En Noviembre de 2005 en Asunción, a la payada, el arte de improvisar versos, típico de los espectáculos gauchescos en países como Argentina, Uruguay, Paraguay o Brasil, la declararon Patrimonio Cultural del Mercosur.
La payada fue elegida teniendo en cuenta que se trata de un tipo de improvisación musical en verso, generalmente acompañado por la música de una guitarra, que está muy arraigado en el folclore en nuestra Sudamérica, esta expresión se popularizó en la cultura de los gauchos como forma de presentación de los competidores en exhibiciones de doma de potros u otro tipo de concursos.
Este arte popular es una manifestación de identidad cultural común a los países fundadores del MERCOSUR, que encuentra relaciones y similitudes con diversas formas artísticas de la región, emparentadas con el canto improvisado.
Este género tuvo un enorme desarrollo en Sudamérica, sobre todo en Argentina, el estado brasileño de Rio Grande do Sul, parte de Paraguay, Uruguay y Chile, estos países dedican un día al año a homenajear la payada, en honor al nacimiento de sus payadores más célebres.
El artista es un poeta-cantor que entona versos que compone sobre la marcha, con rima y a la vez, sobre un esquema musical, que suele ser una fórmula melódica preestablecida, que se acompaña con la guitarra.
El payador del campo la utilizaba como forma de expresar sus sentimientos y la realidad que le rodeaba, este artista tiene la habilidad de elaborar la historia, la rima y el canto sobre lo que sucede en el momento en el que está payando o sobre temas que le propone su público con sus versos octosílabos. El tema se presenta en los primeros cuatro versos y se desarrolla en los seis restantes; el pensamiento contenido en la estrofa debe concluir en el décimo verso.
En el contrapunto, cada payador responde las preguntas de su contrincante y luego pregunta del mismo modo. Pueden durar horas y finaliza cuando uno de los cantantes no puede responder rápidamente a la pregunta de su rival.
Todos los 23 de julio, desde 1884, luego de una payada entre el oriental Juan Nava y el argentino Gabino Ezeiza en la localidad uruguaya de Paysandú, todos los argentinos celebramos el Día del Payador. Este día festivo fue declarado en 1992.
Gabino era conocido como el ‘Negro’ Ezeiza. Nació en el barrio porteño San Telmo el 3 de febrero de 1858, y vivió en Floresta hasta el día de su muerte, el 12 de octubre de 1916. El cantante y compositor fue uno de los precursores de este género narrado. Empezó a darle cuerpo a la payada para luego profesionalizarla, introducir el contrapunto (la payada a dúo o duelo cantado), y payar por milonga. Así obtuvo la popularidad, además de ser autor de más de quinientas composiciones.
Algunos historiadores creen que el término ‘payador’ proviene de “payo”, denominación con la que se conoce a los campesinos de Castilla; en Cataluña, por otro lado, eran llamados «Payés». En cualquier caso, se cree que esta expresión artística vino de España. También hay quienes dicen que su origen pudo surgir de los Trovadores de Provenza, a los que les gustaba entablar polémicas en versos.
Este estilo musical fue llevado a la pantalla grande en 1950, con el título: El Último Payador. Escrita por el poeta Homero Manzi y dirigida, por él, junto a Raph Pappier.
La película fue basada sobre la vida del artista José Bettinotti y protagonizada por Hugo Del Carril, con la música de Sebastián Piana y Tito Ribero.
En la actualidad, cada 23 de julio se reúnen decenas de payadores en el monumento en la ciudad de Tres Arroyos, Provincia de Buenos Aires, para celebrar su día a pura música y versos.