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¿Cómo se Miden los Tiempos Políticos?
Foto: Tomás Escobar - Av. de Mayo al 1200 – Julio 2016
¿Cómo se Miden los Tiempos  Políticos?

¿Cómo se Miden los Tiempos  Políticos?

El macrismo, el Pro, Juntos por el Cambio, la tercera versión neoliberal llegó a la Casa Rosada en 2015 y encarnó el peor gobierno que pudo imaginarse.

En cuatro años destruyeron todo lo que tuvieron a su alcance: pymes, empleos, derechos, salud, educación, justicia, leyes, medios de comunicación, política exterior, esperanza.

Espiaron a propios y a ajenos, metieron presos a adversarios políticos, armaron causas falsas, persiguieron, extorsionaron, aniquilaron conquistas populares. Endeudaron al país con cifras inauditas de destino incierto. Mintieron.

No hay que dudar ni dejar que el enojo nos obnubile: el voto debe ir al Frente de Todos. Es la única opción para frenar el poder real, el de los oligopolios, el que infla los precios de los alimentos, el del contrabando de granos, el que acapara todo para sí mismo, el que evade millones, el que fuga dólares, el que expulsa de la tierra a sus dueños legítimos, el que fabrica pobres por minuto, el que tiene un solo amo -la Embajada-, el que quiere eliminar indemnizaciones, el que sueña con la reforma laboral para suprimir derechos conquistados por el peronismo, el que promueve el trabajo informal, el de la meritocracia frente al ascenso social, el que descalifica la política como herramienta para transformar la realidad, el que domina la economía y la opinión pública, el que mueve los hilos sin ser visto, el que arma la agenda periodística, en fin, la derecha, la representación política de la élites económicas.

Y las derechas se tornan cada vez más ultraderechas acá, en la Región y en el mundo. Fabrican variantes más extremas y peligrosas, financiadas muchas veces por sectores narcos, que proclaman la libertad y una rebeldía sobreactuada para seducir con disfraz antisistema. En la Argentina empiezan a ser bien vistas por el poder real como opción para suceder al macrismo.

El Frente de Todos corporiza el único freno de naturaleza popular, una coalición –con matices multicolores- antineoliberal en su conjunto, donde está el movimiento obrero con todas sus tonalidades, que jamás va a avalar una medida en contra de los derechos del pueblo ni a legislar para suprimir conquistas. Votar el Frente de Todos es en defensa propia. No hacerlo, una decisión irresponsable, suicida. Del otro lado no hay un partido político de signo diferente sino  un poder real monstruoso para el que la democracia ha dejado de ser un bien por resguardar.

Claro que nos ilusionamos con la reforma judicial, con la intervención de Vicentín, con el marketinero Consejo contra el Hambre, pero nadie imaginaba que a los cuatro años de peste exterminadora macrista le sucedería la pandemia del coronavirus. Quedó atrás el siglo XX de Lula, Lugo, Correa, Chávez, Néstor, Evo. Corren otros tiempos.

Venimos del 4161 con que se nos pretendió prohibir pensar en peronismo. Todavía recordamos los crímenes de los cientos de personas y los mutilados que quedaron del bombardeo del 16 de junio del 55 (micro escolar con niños incluido). Cargamos las cicatrices de los fusilamientos y del golpe más brutal del 76.

Como peronistas, pusimos la mayoría de los votos del Frente de Todos. Y en las PASO, disconformes con la falta de democracia interna y en estado crítico hacia el gobierno, un 30% de compañeros y compañeras no fue a votar.

El 14 con todas nuestras quejas por los candidatos de las boletas, con las desilusiones por lo que el gobierno no hace según había prometido, tenemos que autoprotegernos, porque lo otro es peor.

Vienen por los derechos de los trabajadores y, si pueden, por la extinción del peronismo.

Nos falta soberanía política porque no hay independencia económica, gracias a las dos pandemias, la de Macri y la de la salud.

Y mientras no se resuelvan las dos anteriores, no podrá haber  justicia social plena.

¿Cómo se  miden los tiempos políticos? Después de cuatro años de pandemia de globos amarillos el pueblo argentino se volcó a las urnas (más en las PASO que en las generales, pero con triunfo innegable en primera vuelta) para impedir la continuidad de la masacre. Menos de dos años después, con una pandemia que nadie previó y ante la que el Gobierno reaccionó rápido, bien, con un Estado presente, ¿cundió la desilusión, el mal humor, la frustración de manera tan potente que borró el recuerdo infausto del macrismo?, ¿es verosímil pensar que fue decisivo el poder mediático en la forja de esa desazón y abandono de votos en el Frente de Todos?

Los pueblos nunca se equivocan y, cuando lo hacen, corrigen.  El 14 N toca corregir.

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