres de los cuatro cartuchos depositados en la máquina, conteniendo unos trescientos mil pesos ¡del año 2007!.

Más allá de éste episodio en el cual La Gotita fue un insumo involuntario pero esencial, la popularidad del producto se instaló también el lenguaje cotidiano de la urbe y su conurbano, por ejemplo, para referirse a quien se ve involucrado en un episodio conflictivo: “quedó más pegado que con La Gotita…”, suele comentar el hombre de la calle, con una mezcla de sorna y compasión.

Por su carácter de uso masivo, La Gotita al igual que Poxipol y otras marcas legendarias, ya está instalada en el podio de los genéricos; es decir, es parte de aquellos productos privilegiados que el cliente los reconoce como si fueran únicos en su género. En éste caso si busca un adhesivo para determinado uso, simplemente pide La Gotita.

1) Diario Popular –  Buenos Aires – 17-10-07.-

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