Semblanzas
Fecha de Publicación:
Realidad Tanguera
Semblanza de Pablo Diringuer sobre una realidad que siempre está
Realidad Tanguera

Mireya y Malena, dos nombres… bien tangueros… sí; me sonaban a mujeres etiquetadas en sustantivos propios de otra época bien a destiempo de las últimas generaciones en donde una moda oculta imponía oleadas de otras idénticas identidades al por mayor.

Los nombres de las pibas y pibes mutaban al compás de vaya a saber qué parámetro u onda planetaria cuya ventisca imantaba de eco las actitudes de las personas, o sea, personas en plena función de padres que, la madre naturaleza había dotado de poderes decisorios sobre recién llegados a este mundo.

Malena y Mireya todavía no eran mujeres; eran dos niñas de ocho, o diez años aproximadamente cada una y, sus cachetes y sus rodillas estaban sucios mientras corrían al son de alguna escondida, presagio real de la simpleza hecha felicidad.

Eran las tres de la tarde por la zona del barrio de Chacarita y el que las cuidaba, estaba sentado sobre una silla al revés, con el respaldo en medio de sus piernas; parecía ser el padre de ambas y mientras les gritaba un orden obligado al acatamiento, bebía de una caja de cartón metalizado, un brebaje que en su cubierta decía «Vino».

El paredón plagado de ladrillos huecos anaranjados y, medianamente parejo, servía de límite entre el mundo o la civilización «normal» por un  lado; y el otro, el indescifrable, el que asistido por el Estado «cobraba algún plan o qué se yo algo así».

La diferencia saltaba a la vista; el aparente señor padre de las nenas sentado delante del paredón bebía su licuado alcohólico a esas horas tempranas; el «común» de la gente aceleraba el paso en esas cuadras un poco por su vorágine, otro poco por… «la falta de seguridad en tan complicado territorio».

Las nenas seguían jugando y se escondían por entre los vericuetos de un carro cartonero, todavía inerte por lo tempranero de la hora, ya que los mismos, inundaban la ciudad bien entrada la noche con la sola y perspicaz idea del aprovechamiento del descarte urbano en el horario nocturno.

Malena y Mireya, una vez más corrían y su cuidador, todavía en su silla al revés les gritaba su orden pre establecido mientras arrastraba su voz llena de alcohol encajonado; -¡Vení te digo! -le gritó a una de ellas, mientras se sacaba el cinturón-

Malena o Mireya se acercó sumisa, casi asustada y, ante el menor amague violento del tipo se perdió tras el paredón.

La otra Mireya o Malena se subió al carro, y resignada, se rascaba con sus manos una incipiente picazón por entre los dedos sucios de sus pies. El hombre arrojó su caja hacia uno de los costados que bordeaban la vereda sin vereda y los restos del líquido, asesinaron todavía más a un árbol muerto por la mitad, luego tomó el carro con sus dos brazos llenos de tatuajes desparejos e inentendibles y, mientras tiraba del mismo asido desde dos caños que lo ramificaban, la nena se quedó absorta mientras el carruaje efectuaba sus primeros metros. -¡Agarráte bien! -le gritó otra vez  su mandamás- ella no dijo nada, sólo atinó a saludar a la otra Malena o Mireya que se había asomado tras el paredón; ambas abanicaban sus manitas, sonrisas cómplices, quizás melancólicas por desconocimiento, de ese mundo tras el paredón sin revoque y desparejo de equidades.

Pablo Diringuer

Temas
Comentarios
La Nostalgia está de Moda
El Paraguas y la Lluvia

El Paraguas y la Lluvia

Como sea, la lluvia y el paraguas son hermanas del recuerdo, de la nostalgia, de la protección, de la evolución e incluso de mis recuerdos de niñez, paraguas en mano, viendo cómo se deslizaban los barquitos de papel, hechos con papel de diario.
El Arte de la Culinaria
Día de Muertos y las Ofrendas de Noviembre

Día de Muertos y las Ofrendas de Noviembre

Para la cultura mexicana, la muerte es una invitación para celebrar la vida y no un símbolo de dolor por las almas de los difuntos, ni menos tinieblas. Se trata de una de las celebraciones más tradicionales de México.
Creencias, Mitos y Leyendas
Diolinda, la Difunta Correa

Diolinda, la Difunta Correa

Al encontrarse sedienta y exhausta se dejó caer sobre la cima de un pequeño cerro y al sentirse morir pidió que sus pechos sigan produciendo leche para poder alimentar a su hijito, encontrado vivo por unos arrieros, quienes luego de dieron sepultura a la joven madre.
- Central -
El Ajuste de Milei Golpea los Derechos Básicos

El Ajuste de Milei Golpea los Derechos Básicos

El gobierno de Javier Milei vulnera los derechos humanos de los jubilados y de las personas con discapacidad al restringir medicamentos esenciales y paralizar políticas de inclusión. No se trata de una mera “reforma administrativa”: es una decisión estructural.
Literatura Iberoamericana
La Juventud y el Horror en las Escuelas

La Juventud y el Horror en las Escuelas

Vinculados ambos con la violencia; porque a la violencia se la puede ejercer sea de forma física, psicológica, económica, sexual, política, doméstica y mismo institucional, por ejemplo en instituciones educativas.
Columnistas
Más Artículos