Manrique, su inventor, hizo la primera jugada con los cronistas acreditado en Casa de Gobierno, en la Sala de Periodistas.
El 26 de marzo de 1971, se sentó en el sillón de Rivadavia un militar “de facto”. Su nombre, Alejandro Agustín Lanusse. Había sido apoyado por las tres fuerzas y comandaba el Ejército.
Tenía una gran fuerza y poder en cada una de las armas y de allí que había desalojado de su cargo a Roberto Marcelo Levingston, a quien el mismo (Lanusse) había traído de los Estados Unidos para suplir a Juan Carlos Onganía. Con todo el poder del gobierno y de las Fuerzas Armadas, Lannusse comenzó a tejer una acción política que tenía un objetivo fundamental: quedarse en el gobierno pero a través de elecciones. Para ello tenía que negociar con Juan Domingo Perón. La cosa era sumamente difícil, pero no imposible, porque había cierto dialogo entre el mandatorio de facto y el ex presidente a través de enviados especiales. Por el lado de Perón, el que venía asiduamente a Buenos Aires, para traer las directivas del gran estadista, era Daniel Paladino, en tanto que para bajar los decibeles de las Fuerzas Armadas ante el tres veces presidente se envió a un coronel que se llamaba Cornicelli. Perón le decía “Vermichelli” y en cierta oportunidad lo hizo reír de buena gana a Rojas Silveira, entonces embajador argentino en España donde estaba recluido Juan Perón.-
Esta historia tiene un propósito. La de contar que no solo él quería quedarse sentado en el gran sillón de la Casa Rosada, sino otro hombre de armas que había sido acérrimo enemigo de Perón y que junto a las Fuerzas Armadas, no todas, derrocó al general en 1955 a través de una revolución denominada Libertadora que enseguida se convirtió en una revolución “fusiladora”, lamentablemente. Ese hombre era Francisco Manrique, un capitán de navío que junto a Leonardi, primero y Aramburu después, ejerció la jefatura de la casa Militar y cuta estrategia de redactar discursos y definir posiciones lo convirtieron años más tarde en alfo que el buscaba: ser un político- lo ogro- para intentar alcanzar la primera magistratura.
Más aun cuando fue nombrado ministre de Acción Social por el propio Lanusse. Tuvo muchos enfrentamientos con el general que comandaba la Nación y en diferentes ocasiones insinuó renunciar. Se quedó y a través de ese ministerio -en sus manos tenía toda la política social- comenzó a tejer su futuro de acción cívica. Se reunió con todos los sectores políticos: hablo en actos muy directos con los obreros y aunque no lo dijo nunca- uno lo supo y lo sabe porque tenía oídos y orejas muy grandes- quería “parecerse”- esto no pudo lograrlo- a Juan Perón.
Nace entonces una tarea adecuada de parte de Manrique y se convierte en el creador del PAMI, organismo que hay es sustancial para los jubilados y que en cada aniversario de su creación se nombre sin resentimiento el nombre del marino. Pero además, Francisco Manrique había pensado en algo que serviría para llenar las arcas del Ministerio Social y establecer algunos beneficios a todos los sectores de menores recursos y por ende a la realización de obras. Dispuso, después de hablar con Lanusse, la creación del Prode. Si señores Manrique puso en vigencia una especie de “totocalcio” italiano y desde el primer minuto de su instalación la gente se agolpaba en los lugares destinados al juego haciendo largas colas para ver si podía acertar los trece puntos.
Pero la historia comienza en la Casa Rosada. Cuando Manrique le anuncia a Lanusse que podrá en práctica el nuevo sistema de juego futbol, hay un llamado de este último para firmar la correspondiente decisión. ¿Qué ocurrió entonces? Manrique, que años después no solo se convirtió en político, sino en periodista y ejerció la conducción del semanario “Correo de la tarde”, se acercó a la Sala de Periodistas de la Casa Rosada y en esas circunstancias llamo a este cronista y sorprendió con un “venga…vamos a hacer el primer Prode en la Argentina”. ¡Para que!
Los colegas se aproximaron de inmediato y comenzó el “conteo” de local, empate y visitante.- Intervinieron todos y el que más acertó fue el querido Washington Sánchez- que hoy nos mira desde el cielo- quien cubrió casi siete partidos. Allí quedo la cosa porque lamentablemente “no pudimos llegar a los trece puntos”. Este episodio fue comentado por los cronistas, pera jamás se publicó. Ahora lo hacemos nosotros en este espacio para brindarles uno de los hechos desconocidos de la sede de gobierno.
La anécdota tuvo como continuidad tiempo más tarde que los cronistas acreditados en la Casa de Gobierno y compraran “cantidades industriales” de boletas para acertar, en aquellos tiempos, sumas siderales que surgían de una recaudación fabulosa en cada fecha. Justamente en esta Sala de Periodistas, se hizo un jugada entre casi cuarenta periodistas destacados y se acertara los trece puntos. A cada uno le correspondió una suma cercana a los mil pesos, con la cual muchos colegas pudieron cubrir algunas deudas que siempre entran dentro del presupuesto familiar. En esas circunstancias, Pinky hizo un amplio reportaje a este cronista que trabajaba en Canal 11 y desfilaron ante la pantalla los ganadores de la sala, con Aníbal Cárdenas a la cabeza, quien en esos momentos ejercía la presidencia del Círculo de Periodistas. Fue una alegría inenarrable ya que la repercusión del episodio llegó a todos los lugares más recónditos de la Republica con títulos espectaculares. Claro que no era una suma muy grande, pero como fijo Osvaldo Piñero, “algo es algo”.
Crónica- 27-07-2007- Por Roberto Di Sandro