Anécdotas
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Homero Expósito en París
“Me pueden ubicar entre la nostalgia de Homero Manzi y la cosa dura de Santos Discépolo”
Homero Expósito en París

“Una noche entré en el Lido de París y pedí la consabida media botella de champagne. Al rato arrancó la orquesta con un tango mío y a continuación ejecutó otro. Yo pensé que habría algún músico argentino, algún gomia que me había reconocido, integrando el conjunto. Después de dos o tres canciones, otro tema mío…y otro más. Entonces no aguante la tentación y fui hasta el escenario para ver quién era el conocido. No había nadie… Soy famoso en París, ¡que jabón me agarre cuando me di cuenta!”

“Estaba en Paris y había que ganarse la vida de alguna manera. Cuando la situación comenzaba a preocuparme un día me encuentro con Grené (Héctor) ¿Sabés música?…entonces te consigo un buen laburo. Fue así que ingresé en la Opera de París como copista. ¡Qué locura…!”
Crisis- Agosto del 1986- Por Vicente Zito Lema

Otro Homero para el Tango
“Como autor me pueden ubicar entre la nostalgia de Homero Manzi y la cosa dura de Santos Discépolo”

Yo escribo todo sobre la música. Cuando escribo, escribo poemas, escribo libros, sonetos. En este momento estoy compaginando diez libros. De repente estoy en trance de escribir los “Poemas para seguir viviendo”.

Además, para escribir tangos tengo un corrector. ¿Por qué no voy a tener un error yo?: hay tipos que no ven en los hijos los defectos. Entonces le doy el original para  que lo corrija y el otro viene y me dice: “¿Por qué pones aquí esto? Es una redundancia” O:”Aquí hay una coma mal puesta”. Pero yo tengo mi forma de puntuación, es decir, mi forma de expresión distinta, digamos, bastante anormal. Yo soy un tipo, por ejemplo, que entre dos comas pone un signo de admiración.

Pero por otra parte cuido situaciones, dicciones: que no se lleven por delante las palabras. Nada de cacofonías, que los hiatos no se tropiecen, que sean cómodas las sinalefas: eso es lo que trabajo. Digamos que no te puede costar trabajo decir una canción mía.

Yo, para estar en la pomada, tengo que tener una disciplina bárbara. Tengo que tener buena horas de lectura, tengo que tener permanentemente la piel predispuesta, y eso que no estoy haciendo nada ahora. Y cuando no tengo nada que hacer, estoy hecho un idiota.

Cuando hablo de cosas pasadas no lo hago con nostalgia no con melancolía, porque pienso que yo soy nada más que el transmisor de esta idea. De este espectáculo, de esta crónica de lo que ha sucedido. No soy más que un cronista. Vos viste que mi estilo tiene una cierta cómoda nostalgia, buen humor. El tipo que no es capaz de reírse de sí mismo…

Si, a mí me podes ubicar entre la nostalgia de Homero (que no era una nostalgia quejosa, sino que era una tristeza, que no es lo mismo) y, por otro lado, la cosa dura, critica de Discépolo.
Homero Expósito – La Maga

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