No Hay Como Tener un Buen Olfato
La terquedad en no querer cuidar la vida propia, ni la de los demás, deja ver la soberbia y la estupidez humana que, tan antigua como el mundo, hoy tiene una gran vigencia. Ponerse la vacuna es la única forma de terminar con el flagelo que nos azota. Cuantos más vacunados más inmunidad, cuanta más resistencia a hacerlo más tiempo en deshacernos del “virus rey”. Sin dudas, que la vacuna salva de las formas más profundas del sufrimiento humano, no solo para quien la padece sino para sus familias.
Por experiencia propia, con dos dosis aplicadas, igualmente contraje el virus. Claro que, de forma más suave, no obstante, un día de fiebre bastó para sentirme mal e inquieta. Luego, un deseo de descanso que el cuerpo solito me enviaba a reposo, y al tercer día, la pérdida del gusto y olfato. Dos sentidos que le dan sentido (valga la redundancia) a la supervivencia: comer para vivir. Pero, descubrí que el hambre necesita del sabor y del olor a la comida, sin ello, el hambre se convierte en un ayuno que apenas se interrumpe con algo en el estómago como para que las tripas no suenen. Comer sin gusto me llevó a reparar en el ruido de mi propio masticar y además, advertí conscientemente, la textura de los alimentos que rebotan de pared en pared dentro de mi boca, y digo rebotan porque sin sentir el gusto de los alimentos, el hecho de masticar es un movimiento mecánico que poco tiene que ver con el deseo de hacerlo.
El acto de comer lleva implícito todos los sentidos, el de la vista es importante, pero para lograr algún deleite es necesario percibir la intensidad y la armonía de los gustos: dulce, salado, agrio, etc. Perderlos de alguna manera nos lleva a un punto ciego del acto de comer. Más allá de esto que, no deja de ser anecdótico para el mundo del Covid, me puse a pensar en la fortuna de haberme vacunado y del valor de todo lo que hizo el Estado, es decir, los gobernantes, por cuidar nuestra salud en tiempos de pandemia. Podrán contarla como quieran hoy, pero mañana sin dudas, habrá un gran capitulo que nuestros tataranietos estudiarán, que quizá se titule: La pandemia y la política de Estado para paliar sus efectos. Por otra parte, como decía mi abuela, no hay como tener un buen olfato y saber de qué lado habita la vida…