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Cuello Duro
Trabajo y Cuello Duro - Fontanarrosa Casi Entero - Ediciones de La Line - 1974
Cuello Duro

El calificativo alude más que a ese complemento de la indumentaria, al status social que caracterizó a los sectores medios de la Argentina durante los años previos al peronismo; cuando el “cuello duro” y la corbata eran elementos insustituibles de oficinistas, profesionales, estudiantes y todos aquellos que consideraban la imagen personal, como un código de pertenencia.

La ropa era un elemento sustancial para marcar las diferencias de clase; cuello duro, corbata y sombrero fueron hasta bien entrada la década de 1940, un rasgo distintivo

de quienes por opción o necesidad – estaban los que debían “vestir bien” por cuestiones de trabajo – se diferenciaban de “los pobres”, como se denominaba genéricamente a los que exhibían una vestimenta proletaria; constituida por ropa de menor calidad, gorra o sombrero barato, pañuelo al cuello en lugar de corbata o moño, saco o casaca a veces encima de una camiseta de frisa, faja o tirador reemplazando al cinturón de cuero y como calzado, el símbolo de toda una época de oprobio: la alpargata, ya que los zapatos de cuero por lo general eran inalcanzables para el trabajador manual o de servicios no administrativos; ya que en éstos últimos casos como ya se mencionó, camisa y corbata formaban parte del cuerpo del oficinista o del vendedor.

¿Por qué cuello duro? porque en las primeras décadas del siglo XX las impecables camisas blancas tenían un artilugio que permitía estirar su uso; el cuello intercambiable. Este postizo era por lo general de celuloide – los materiales plásticos se difunden después de la Segunda Guerra Mundial – y de vida efímera, por lo tanto implicaba un gasto más. La otra opción era usar la camisa de algodón con un baño de almidón para que mantenga la rigidez, en particular el cuello y que se aplicaba casi obligadamente a la camisa blanca; un tratamiento trabajoso que en general corría por cuenta de “la patrona”. Esta era la esposa, pero podía ocuparse la madre u otra fémina de la familia del beneficiario o se entregaba a alguna mujer que “planchaba para afuera”  para que se encargara  de ese menester casi ritual. La socialización masiva generada en la década peronista – 1946 / 1955 –  a partir de una fuerte redistribución del ingreso que genera el acceso al consumo de vastas capas de población, provoca cambios culturales y también democratiza la vestimenta, desapareciendo al menos en las ciudades, esas diferencias de clase profundas que entraban por los ojos. Con el auge de los plásticos llegan las camisas que no se planchan; las populares “Wash & Wear” – lave y use – que en sintonía con los nuevos tiempos, permiten lavarlas y usarlas sin pasar por la plancha; conservando un correcto cuello duro. Marcas como “Lavi Listo” y “Manhattan” se convirtieron en sinónimos de camisa que no se plancha.

Ya en el terreno político y social, el trabajador de algunos servicios como bancario, empleado del Estado en sus distintos ámbitos, vendedor y administrativo en general y que suele provenir de la clase  media baja, se lo estigmatizó en aquellos años de prejuicios y diferencias sociales profundas, como trabajador de “cuello duro.” Para diferenciarlo de las entonces grandes masas fabriles cuyo rasgo distintivo comenzaba con la ropa.

En el siglo XXI, esa caracterización ha caído en desuso, inclusive en el lenguaje de algunos medios de comunicación que suelen ser amigos de las adjetivaciones gráficas como la mencionada. En el terreno sindical, esos cientos de miles de trabajadores de servicios administrativos son representados por sólidas organizaciones gremiales que trabajan coordinadamente con sus pares del sector industrial y servicios de otras características. El “cuello duro” como estigma, fue camino al baúl de los recuerdos acompañando al cuello de celuloide y las camisas con almidón.

Testimonios

Cuello Duro: Leng. Pop. Locución adjetiva. Despectiva.
Se refiere a políticos inalcanzables. Trabajadores de escritorio.

“‘Esto es una zona liberada para los malandras y el principal responsable es el fiscal’, explotó Miguel Eldestein, apenas tomó la palabra ni bien se inauguró la reunión. ‘Y algunos hombres poderosos de la política, esos de cuello duro, también están detrás de esto’.”
Por Oscar Balmaceda – La Nación – 06-05-01

Cosas de Ayer y de Hoy – “El Cuello Duro
El cuello duro desaparece poco a poco de las calles porteñas.- Con el comienza a extinguirse un símbolo de larga y sazonada historia.- Hace más de un cuarto de siglo los porteños los compraban de celuloide, que eran efímeros y amarillentos; dos posturas y se acabó.- Y ante la invasión de la camisa de cuello “pegado”, el duro quedó reservado para los casamientos propios y ajenos, para los banquetes de compromiso y para las grandes aventuras, de esas que ponen frente a frente a un quídam inocente con la extraña mujer esbelta, de ojos verdes y tormentoso pasado.-Cuando nevó en Buenos Aires- una fecha que marca época-, los estudiantes que ingresaban en el nacional cambiaban el cuello redondo y la corbata voladora por el “yuguillo” recto, que daba categoría e importancia.- A mí me llamaban así, “yuguillo”; por un cuellazo bestial, que me atormentaba.

Pertenecía a mi tío, el opulento, que festejó mi sexto grado encajándome también un sombrero hongo, cuyo doblez se sujetaba por dentro con un clip, y que mis compañeros bautizaron con el nombre de “Caproni” por sus alas desmesuradas, y un par de zapatos puntiagudos, que parecían copiados de una armadura antigua, por la forma y por rígidos.

En la hora crepuscular del cuello de plancha, va extinguiéndose también su complemento, el botón de metal, que nos dejaba en la garganta, debajo de la manzana de Adán, un hueso verdoso, aquel botón que, invariablemente, se extraviaba cuando íbamos a salir “de etiqueta”.- Y se han extendido también, acaso para siempre, las corbatas con el nudo hecho, que se sujetaban en un santiamén por debajo del “yuguillo”.

Cuando marcho por la avenida de Mayo y tropiezo con algún porteño viejo, que aún se aprieta la garganta con el cuello duro, sueño con mis días de estudiante.- Y si pasa junto a mi otro, maduro y serio, erguida la cabeza dentro del potro inmaculado, pienso que va en busca de la mujer de los ojos verdes y desfallezco de envidia.
P B T N° 738- 10-11-50- Por El que te Dije

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