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La Historia de los Juegos de Tablero
Existe una variedad grande de los juegos de tablero de origen antiguo. Estímulos del pensamiento
La Historia de los Juegos de Tablero

En primer intento serio de lograr máquinas inteligentes para tenerlas como adversario fue en 1947 cuando A.L Samuel, ingeniero norteamericano, diseñó un ordenador para jugar a las Damas. En 1950, surgiría la idea de hacerlo con el Ajedrez.

La Historia de los Juegos de Tablero
Si de veras se tratara de una persona, sería una de las biografías más difíciles de escribir, o al menos la más incierta. Lo primero que se debe hacer es restringir el campo. ¿Por qué solo juegos de tablero? Simplemente porque el campo del juego en la historia humana es inabarcable en pocos párrafos. En el juego se simboliza la realidad, se la simplifica, se la maneja. Y esto estuvo con el hombre desde siempre, pero los juegos en general se pierden de generación en generación, o al menos diluye su origen.

Con los juegos de tablero pueden quedar rastros, pistas que nos orienten. En las excavaciones de Egipto y del famoso cementerio de Ur, plato favorito de los arqueólogos, se encontraron tableros y fichas del juego que llamamos Damas, aunque es dudoso que las reglas hayan sido las mismas.

Incluso hoy existen al menos tres grandes variantes de este juego: tablero de 8×8 y 24 fichas, llamada Damas a la Francesa; tablero de 10×10 y 40 fichas, conocida como Damas a la Polaca; y las Damas Chinas, que tienen reglas muy distintas. Se sabe que este juego acompañé a griegos y romanos, y proliferó durante la Edad Media y el Renacimiento.

Existe una variedad grande de los juegos de tablero de origen antiguo, como el Juego de la Oca, el Ludo (originario de la India), Escaleras y Serpiente, e incluso el TA-TE-TI o su variante más compleja, el Juego del Molino, en el que las fichas tienen movilidad. La historia de estos juegos se cruza indefectiblemente con la historia de los Dados, pero también aquí nos topamos con la poca certeza sobre los datos conocidos. La tradición le asigna su invención, durante el asedio de Troya, a Palamedes; luego, fueron muy usados por etruscos y romanos. Aquellos dados se hacían de arcilla, ámbar o metal.

Pero el que se lleva todos los laureles es sin duda es el Ajedrez, símbolo de batallas antiguas y medievales, motivo de estudio de grandes científicos por sus posibilidades y azar cero, que tampoco escapa a la regla del origen incierto. Su creación se asocia a la muy difundida leyenda de los granos de trigo y los casilleros del tablero. Se cree que nació en la India y se divulgó en China y Persia. El primer gran tratado del juego lo produjo Alfonso X: “Tratado de Ajedrez”. De allí como suele decirse…corrieron ríos de tinta. El juego representa la lucha estratégica de dos ejércitos, que es el eje común con el Ajedrez Chino, distinto del que conocemos; allí sobre un tablero diferente, se representan ejércitos indios, con carros, caballería, elefantes e infantería.

En 1928, con John von Neumann nació la Teoría de los Juegos, con la que comenzó el interés por el desarrollo de estrategias en el caos combinatorio, y entonces el juego dejó de ser un juego para convertirse en una herramienta de la lógica, la matemática y el desarrollo de la inteligencia artificial.

En primer intento serio de lograr máquinas inteligentes para tenerlas como adversario fue en 1947 cuando A.L Samuel, ingeniero norteamericano, diseñó un ordenador para jugar a las Damas. En 1950, surgiría la idea de hacerlo con el Ajedrez, pero la combinatoria de este juego es tan abrumadora que aun hoy se lucha en este campo. Seguramente, nadie hubiese imaginado que el Ajedrez ayudaría a la Humanidad a desarrollar la inteligencia no biológica. Así fue siempre, el juego inspira y desencaja el pensamiento rígido; el juego libera la mente.[i]


[i] Fuentes: “Enciclopedia Monitor”, Editorial Salvat (1966) “Los acertijos de Canterbury”. Henry E. Dudeney. Ediciones Granica (1989). “Festival mágico matemático”, MARTIN Gardner, Alianza Editorial (1984). “Ajedrez Chino”, Santiago Núñez, Revista Juegos N° 91, Febrero 1987.

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