Pasados ya casi 30 días de la consagración argentina en Qatar (la tercera vez luego de Argentina 78 y México 86), podríamos decir que el último mundial fue el más original de la historia. Jugado en noviembre y diciembre (por las altas temperaturas) y no en junio y julio como fue y volverá a ser en 2026, desarrollado en un país con 0 tradición futbolística y con estadios parecidos a un gran lego que se arman y desarman en algunos casos… se vio una justa victoria argentina, con un equipo que fue de menor a mayor, claramente y por sobre todas las cosas, coronó el trabajo de un DT impensado como Lionel Scaloni.
El entrenador santafesino logró lo que no habían podido lograr desde Maradona hasta Sampaoli: armar un equipo con Messi y no, para Messi… error que cometieron todos los nombrados (quizá Sabella le había encontrado la vuelta en Brasil 2014) y que llevaron a decepciones grandes.
Argentina se impuso en casi todos los juegos en lo que respecta al dominio del juego. Así y todo en la final con Francia, a pesar del 2 a 0 inicial, se estuvo a punto de quedarse sin nada en el minuto 123, si no hubiera estado la pierna de Dibu Martínez. A los que tenemos más de 50 nos hizo acordar el tiro de Rensembrik en el palo en el minuto 89 en al final de 1978. Hubiera sido la gran decepción, pero la suerte jugó para nosotros. Como reza un viejo dicho: Dios es argentino.
En 2026, tendremos la acción en EE.UU, Canadá y México con otro mundial diferente en cuanto al desarrollo. Serán 48 seleccionados en 16 zonas de 3… un nuevo desafío que encara la FIFA y criticado por muchos actores.
Veremos si la jugada de Infantino y cia es una gran jugada o solo un “sueño americano”