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Spider Man: Sin Camino a Casa
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Spider Man: Sin Camino a Casa

ALERTA DE SPOILERS PARA SPIDER-MAN: SIN CAMINO A CASA

Antes de comenzar este pequeño análisis, completamente subjetivo, vale la pena reiterar que esta nota contiene spoilers ENORMES sobre la última película estrenada del arácnido, Spider-Man: Sin Camino a Casa. Acá se discutirán algunos de los giros más sorpresivos que podrían arruinar la experiencia en cine del último film para aquellos que no la hayan visto.

Por las dudas, y porque el que avisa no traiciona: esta nota contiene detalles importantes sobre Spider-Man: Sin Camino a Casa, que se estrenó la semana pasada en todo el mundo, y que viene rompiendo récords de taquillas, cosechando críticas elogiosas y provocando todo tipo de situaciones insólitas, como una pelea entre fanáticos mexicanos, que se trenzaron a golpes de puños con el fin de conseguir un par de entradas para una función.

PEQUEÑA CRÍTICA DE NO WAY HOME

Spider-Man: Sin Camino a Casa, fue dirigida por Jon Watts (quien repite por tercera vez en la franquicia) y protagonizada por Tom Holland, Zendaya, Benedict Cumberbatch, Marisa Tomei, Alfred Molina, Willem Dafoe y Jamie Foxx entre otras estrellas del multitudinario elenco. Esta tercera entrega de la franquicia, que pertenece al Universo Cinematográfico Marvel, es una sólida historia, repleta de acción, momentos emotivos por doquier, con una trama que pasa de momentos de mayor levedad al inicio para ir tornándose cada vez más oscura a medida que nos acercamos al final. Es, también, uno de los pocos films del género que consiguen balancear la enorme cantidad de villanos que presenta (son cinco, tres de la primera trilogía dirigida por Raimi, y dos de la saga dirigida por Marc Webb) y al mismo tiempo consigue cerrar un arco argumental extenso que ubica al héroe en un lugar de madurez que antes no tenía.

Este cierre a la trilogía es, por mucho, el mejor largometraje de la franquicia, pero no se constituye como la maravilla impecable que muchos afirman que es. Para empezar, esta nueva versión de Spider-Man en sus aventuras “solitarias” siempre dependió de la presencia de otras figuras populares de Marvel, que oficiaron como mentores. En la primera fue Iron Man, en la segunda el villano Misterio y la figura omnipresente de Tony Stark, y en esta tercera aparece Doctor Strange como el héroe “complementario”, pero la cinta nos reserva una sorpresa aún más grande para el gran final del tercer acto.

El film arranca donde terminó la segunda parte, con la revelación global de la identidad secreta de Spider-Man, y todos los vericuetos legales y públicos que le reporta al joven y su entorno. Algunos fanáticos creen que el héroe no es tal cosa, sino un asesino, otros lo defienden a rajatabla, y algunos intentan capitalizar la noticia. Las universidades los rechazan. Peter Parker acude a Doctor Strange con la intención de conseguir algún tipo de conjuro que le permita conseguir que el mundo olvide su identidad secreta, y devolver la tranquilidad a sus vidas. Pero las constantes interrupciones del inquieto muchacho derivan en una fusión de distintas realidades paralelas.

Cinco villanos aparecen en escena: Electro, Doctor Octopus, Sandman, El Lagarto y el Duende Verde, todos atraídos por su ansia para derrotar a Parker, pero se encuentran que aquel no es el hombre que conocieron. Así comienza la cacería del arácnido con el fin de devolver a cada uno a su mundo. Pero en el medio comienza a empatizar con la mayoría de ellos, se da cuenta que todos tienen destinos funestos en sus lugares de orígenes, y el joven intentará darles una segunda oportunidad para redimirse.

Por supuesto, las cosas saldrán mal.

Los villanos unirán fuerzas con el fin de evitar caer bajo las manos de sus respectivos antagonistas, y Spider-Man deberá encontrar la forma de redimir a todos para enviar a las personas reformadas. Lo que lucía como una tarea relativamente sencilla, pronto prueba de fuego para la cual necesitará de toda la ayuda necesaria.

Mientras el Duende Verde ataca al héroe y su tía en el departamento donde se están refugiando, su amigo Ned, utilizando un anillo mágico de Doctor Strange, reúne a otras dos versiones de Spider-Man, provenientes de otros universos cinematográficos que ya conocemos: primero vemos a Andrew Garfield, protagonistas de la segunda saga del arácnido, y después llega Tobey Maguire, quien le puso el cuerpo a la primera encarnación de Spider-Man en la trilogía original que comenzó en el 2002.

Los tres Spider-Man no tardan en unir fuerzas para devolver a los villanos a sus universos correspondientes, en una batalla final épica, repleta de emociones de todo tipo y acción por doquier, en donde se cumplieron los sueños de la mayoría de los fans de cualquier versión del superhéroe: ver a sus actores favoritos calzarse el traje ajustado, lanzar telarañas de sus muñecas y pelear contra los malos clásicos.

Por supuesto que, al ser una película en donde Tom Holland es el protagonista, el peso dramático de la historia lo carga él. Tanto Maguire como Garfield están presentes para hacer todo tipo de chistes que sólo los que hayan visto los cinco films previos podrán entender, e incluso dedican una buena porción de los diálogos a reivindicar al Spider-Man de Andrew Garfield, cuya representación siempre fue elogiada pese a que la calidad de sus películas no destacaron demasiado. Los “hinchas” de Maguire, a esta altura considerado como el Hombre Araña clásico, pudieron disfrutar de un emotivo encuentro entre el héroe, cuyo rostro denota una madurez acorde a la edad del actor, y Alfred Molina, quien toma el rol de Otto Octavius —el trágico villano Doctor Octopus, uno de los mejores antagonistas en la historia del cine de superhéroes. El pequeño intercambio dialéctico que comparten es un shock de nostalgia garantizado, y muy bien ejecutado.

El trío de jóvenes protagonistas (Holland, Zendaya y Jacob Batalon como Ned, el mejor amigo de Peter Parker) ofrecen las mejores actuaciones de la saga hasta la fecha. Los tres conocen a sus personajes de memoria, tienen una química innegable e incluso Zendaya consigue tener un guión en donde le permiten desplegar sus dotes como actriz, en un papel que le permite mostrar un rango emocional mucho más amplio y sincero que las otras dos películas, en donde era una chica sarcástica, con gesto adusto casi tatuado en el rostro. Holland equilibra bien el encanto juvenil, pícaro y torpe del ya casi adulto héroe, junto con momentos de extremo dramatismo que el actor inglés supo manejar a la perfección.

Las peleas son fantásticas, pero a esta altura las superproducciones de Hollywood suelen ser noticia cuando fallan en el rubro “efectos visuales y especiales”, no cuando despliegan semejante espectáculo impecable. La música es correcta pero no memorable, y la dirección de Watts es la más dinámica y creativa desde la puesta en escena visual de toda su trilogía.

Spider-Man: Sin Camino a Casa es un buen largometraje, entretenido de principio a fin, que cierra bien una trilogía que arrancó con mucha potencia, se desdibujó un poco en la segunda parte y ofrece un espectáculo inédito juntando personajes de otras franquicias que jamás pensábamos que volveríamos a ver, abriendo un abanico de posibilidades para el futuro enorme. La máquina de generar rumores ya se ha puesto en marcha, muchos medios especializados afirman que tanto Marvel como Sony (la otra productora dueña de los derechos del héroe) están planificando nuevas películas con los “viejos” Hombre Araña como protagonistas.

Y es acá donde, tras una semana de pensar sobre este largometraje, quien escribe no puede suscribir a la catarata de elogios que han hecho los fanáticos, en donde ubican este film como el mejor jamás hecho sobre el personaje.

El hecho que una de las cosas que más emoción generó en los fans después de ver la película sea haber visto a los otros dos Spider-Man unir fuerzas con el actual, y que se hayan reavivado los pedidos para más películas en solitario de las dos versiones de antaño representadas por Garfield y Maguire, habla sobre la vigencia de estas dos encarnaciones. Por un lado tenemos a los seguidores del primer Hombre Araña, el de Sam Raimi, y quien ostenta hasta la fecha el mejor largometraje sobre el personaje, y una de las mejores cinco películas de superhéroes jamás hechas.

Spider-Man 2 contó con el enfrentamiento de Spider-Man (Maguire) y Doctor Octopus (Molina), quienes antes de verse enfrentados como héroe y villano tenían una estrecha relación como científicos, en donde el viejo científico tomó bajo su ala al joven para guiarlo en el mundo de la ciencia. Más allá de las peleas espectaculares y efectos especiales que aún se dejan ver con gusto, aquella película fue un estudio del personaje principal impecable: vimos a un joven/adulto Peter Parker debatiendo internamente si debe intentar mantener la doble vida, si vale la pena sacrificar sus relaciones, sus oportunidades universitarias y laborales. A mitad de película se permite un recreo, justo cuando sus poderes comienzan a flaquear, y podemos ver a un hombre feliz durante algunos instantes, libre del peso que carga el salvador en sus espaldas. Aunque sabemos que es efímero, que aquello no está destinado a durar —un gran poder conlleva una gran responsabilidad, al fin y al cabo— disfrutamos de la exploración que hace el director.

Aparte, aquellas películas tenían el lujo y la restricción de no pertenecer a un universo compartido, lo que derivó en films que sólo se enfocaban en un héroe intentando resolver sus problemas sin ayuda de nadie. Si alguien atacaba Nueva York no existían los Vengadores para salvar las papas del fuego. Nadie le construyó su traje, ni disponía de tecnología de última generación para enfrentarse a los malos. Lejos de todas las “distracciones” que ofrece el Universo Cinematográfico Marvel, con las posibilidades de meter muchos más héroes en la pantalla, Sam Raimi tuvo el lujo de poder contar una historia concisa, con personajes bien desarrollados, cargado de emociones genuinas que nacían de la historia y no la nostalgia.

El hecho que Spider-Man: Sin Camino a Casa tenga sus momentos más impactantes en las escenas donde comparte pantalla con las versiones anteriores del héroe es una prueba de que aún Holland necesita una oportunidad de plasmar su versión del Hombre Araña sin depender de otras figuras importantes de otras franquicias para brillar. Si bien es emocionante ver a las tres versiones juntas columpiándose en poses icónicas trasladadas a la perfección desde las viñetas de la historieta, aún queda por contar al menos una película realmente en solitario de Spider-Man, en donde lo veamos asumiendo las responsabilidades inherentes a sus poderes, sin recurrir a tecnología que le facilite la vida, otros superhéroes que le den varias manos. Necesitamos ver a Tom Holland luchar no sólo contra villanos sino contra las penurias económicas, las presiones de la vida adulta, lidiando con romances incompatibles con su vida de Vengador.

El actor está a la altura del desafío. Probó numerosas veces que es capaz de retratar ambas facetas del personaje con carisma de sobra.

El final de Spider-Man: Sin Camino a Casa abre la posibilidad de ver a ese superhéroe dando el paso hacia la vida adulta, hacia los problemas reales que no puede resolver ningún magnate de la tecnología ni ningún hechicero de poderes extraordinarios. Solo el tiempo dirá.

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