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Juan Moreira
A partir de 1869 la Suerte Deja de Mimar a Moreira
Juan Moreira

Juan Moreira nació en el entonces partido de San José de Flores, el actual barrio porteño de Flores. En 1833 el nombre con el que había sido registrado fue Mateo Blanco Ventura. No hay documentación que explique la mudanza de  identidad, pero no sería ajena a esa decisión, su azarosa vida adulta. El hombre se habría afincado durante años en el vecino partido de La Matanza, pero a mediados de la década de 1860, ya era conocido en los pagos de Lobos, Navarro, Salto, Saladillo y 25 de Mayo; tierra videnta entonces, con el estigma de la frontera marcado por el malón inesperado o la banda de salteadores que con la misma decisión caía sobre el poblado desguarnecido o aniquilaba la partida de soldados aislados  en la inmensidad de la llanura. Moreira a pesar de su indumentaria, su estirpe gauchesca y su renombre, no era un gaucho cualquiera caído casualmente en desgracia; era hombre de confianza del caudillo bonaerense, luego ministro de Guerra de Nicolás Avellaneda y también gobernador de Buenos Aires, el todopoderoso Adolfo Alsina.

Prueba de esa intimidad, serían el soberbio caballo y el legendario facón que lo acompañó hasta su muerte; el arma y el animal fueron regalados por el jefe del Partido Autonomista a Juan Moreira hacia 1866, cuando el gaucho gozaba de todo su prestigio y se codeaba con algunos hombres del poder político. La crónica hacia esa fecha, hace presumir que Juan Moreira era uno de los hombres de acción del autonomismo bonaerense liderado por Adolfo Alsina; el partido  de los “crudos” como los llamaban sus opositores.

Pero a partir de 1869 la suerte deja de mimar a Moreira. El 5 de agosto de ese año en la ciudad de Navarro la justicia inicia un expediente por el asesinato del teniente alcalde Juan Córdoba. Juan Moreira es acusado del crimen y sobre la violencia del encuentro, hablan las heridas del cadáver: tenía 29 puntazos de arma blanca. La ficha policial define a Juan Moreira como “prófugo y asesino”. Soltero de 28 años, blanco y de regular estatura. Algo grueso, de ojos pardos, nariz regular, pelo castaño, barba negra y larga en candado, algo picado de viruela. Su indumentaria es la del gaucho: chiripá, poncho, sombrero, pañuelo de seda al cuello y botas de cuero. Obviamente es hombre de a caballo.

A partir de esa caída en desgracia, Moreira inicia un periplo que lo enfrenta a policías y a los poderosos del dinero y la política. Paralelamente a sus andanzas, la leyenda se va entremezclando con la historia y la crónica policial.

Los años de plomo que transcurren entre 1869 y su muerte en 1874, hablan de un Juan Moreira que como Hormiga Negra y décadas más tarde Mate Cosido y Bairoletto, “roban a los ricos para dar a los pobres”, según el imaginario popular.

Las correrías de Moreira hablan de un record impresionante: 16 muertes le son atribuidas y 9 de ellas con arma blanca; tal vez haya utilizado el famoso facón caronero de 84 centímetros  de extensión y 740 gramos de peso, con un solo filo tipo sable de caballería, que le fue obsequiado por su amigo y protector Adolfo Alsina en tiempos mejores. Lo real es que cuando se inicia la persecución judicial, Moreira queda solo, lo abandonan sus allegados del poder y sólo el gauchaje lo protege y lo admira; es que en la solitaria cruzada de Moreira y sus compañeros, el hombre de la campaña sometido a la doble presión  de los malones de los indios alzados y los atropellos del juez de paz, ven en el accionar del matrero, una forma de reivindicación, de reestablecimiento del principio de justicia, así sea por mano propia y en forma primitiva.

Así las cosas, una partida policial “traída de ajuera” según testimonios de vecinos de la época, al mando del teniente Pedro Bartón secundado por el Sargento Chirino, llegan hasta la pulpería y prostíbulo denominado La Estrella, ubicado en la esquina de Chacabuco y Cordoner de la localidad de Lobos en la noche del 24 de abril de 1874. Allí los uniformados sorprenden a Julián Andrada, lugarteniente de Moreira.

Acto seguido, rodeada la habitación en la que Moreira se encontraba con una mujer llamada Margarita, uno de los que venían a detenerlo lo habría intimidado:

“Abra compadre Moreira y entréguese…la policía viene a prenderlo.”

El sitiado deja salir a la mujer y luego se inicia un intenso tiroteo. En un momento determinado y al grito de “Aura, pues” se abre paso a balazos y repartiendo golpes con su facón, alcanza a ganar la tapia del fondo del  establecimiento, seguramente con la intención de saltar  sobre el caballo que lo aguardaba del otro lado. En el preciso instante en el que comienza a trepar la pared, el sargento Chirino, que el facón de Moreira le había cercenado cuatro dedos en la embestida anterior, le clava una bayoneta por la espalda mientras el gaucho lo hiere de un disparo en la cara. Ambos caen exánimes.

Se Cierra la Existencia Física de Juan Moreira pero Nace la Leyenda.

La extraordinaria repercusión que tuvo la historia de Juan Moreira a partir de la publicación  en serie según la pluma del escritor Eduardo Gutiérrez, se debe no sólo a los méritos  del autor que supo encontrar el lenguaje y las claves apropiadas para el tratamiento del drama, sino al hecho de que el personaje había adquirido categoría de mito mucho antes de convertirse en figura literaria.

En 1879, Eduardo Gutiérrez comienza a publicar en el periódico la Patria Argentina su  Juan Moreira. La historia ubicada en el género  folletinesco, con la carga de desvalorización que tenía para la literatura de la época, en que predominaba el esteticismo de la llamada Generación del Ochenta, encuentra una inmediata respuesta del público, que sigue con fervor las andanzas noveladas del gaucho de Lobos. Semejante adhesión popular tenía un antecedente inmediato en el Gaucho Martín Fierro de José Hernández publicado en 1872 y que alcanzara una cantidad de ediciones sin precedentes. No es casual que el mismo año en que comienza a publicarse Juan Moreira (1879), es el año en que aparece La vuelta de Martín Fierro. Es que entre ambas historias, una de riguroso realismo pues está tomada de la crónica policial (Moreira) y la otra creada como paradigma del gaucho en una etapa en que como sujeto está marginado de la Historia (Martín Fierro), existe un marco común que encuadra la vida real de mucha gente, cuya existencia cotidiana está cruzada por un sin fin de arbitrariedades y frustraciones originadas  en un orden político ficticio. El folletín de Eduardo Gutiérrez, en cuyo mérito ni el propio autor creía, ya que en una carta a su amigo Miguel Cané le pide por favor que no lo lea, es tomado como argumento para una representación teatral por el actor José (Pepe) Podestá y puesto en escena con el formato de mimo, el 2 de junio de 1884 en el teatro Politeama. Esos primeros  intentos de instalar a Moreira en el teatro pasan sin pena ni gloria, pero a partir de la representación dialogada que el mismo Podestá y su compañía estrenan el 10 de abril de 1886 en Chivilcoy, la obra se convierte en un clásico del teatro popular, y l a compañía de Podestá que recorre el país, no pasa una función sin verse obligado  a representar el Juan Moreira. No es exagerado pensar que el denominado circo criollo (ya que las primeras representaciones se realizaban con carpa y picadero), tuvo buena parte de su éxito con las puestas en escena de Juan Moreira.

Pero la leyenda de Moreira no se agota en el teatro ni en la novela. El poeta de Palermo Evaristo Carriego, por cuya sangre corría sangre de montoneros entrerrianos, supo descubrir en la trayectoria de Juan Moreira algo más que la crónica policial o la rebelión social instintiva: entrevió el culto al coraje. Ese culto que otro palermitano, Jorge Luis Borges afinaría hasta transformarlo en milongas inolvidables. Carriego, creador de estampas tangueras señeras, en su poema El Guapo que integra el libro El alma del Suburbio, dedica esa pieza a “San Juan Moreira, devotamente.”

También el radioteatro en sus años de oro, recuperó la figura de Juan Moreira y de la mano de Juan Carlos Chiappe, dio un  nuevo impulso al gaucho legendario.

Finalmente, a mediados de la década de 1970, el cineasta Leonardo Favio con el rol protagónico del actor Rodolfo Bebán, estrena su Juan Moreira; un film que cierra brillantemente un ciclo artístico que se extendió por casi un siglo, perpetuando el recuerdo de un personaje que aunque discutible en sus acciones, la memoria popular lo definió como uno de los suyos. El cráneo de Juan Moreira lo mismo que su facón, se encuentran en la casa-museo  Juan Domingo Perón del Partido de Lobos.

La Obra de Teatro

Juan Moreira es una obra de teatro considerada como la pieza fundadora del teatro rioplatense. Fue escrita por el argentino Eduardo Gutiérrez inicialmente como novela y publicada como folletín entre 1878 y 1880. Es considerada uno de los textos más importantes de la literatura argentina y del romanticismo hispanoamericano.

Ante el éxito de la novela, un circo estadounidense le pidió a Gutiérrez que realizara una versión mímica-dramática para que fuera representada en los espectáculos circenses, cosa que aquel realizó en 1884. En 1886, José Podestá le puso letra a la obra, tomándola de la novela y la representó durante varias décadas, convirtiéndola en uno de los éxitos históricos más importantes del teatro argentino.

José Podestá Interpreta a Juan Moreira

La Película

Juan Moreira es una película argentina dramática-histórica de 1973 dirigida por Leonardo Favio, producida por Juan Sires y protagonizada por Rodolfo Bebán. Está basada en la novela homónima escrita por Eduardo Gutiérrez. Fue estrenada el 24 de mayo de 1973,1​ y ganó el Cóndor de Plata a Mejor película en 1974. Es considerado un clásico del cine de su país y uno de los mejores films de Favio.

El Mural en Lobos

El Jueves 15 de Diciembre de 2016 se Inauguró el mural de Juan Moreira que desarrollé en la ciudad de Lobos, Provincia de Buenos Aires. Se presentó el circuito turístico “Moreira Inmortal” dentro del programa provincial “Los Caminos de Moreira” a cargo de la Dirección de Turismo del Municipio de Lobos. Una vez finalizado el recorrido se proyectó al aire libre con el apoyo del INCAA el film “Juan Moreira” (1973) de Leonardo Favio. Se contó con la presencia de Salomé, la hija del director de la película, que fue rodada en su mayoría en Lobos. Además se exhibió el documental “Los extras de Moreira” de Guillermo Sapienza y las dagas de Juan Moreira, un gran aporte del Museo Juan Domingo Perón y su Director Rubén Basiles. Agradecemos el aporte de algunas de las fotos de Susana Miquel.

Nico Battista Art

Mural de Juan Moreira en Lobos
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