Personajes en el Tango
Fecha de Publicación:
Haragán
Del Libro Personajes en el Tango – Roberto Bongiorno – Editorial Unilat – 2010
Haragán

La falta de contracción al trabajo es seguramente un hábito que cruza épocas y culturas sin caracterizar a ningún pueblo en particular. Pero en nuestras porteñas calles, sacó patente de identidad, ya que haciendo abstracción de etapas caracterizadas por una fuerte desocupación, era común ver en cualquier barrio a gente, en particular hombres jóvenes y otros no tanto, luciendo un crónico estigma: haragán… vago.

“Ya nunca  me verás como me vieras
recostao en la vidriera…”

Se autorretrata Homero Manzi en el célebre tango Sur. Esa imagen de grupos de muchachos “recostaos” en la vidriera del almacén de la esquina, viendo pasar la vida, fue una estampa porteña clásica; y perdura en el Conurbano Bonaerense en el siglo XXI.

Vago, fiaca, fiacún, vagoneta, esquenún… son sinónimos que expresan una actitud ante la vida, mezcla de indolencia, desinterés, abulia. En criollo eso se traduce como “esquivar el cuerpo” al trabajo. El vocablo “fiaca” proviene del dialecto genovés y expresa desgano, languidez, sopor.

Es decir un estado físico y anímico. Seguramente no voluntario.

Esta condición de involuntario, de estado producto vaya uno a saber de que fuerza oscura o enfermedad no deseada, aleja al vago del rechazo y condena social que provoca aquel que “se tira a muerto”. Expresión anacrónica del habla popular porteña, durante muchos años “tirarse a muerto” significó correrse de un compromiso coyuntural, como colaborar en un trabajo colectivo, pagar en la mesa de café o en la pizzería, o asumir cualquier actitud que implique algún sacrificio o esfuerzo para el sujeto en cuestión.

El vagoneta o fiacún, suele ser inofensivo. Su vagancia contumaz, es conocida y aceptada por el entorno, suele no tener un peso encima pero eso no le impide contar con la aceptación de la barra de amigos que hasta lo “bancan” y lo aceptan como un par.

“Y… me salió así”, suele decir el progenitor meneando resignadamente la cabeza, ante el cuadro de abulia permanente que afecta a su descendencia.

Perdida la esperanza de padres, amigos y vecinos de que el “fiacún” se convierta en un ser productivo, la parálisis del “esquenún” es aceptada mansamente como un mandato del destino.

“Él es así”; la frase se instala indulgentemente entre quienes lo conocen y lo quieren.

Mientras que el vago es una especie de víctima socialmente aceptable, el que “se tira a muerto” es un individuo que concientemente adopta una actitud de prescindencia; elige ser vago, no comprometerse, dejarse estar; y suele jactarse de esa elección. Más emparentado con el vivillo que con el vago crónico, el que “se tira a muerto” suele contar con reflejos veloces que le permiten tomar las oportunidades que se le presenten.

En cambio, el “vagoneta”, en sus largas horas de ocio se reviste de un áurea de languidez y vacío fácilmente perceptible, sobre todo por quienes tienen que mantenerlo.

“Si hasta creo
que naciste de un carozo…
¡Sos más frío que un bufoso!
¡Ya no te puedo aguantar!”

Se queja el personaje que habla a través de la letra del tango “El que atrasó el reloj”, de Guillermo Barbieri y Enrique Cadícamo. El narrador, le recrimina a alguien que puede ser un amigo o un familiar, su condición de vago y las molestias y gastos que le ocasiona.

Nótese en esa estrofa, la impavidez atribuida al vago: “Sos más frío que un bufoso”, le dice.

Compara su frialdad a la de un “bufoso”; un revólver.

Para el barrio, el “vagoneta” no es un delincuente o un réprobo; sólo alguien tocado por la fatalidad.

Haragán

La pucha que sos reo
y enemigo de yugarla,
la esquena se te frunce
si tenés que laburarla.
Del orre batallón
vos sos el capitán,
vos crees que naciste

pa’ ser un sultán.
Te gusta meditarla
panza arriba en la catrera
y oír las campanadas
del relo’ de Balbanera.
Salí de tu letargo,
gánate tu pan,
si no yo te largo,
sos muy haragán!

Haragán,
si encontrás al inventor
del laburo lo fajás!
Haragán,
si seguís en ese tren
yo te amuro!
¡Grandulón!
Prototipo de atorrante robusto,
despertá si dormido estás,
pedazo de haragán.

El día del casorio
dijo el tipo e’ la sotana:
«El coso debe siempre
mantener a su fulana»,
y vos que interpretás
las cosas al revés,
que yo te mantenga
es lo que querés.
Al campo a cachar giles,
qu’ el amor no da pa’ tanto,
a ver si se entrevera
porque yo ya no lo aguanto.
Si en tren de cara rota
pensás continuar
«Primero de Mayo»
te van a llamar!

1928 – Tango
Letra: Manuel Romero – Luis Bayón Herrera
Música: Enrique Delfino

El que Atrasó el Reloj

¡Che, Pepino,
levantate ‘e la catrera,
que se ha roto la tijera
de cortar el bacalao.
¿Qué te has creído?
¿Qué dormís pa’ que yo cinche?
¡Andá a buscar otro guinche
si tenés sueño pesao!
¡Guarda, que te cacha el porvenir!
¡Ojo, que hoy anda el vento a la rastra
y el que tiene guita, lastra,
y el que no, se hace faquir!

¿Querés que me deschave
y diga quién sos vos?
¡Vos sos, che, vagoneta,
el que atrasó el reloj!

¿Con qué herramienta te ganás la vida?
¿Con qué ventaja te ponés mi ropa?
¡Se me acabó el reparto e’ salvavidas!
Cachá esta onda: ¡se acabó la sopa!
¡A ver si cobrás un poco impulso,
pa’ que esta vida de ojo no se alargue!
¡Ya estoy en llanta de llevarte a pulso,
buscate un changador pa’ que te cargue!

Si hasta creo
que naciste de un carozo…
¡Sos más frío que un bufoso!
¡Ya no te puedo aguantar!
En la sangre me pusiste una bombilla,
y hoy me serruchás la silla
cuando me quiero sentar.
¡De esta ya no te salva ni el gong!
¡Guarda, que se me pianta la fiera!
Levantate ‘e la catrera,
que voy a quemar el colchón.

Tango – 1933
Música: Guillermo Barbieri
Letra: Enrique Cadícamo

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