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Carillón de La Merced
Es un instrumento de percusión, formado por un conjunto de campanas afinadas para producir melodías
Carillón de La Merced

“Yo no sé por qué extraña
razón te encontré
carillón de Santiago
que está en La Merced”.

Así dice la primera estrofa de “Carillón de La Merced», el tango que compusieron Alfredo Lepera y Enrique Santos Discépolo en 1931. La pieza no tiene mayores referencias temporales o geográficas, salvo cuando nombra a Santiago y La Merced; en ésta última mención a nadie escapa que alude a un templo católico.

Pero ¿de qué Santiago habla, Del Estero, de Compostela o de Chile?

Basílica de la Merced – Santiago de Chile

Se dice que en una noche de 1931 estando en la capital chilena la compañía teatral que acompañaban Discépolo y Lepera, escucharon las campanas del carillón de la cercana iglesia de La Merced. Cuenta Discépolo que experimentó una sensación extraña pero agradable, lo que lo impulsó a que junto con el poeta Alfredo Lepera, escribió y musicalizó el tango mencionado. Dicha pieza fue estrenada por la cantante Tania en un teatro santiaguino dentro de la misma gira, obteniendo un éxito rotundo.

La otra pregunta que suele hacerse mucha gente es ¿qué es un carillón?, o carrillón, ya que ambas expresiones están aceptadas. Es un instrumento de percusión, formado por un conjunto de campanas afinadas para producir melodías. Se tañen mediante badajos que a su vez, son accionados mediante una consola que cuenta con un teclado y pedalero. En general, están en torres de iglesias y algunos edificios públicos, como es el caso de la actual Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA); heredera del antiguo Honorable Concejo Deliberante porteño.

Si bien los orígenes de los carillones se pierden en el tiempo, se cree que ya eran conocidos en China y en la Roma antigua. En éste caso, era usual colocarlos en el ingreso de las viviendas ya que se trataba de pequeños tubos o campanitas metálicas, que las agitaba el viento produciendo sonidos agradables; además de atribuirles la propiedad de dispersar “malas ondas”, exactamente como se siguen usando en pleno siglo XXI; son esos pequeños xilófonos colgantes que vemos en los umbrales y patios de las casas. Los romanos los llamaban tintinnabulum. El paso de los años y las transmutaciones idiomáticas, no anularon esa reminiscencia de que se trata de algo que tintinea; cada cultura le agregó después, el sentido que quiso darle a ese misterioso movimiento de las piezas y su significado esotérico.

Pero el carillón de grandes campanas similares a los que hoy conocemos, habría comenzado a difundirse en el siglo XII en los Países Bajos y algunas regiones de Francia.

El perfil definitivo con los cambios que produjeron los avances técnicos, se puede ubicar en el siglo XV. Las iglesias católicas que contaban con la infraestructura adecuada, adoptaron esa modalidad de tañer campanas, con el sentido litúrgico que dicha ceremonia conlleva.

El sustantivo carillón se habría originado en el francés quadrillón, que significa “cuatro campanas”.

La denominación no es caprichosa, ya que en su etapa medieval, los carillones de iglesias solían contar, básicamente, con cuatro campanas. Un dato que por obvio no es menor, es que cuando tañen las campanas del carillón, éstas están fijas y lo que se mueve es el badajo, que golpea la pieza generando el sonido.

A medida que la ciencia mecánica avanzó, fue posible programar combinaciones melódicas sencillas, hasta avanzar de las cuatro combinaciones originales, hasta más de ochenta.

Volviendo al carillón que seguramente reviste más interés para los moradores de la Ciudad Capital argentina, es el de la Legislatura porteña.

Carrillón del Concejo Deliberante

Un año antes que Enrique Santos Discépolo y Alfredo Lepera dieran a conocer su “Carillón de La Merced” en la capital trasandina, el entonces Honorable Concejo Deliberante de la Ciudad de Buenos Aires, estrenó un carillón de nada menos treinta campanas, cuyo peso oscilaba entre 25 kilos las más pequeñas y varias toneladas las más grandes.

Las campanas se importaron de Alemania por gestión del arquitecto Héctor Ayerza, diseñador del Palacio Legislativo y fueron instaladas en la torre del flamante edificio, pero como el sonido no fue el esperado, se bajó el artefacto a la pérgola del cuarto piso de dicho edificio. Allí la empresa fabricante instaló el carillón, demostrando que el problema era la edificación de la torre que distorsionaba el sonido. La estructura de metal provisoria, duróvarias décadas y esa pieza histórica pasó muchos años sin funcionar.

El carillón municipal sufrió los avatares de la política porteña y sus limitaciones presupuestarias, pero el 23 de abril de 1997, después de enmudecer durante dieciocho años, el carillón volvió a sonar. Ese mediodía, miles de porteños que transitaban el Centro de la urbe fueron sorprendidos por los acordes de la Marcha de San Lorenzo ejecutada apuro golpe de badajos y campanas. Poco antes, una delegación del gobierno alemán que se hizo cargo del 65 por ciento de los gastos de reparación del carillón, accedió al campanario acompañada por autoridades del gobierno porteño.

Entonces el organista Carlos María Morelli accionó la pianola que mediante electricidad, pone en movimiento las treinta campanas de uno de los carillones más importantes de América del Sur.

El ejecutante interpretó los himnos Nacional Argentino y el Alemán y completó el concierto con piezas de Mozart, el tango “El día que me quieras” y una canción folklórica alemana.

Como se ha dicho, cerró la función con la histórica marcha sanmartiniana.

En el año 2007 el carillón fue sometido a nuevas reparaciones y se ejecutó un megaconcierto de campanas, que incluyó el artefacto municipal y unas treinta campanas más, distribuidas en quince campanarios de once sedes ubicadas en el radio céntricoporteño. El inesperado concierto fue oído por más de cien mil personas en el Macrocentrode Buenos Aires. El director artístico fue el español Llorenc Barber asistido por decenas de músicos y campaneros.

El carillón del “Concejo Deliberante” como le siguen llamando algunos porteños nostalgiosos, está muy lejos en popularidad de nuestros máximos monumentos, pero es bueno reconocerlo como patrimonio innegable de la ciudad, más allá del valor histórico y artístico que nadie le discute.

Carrillón de la Merced

Carillón de La Merced

Yo no sé por qué extraña
razón te encontré,
Carrillón de Santiago
que está en la Merced,
con tu voz inmutable,
la voz de mi andar,
de viajero incurable
que quiere olvidar.

Milagro peregrino
que un llanto combinó.
Tu canto, como yo,
se cansa de vivir
y rueda sin saber
dónde morir…

Penetraste el secreto
de mi corazón,
porque oyendo tu son
la nombré sin querer.
Y es así como hoy sabes
quién era y quién fue,
¡la que busco llorando
y… que no encontraré!

Mi vieja confidencia
te dejo, Carillón.
Se queda en un tañir,
y al volver a partir
me llevo tu emoción
como un adiós.

Tango – 1931
Música: Enrique Santos Discépolo
Letra: Enrique Santos Discépolo / Alfredo Le Pera

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