Pero, ya pasada la emoción y el ímpetu obsesivo, preferí amar la idea de apostar de nuevo, dejando de lado los artificios de mi mente, y espabilar en mí mucha y buena energía con su exhalación incierta.
Por Claudio Valerio
Cuando se Dice Adiós a un Amor y no Tropezar con la Misma Piedra
Tus palabras fueron decisivas, y tu despedida fulminante. Que absurda fue tu decisión y, por ella, tiraste a la basura mi vida… Pero no esperaré a que se haga la noche y así hablar de mi agobio pues, con ella, bajarán las sombras con su rostro de maldad.
Con tu decisión desataste mi tristeza y, con ella, mi voz clamó eficaz: ¡me quiero morir!
Pero, ya pasada la emoción y el ímpetu obsesivo, preferí amar la idea de apostar de nuevo, dejando de lado los artificios de mi mente, y espabilar en mí mucha y buena energía con su exhalación incierta.
Fue triste la espera y afrentoso el escenario; pero elegí amar y descartar las sombras de la afección ofrecida.
Pero hoy quiero otra oportunidad; otra oportunidad es la que quiero. El ahora no es más opresión, ni tampoco espíritu difuso; ahora, donde esté la luz y el cántico apreciado, se alojará mi anterior locura; porque, aunque la haya olvidado y hoy sea solo un rastro efímero, mi corazón ese que abandonaste, sólo se sujeta a la hermosura excelsa de nuevos labios deleitosos en su boca de miel.
La escritora y poeta mexicana Oralia López Serrano, nos comparte este bello poema muy de su interior.
Oralia López Serrano
Permanencia (A mi madre)
Mi madre no se fue, está en el rostro de la luna llena,
en cada vericueto de los caminos de la vida diaria.
Mi madre no se ha ido está recogiendo trozos de palos
del monte del recuerdo y del olvido.
Todavía coloca las fértiles semillas en cada surco,
entre la tierra seca de las parcelas de los pueblos.
Esa mujer jamás se marchará, mientras en las macetas
de abiertos ventanales haya lindas rosas.
No. No se irá… si en las paredes y en las bardas
cuelgan floreadas enredaderas,
mientras alguien se atreva a cortar una rama
o podo con amor, con esperanza de que salga raíz
y crezca relucientemente una bella planta.
Esa mujer rebelde hasta el hueso, no puede aún partir
con tantos nidos hechos,
con tantos polluelos crecidos qué en diferente cielo,
aún trinan sus vuelos, sus ideas y sus cuentos.
No. Mi madre no se fue… eso es casi imposible,
su energía fluye por los ríos de agua viva,
está en la algarabía de cualesquier bañista,
entre los cerros empinados y en duelo,
en el vuelo de pájaros, en el graznar de patos.
En cada sombra, en cada rayo de luz está mi madre,
en cualquier sueño late su presencia inolvidable,
su permanente amor, su compañía
inundan de bienolientes o rancias notas
las complejas calles de mis escuetos pasos,
está en cada línea indomable,
en cada tintero que se escurre entre mis dedos,
ahí está el grito, la voz inquebrantable de mi madre.
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Oralia López Serrano
(Escritora y poeta mexicana)