Entre Caminos y Estrategias
La festividad del Señor de Locumba es un tesoro vivo del Perú. Combina historia, espiritualidad, cultura y desarrollo económico en una celebración que trasciende fronteras. Locumba no solo honra a su patrón, sino que abre sus brazos al país entero.

Locumba, Tacna y la Magia de su Fiesta Patronal: Fe, Cultura y Tradición Viva
En el corazón del sur peruano, entre los valles fértiles de la provincia Jorge Basadre, se encuentra Locumba, un distrito que cada septiembre se transforma en epicentro de fe, cultura y tradición. La festividad del Señor de Locumba, su fiesta patronal, es mucho más que una celebración religiosa: es una manifestación de identidad regional, un motor de turismo y una experiencia espiritual que convoca a miles de peregrinos de todo el país.
Reconocida como Patrimonio Cultural de la Nación, esta festividad se celebra cada año entre el 10 y el 14 de septiembre, con su día central el 14, cuando se conmemora la aparición milagrosa del Cristo crucificado. Según datos de la Dirección Regional de Comercio Exterior y Turismo de Tacna (Dircetur), en 2023 la festividad atrajo a más de 80,000 visitantes, generando un movimiento económico superior a los S/ 5 millones en hospedaje, transporte, gastronomía y comercio local.
La historia del Señor de Locumba se remonta al siglo XVIII. La imagen fue encontrada por pobladores en medio de un fenómeno natural, y desde entonces se le atribuyen numerosos milagros. El templo que lo alberga ha sido reconstruido varias veces, tras terremotos como el de 1784 y el de 2001, pero la devoción nunca ha disminuido. Hoy, el Santuario del Señor de Locumba es uno de los más visitados del sur del Perú, y su arquitectura colonial es testimonio de fe y resistencia.


Durante la festividad, Locumba se viste de gala. Las calles se llenan de alfombras florales, danzas típicas, bandas de música y procesiones multitudinarias. La peregrinación comienza días antes, con fieles que caminan desde Tacna, Moquegua, Arequipa e incluso Lima. Muchos lo hacen descalzos, como muestra de agradecimiento por favores recibidos. Se estima que más de 15,000 peregrinos llegan a pie cada año, en recorridos que pueden durar entre 2 y 5 días.
Uno de los momentos más emotivos es la procesión del Señor de Locumba, que recorre las principales calles del distrito acompañado por miles de fieles. La imagen, adornada con flores, velas y ofrendas, es llevada en andas por devotos que se turnan para cargarla. En paralelo, se realizan misas, vigilias, cantos religiosos y actividades culturales como ferias gastronómicas, exposiciones artesanales y concursos de danzas.
La gastronomía local también brilla durante la festividad. Platos como el picante a la tacneña, el cuy chactado, los tamales y los dulces tradicionales como las rosquitas y alfajores son parte del atractivo. Restaurantes y puestos ambulantes duplican sus ventas, y muchos emprendedores aprovechan la ocasión para ofrecer productos religiosos, textiles, souvenirs y servicios turísticos.


Además del impacto económico, la festividad tiene un profundo valor social. Reúne a familias, fortalece la identidad regional y promueve el turismo interno. Según cifras del Ministerio de Cultura, más del 70% de los asistentes son peruanos que viajan desde otras regiones, lo que demuestra el poder de convocatoria de esta celebración.
La Municipalidad Provincial Jorge Basadre y el Gobierno Regional de Tacna han implementado planes de ordenamiento, seguridad y promoción turística para garantizar una experiencia segura y enriquecedora. En 2024, se desplegaron más de 300 efectivos policiales, 50 brigadistas de salud y 20 unidades móviles para atender emergencias y orientar a los visitantes.

La festividad también ha sido fuente de inspiración artística. Poetas, músicos y pintores han retratado la devoción al Señor de Locumba en sus obras. En la plaza principal, se realizan presentaciones de música criolla, danzas folclóricas y teatro costumbrista, que enriquecen la experiencia cultural de los asistentes.
Para muchos, visitar Locumba en septiembre es un acto de fe. Para otros, es una oportunidad de reconectar con sus raíces, compartir en comunidad y vivir una experiencia única. Sea cual sea la motivación, la magia de esta fiesta patronal reside en su capacidad de unir, emocionar y transformar.
En conclusión, la festividad del Señor de Locumba es un tesoro vivo del Perú. Combina historia, espiritualidad, cultura y desarrollo económico en una celebración que trasciende fronteras. Locumba no solo honra a su patrón, sino que abre sus brazos al país entero, mostrando que la fe, cuando se celebra con alegría y respeto, puede convertirse en motor de progreso y símbolo de identidad nacional.
José Darío Dueñas Sánchez
Consultor de Negocios
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