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La Avaricia
Pecados y Virtudes – Saga de Ana Caliyuri -"La avaricia, sin duda, es uno de los signos más auténticos de la infelicidad profunda.”
La Avaricia

Según la religión cristiana, la avaricia es uno de los siete pecados capitales. La palabra avaricia (del latín, avaritia), prima hermana de la palabra codicia y pariente cercano de las palabras miseria, ruindad, y las que cada lector desee agregar, referido al tema.

El afán desmedido por poseer dinero, bienes, posesiones, estatus, poder e incluso oportunidades, con la intención de atesorarlos o exponerlos, más allá de lo necesario para la vida sobre la Tierra, habla de un avaro. Como contrapartida existen la generosidad, pariente próximo de las palabras solidaridad, empatía, etc. Digo palabras hasta que ellas se conviertan en acciones en manos de los seres humanos. Ni en este ni en ningún siglo alcanzó con la retórica para transformar aquello que daña a las sociedades; siempre se necesita de las manos saludables capaces de construir nuevos paradigmas. En estos tiempos que transitamos, pareciese que el único destino visible para unos pocos es el logro del éxito como un fin en sí mismo y en ese camino es probable que se cruce la ambición y lo más miserable de los seres humanos; optar por un vuelo mayor es decisión de cada uno. Vienen a mi mente dos grandes poetas que nos hablan del camino, lo hace Constantine Cavafis en su poema “Ítaca” y también Galeano en su poema “La utopía” como una forma de recordarnos que lo que importa es el sentido que cada uno le dará a la vida y a los hechos que debe afrontar, en su efímera existencia, puertas adentro del ser mismo, y sobre todo no olvidar tener los anteojos de ver de lejos, en el horizonte habitan también los ideales, sabiduría y convicciones que vamos construyendo a cada paso.

Si la avaricia gana la pulseada es probable que los caminos del alma, del corazón, de la sensibilidad se interrumpan a cada rato y solo se halle la infelicidad como bien lo expresa en una frase el escritor Franz Kafka “La avaricia, sin duda, es uno de los signos más auténticos de la infelicidad profunda.” Claro que, en ese camino infeliz, es probable que el avaro se lleve puesto el destino de otros, y entonces más que infeliz se convierte en miserable. Se puede ser miserable con pequeñas acciones, y con grandes, por supuesto.  Mi madre solía decir: ¿Cuántas chuletas caben en un estómago? ¿ ¿Cuántos autos se pueden manejar a la vez?  En fin, ¿cuántas oportunidades de pensar y repensar el pequeño mundo, que cabe en nuestros zapatos, tendremos en el suspiro final? Seguramente pocas, por lo cual me dejo llevar por la corriente diaria que me dice «La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. Entonces, ¿para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar» Eduardo Galeano. Y mientras camino, sigo extrañando no compartir unos ricos mates por esto de la pandemia,  el mate lo comparten los generosos, no cualquiera deja su saliva a orillas de la boca del otro, menos que menos el avaro, tiene miedo de dejar huella íntima en la vida ajena, no vaya a ser que derive en una charla donde se note su ambición.

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