Dichos y Refranes
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Que se Rompa Pero que no se Doble
Esta frase, que hoy se conoce entre nosotros como lema del radicalismo, se remonta a la Edad Media, pero fue cambiado de forma varias veces
Que se Rompa Pero que no se Doble

El año 1890 fue un punto de inflexión en la historia política de nuestro país por dos hechos concatenados: la primera crisis económica de envergadura con repercusiones internacionales y la revolución liderada por Leandro Alem que desnuda las falencias del modelo dominante.

Era presidente de la Nación Miguel Juárez Celman, concuñado del general Julio argentino Roca, verdadero árbitro de la política argentina de esos años. El gobierno de Juárez Celman se caracterizó por una fuerte liberalización de la economía, el gasto público excesivo y la especulación financiera. El resultado fue una creciente inflación que empobreció a la población, descapitalizó al Estado, ya que la reserva de oro bajó vertiginosamente y produjo quiebras en cadena. La principal oposición se había nucleado en torno a la Unión Cívica; era ésta una alianza entre los seguidores de Alem e Hipólito Yrigoyen y las huestes del General Bartolomé Mitre. El 26 de julio de ese año estalla la insurrección de los “cívicos”, conocida como la Revolución del Parque, por ser el Parque de Artillería de la Ciudad de Buenos Aires  el principal foco rebelde.

El levantamiento fracasa por infidencias y probables traiciones, pero la sangrienta jornada deja como saldo, además de la caída de Juárez Celman, algunos elementos para el anecdotario político. Entre barricadas y pólvora, aparecen por primera vez las boinas blancas que hasta hoy identifica a los militantes radicales. También de esas horas dramáticas son las escarapelas y cintas con los colores blanco, verde y rosa, utilizados por los revolucionarios para identificarse. La principal consecuencia política fue la reafirmación de una línea intransigente por parte de la flamante Unión Cívica Radical (UCR), liderada por Yrigoyen luego del suicidio de su tío Leandro Cristóforo Alem. Esta férrea oposición, mantendría a la UCR alejada de las urnas hasta la sanción de la ley Sáenz peña, en 1912.

En 1903 y 1905 los radicales intentan nuevamente tomar el poder por la vía insurreccional pero no lo logran. No obstante, las asonadas sacuden al régimen de tal manera, que éste se ve obligado a reformar el sistema electoral para garantizar elecciones sin fraude, que era una de las principales demandas radicales para reintegrarse a la legalidad política.

En algunos de esos movimientos cargados de romántica violencia, se habrían creado los versos que con el tiempo y ligeramente modificados, serían parte del himno radical:

“Adelante radicales
adelante sin cesar;
que se rompa y no se doble
el Partido Radical.”

Según algunos investigadores, esta cuarteta sería una adaptación de un cántico entonado por los simpatizantes de Juan Manuel de Rosas y diría así:

“Adelante federales
adelante sin cesar;
viva Juan Manuel de Rosas
y el Partido Federal.”

La especie es creíble, ya que muchos viejos federales adhirieron a la propuesta de Alem e Yrigoyen y consideraban a éstos, en algunos aspectos, continuadores del pensamiento del Restaurador de Las Leyes. Basta recordar que Leandro Alem era hijo de un encumbrado dirigente rosista ejecutado después de la batalla de Caseros y que según la tradición popular, los colores rojo y blanco de la bandera radical tendrían que ver con las divisas rojo punzó de los federales argentinos y blanca del Partido Blanco uruguayo, ambos emparentados políticamente en los duros años de las guerras civiles en ambas márgenes del Plata.

Recuperado el derecho de las mayorías al sufragio, los “cívicos” llegaron al gobierno de la Nación en 1916 entronizando a Don Hipólito Yrigoyen y desde entonces, alternando victorias y derrotas, se han convertido en parte insoslayable de la historia política argentina. 

Leoplán – 17-07-63

Que se Rompa Pero que no se Doble
Esta frase, que hoy se conoce entre nosotros como lema del radicalismo, se remonta a la Edad Media, pero a través del tiempo ha cambiado de forma varias veces. Fue el monte de una familia noble de España- los Pulgar-, en cuyo escudo se leía: “El Pulgar quebrar y no doblar”.

Después se generalizó en la península como “Antes quebrar  que doblar”. Entre nuestros gauchos, el dicho “Facón nuevo no se quiebra, pero no se duebla”, se refería al hombre joven cuyo vigor lo impulsa a luchar hasta el final. Ese fue el sentido que recogió Leandro N. Alem (1844-1896) y que perdura actualmente.

El fundador del radicalismo, desilusionado y profundamente herido por los enfrentamientos que amenazaban con la disolución de su partido, se suicidó en la noche del 1º de julio de 1896.- Horas antes, escribió su testamento político, en el que figura la famosa frase: “Que se rompa, pero que no se doble”. Mas allá de la política y las luchas partidarias, ellas han quedado como la consigna ética de mantener a todo trance los principios. Quebrarse es aceptable y digno; doblegarse nunca.
Tres Mil  Historias de Frases y Palabras que Decimos a Cada Rato-  Héctor Zimmerman –
Editorial Aguilar – Enero 1999

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