El desamor nos puede llevar a una pérdida de la capacidad del conocimiento a través de la mirada; el desamor nos cambia de perspectiva… Tanto el desamor, como el enamoramiento, nos pueden servir como herramienta para el propio conocimiento.
Por Claudio Valerio
Con todas sus posibles interpretaciones, «el amor nos hace conocer», hace referencia a que el amor nos lleva a un mayor conocimiento y comprensión tanto de nosotros como de la otra persona; esto es ya sea desde lo romántico, como lo familiar. Y esto se manifiesta desde ya sea la comprensión de las necesidades y emociones del otro, como el aceptar sus virtudes y defectos.
El desamor nos puede llevar a una pérdida de la capacidad del conocimiento a través de la mirada; el desamor nos cambia de perspectiva… Tanto el desamor, como el enamoramiento, nos pueden servir como herramienta para el propio conocimiento.
La poeta y escritora de nuestra hermana República de Chile, Doris Mabel Peña Sepúlveda, nos presenta a esa herramienta inconsciente que muchos utilizan, la mirada; ella puede mostrar sentimientos como alegría, sorpresa, tristeza, miedo; también puede ser un reflejo del alma… Una mirada puede transmitir confianza, interés, o incluso desprecio; con ella es mucho lo que podemos comunicar; incluso, a veces, más que las palabras.
Doris Mabel Peña Sepúlveda (Chile)
De tu Mirada Ausente
Como un ramillete de rosas, las miradas cautivas quedaron, colibrí en la ventana, ruiseñor en la rama, se ha dormido el poeta, sobre un blanco lienzo de mudas palabras.
De tu mirada ausente, destellos de luna plateada reflejados, en la mar de tu sonrisa olvidada, aroma a jazmines rondando, la habitación del alma.
Cerraron el cerrojo de tu corazón de acero, las palabras marchitas que salieron de tu boca, en el vacío silencio del mundo de cristal creado.
Llovieron los recuerdos, sobre una cama vacía, los ajuares del tiempo, colgaron sus aromas las violetas del día, como paloma blanca, tu caricia calma el ansia de la pasión dormida.
De tu mirada ausente, resbala la sombra de tu figura, cascada de emociones bañando tu ingenua inocencia, entre el rugido del viento que peina tu cabello y besa tu boca.
Embriaga el alma con el dulzor del recuerdo, entre la luna y el alba, solo remoto segundo separa el etéreo momento de la magia del sueño.
Volverán los recuerdos a dormir en tu cama, a soñar días nuevos, a despertar el alba y entre silencio y silencio, solo tu mirada ausente queda…
Desde la ciudad de Campana (Buenos Aires), recibe un saludo, y mi deseo de que la vida te sonría y permita que prosperes en todo, derramando sobre ti, Salud, Paz, Amor, y mucha prosperidad.
Claudio Valerio
© Valerius