Lunfardo
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Lunfardo: “El Pueblo Agranda el Idioma”
Los Orígenes - La Edad de Oro – Perspectivas
Lunfardo: “El Pueblo Agranda el Idioma”

Los Orígenes
“El problema más difícil de resolver en la práctica es el lenguaje. Los escritores de lengua castellana, los de aquí y los de allá, no conocemos ya ni siquiera los nombres verdaderos de las cosas” (1). Así reflexionaba Gabriel García Márquez sobre la complejidad de nuestra lengua, que por la diversidad de pueblos y culturas que abarca, en forma permanente incorpora y deshecha vocablos. Muchos americanismos y aún palabras nacidas en el corazón de la península ibérica, donde el castellano coexiste con otras lenguas autóctonas, se transforman o mueren según la suerte que les toca en el habla cotidiana, en mutación constante.

Si estas dificultades dejaron perplejo a un especialista de la palabra como el colombiano y Premio Nobel de Literatura, con mucha más razón podemos considerar a Buenos Aires de finales del siglo XIX, una suerte de Babel moderna, con cruces intrincados de idiomas, dialectos y neologismos inventados sobre la marcha; además de nuestro sufrido castellano que debía contener a todos. La fuerte inmigración (el Censo Nacional de 1914 arrojó más extranjeros que argentinos en la Capital Federal), trastoca el habla coloquial incorporando lenguas extrañas, dialectos regionales europeos y expresiones provenientes de distintas partes del planeta, que se suman a vocablos de los pueblos originarios y africanismos, que nuestras calles conocían de antigua data. El lunfardo es hijo plebeyo igual que el tango, de esa mezcla de pueblos que en la ciudad – puerto gestaron una nueva cultura porteña y en gran medida, nacional.

La palabra misma es de origen anónimo. Se cree que es una voz italiana de Lombardía muy antigua y al principio se referiría allá y acá, a ladrones; si bien en Europa al principio se estigmatiza así a los usureros, que en muchos casos eran lombardos.

La explicación más difundida en nuestro país es que el lunfardo nació en los presidios como lenguaje encriptado, como jerga de los internos para “tabicar” la comunicación, hacerla impenetrable a los carceleros.

Dijo la escritora Syria Poletti: “El lunfardo tiene un origen italiano, era el idioma clandestino, era el idioma usado por los mafiosos, por cuanto venían a la Argentina, más que todo, los contrabandistas. Era el idioma de las cárceles y prostíbulos” (2). A su vez, el investigador Luis Soler Cañas amplía el uso del lunfardo: “Nosotros preferimos definirlo como una expresión social con ancho abrevadero en la parte marginal de la población, la subsumida en un clima de opresión, de miseria y de injusticia. La que habita las orillas ciudadanas, esas orillas que paradojalmente se encuentran a veces, en los propios centros o dentro de la gran ciudad” (3). Ambas explicaciones igual que otras, tienen buena base; no se contradicen sino que se complementan.

El “lunfa” desde la celda habría ganado la calle, donde sufrió transformaciones y mudanzas de una generación a otra. Los modismos más populares atravesaron todas las clases sociales y se convirtieron en argentinismos. Los habitantes de nuestra tierra aunque no utilicen giros lunfardos, saben en muchos casos qué significan, ya que sería un error reducirlo a una curiosidad cultural o tema de especialistas.

La realidad es que el lunfardo es una jerga como otras muchas que florecen en las grandes ciudades; cada una con sus características. Carece de estructura sintáctica. No hay en su construcción artículos, pronombres, preposiciones y conjunciones.Tiene sustantivos, adjetivos y verbos, pero no puede articular una oración sin el auxilio del castellano. Las frases son un híbrido de castellano y lunfardo; como se aprecia en el habla cotidiana y en la literatura argentina; narrativa, poesía y letras de tango cuyos personajes tengan color local.

Lunfardo Argentino – Facebook – 27-03-13

La Edad de Oro
Se estima que la “Edad de Oro” del lunfardo transcurrió entre 1880 y 1930 aproximadamente; coincidente con las grandes oleadas inmigratorias. Habitó en conventillos, boliches, fábricas, prostíbulos y por supuesto, en las cárceles. De su fuerte arraigo social, hablan las numerosas letras de tango y el teatro. Todavía hoy entrando en la tercera década del siglo XXI, obras centenarias como “El Conventillo de la Paloma” y “Tu cuna fue un conventillo”, de Alberto Vaccarezza siguen siendo exitosas y exhiben al lunfardo de entonces compitiendo con el “cocoliche” (4) encarnado en el “tano” inmigrante.

Pero mucho antes del reinado del sainete, encontramos registros del uso de palabras y frases que más adelante integrarán el lunfardo; por ejemplo, en Martín Fierro (1872). El protagonista usa el sustantivo “milonga” para referirse a un baile, en la noche fatídica en que provoca y mata al Moreno. Luego, cuando se encuentra en el fortín como recluta, habla de “…un mayor medio en pedo”; con el mismo sentido que le aplicamos hoy a alguien medio alcoholizado. Martín Fierro está ambientado en una zona rural, aparentemente bonaerense, pero no demasiado lejos de las ciudades. A tal punto que lo que pronto se llamará “La Orilla” porteña, en costumbres y lenguaje se confundirá con la campaña. Otro testimonio importante acerca de la antigüedad de la jerga, lo ofrece José Álvarez (Fray Mocho).

Periodista y policía, Fray Mocho con el seudónimo de Fabio Carrizo en 1897 dio a conocer su “Memorias de un vigilante”. Una colección de relatos en los que recuerda sus experiencias con personajes del bajo fondo. En la segunda parte de esas memorias titulada “Mundo Lunfardo”, el autor ofrece precisiones. “Penetrar en la vida de un pícaro, aquí en Buenos Aires o mejor dicho, en lo que en lenguaje de ladrones y gente maleante se llama mundo lunfardo, es tan difícil como escribir en el aire” (5). Sin duda, José Álvarez se inclina por la interpretación de la jerga como propia de gente de avería; y es probable que así fuera en gran medida en sus orígenes.

Pocos años después se conocen los trabajos del poeta palermitano y precursor de las estampas tangueras suburbanas, Evaristo Carriego. En la primera década del siglo XX no sólo describe en forma magistral el “Alma del Suburbio”, sino que varios vocablos lunfas aparecen intercalados en sus piezas, con la comodidad de quien maneja un lenguaje cotidiano y de uso extendido.

Luego sigue la aparición del lunfardo en las letras de tango. Alejados de los versos ingenuos de La Morocha de Ángel Villoldo y Enrique Saborido (1905), los nuevos tangos escritos en rigurosos lunfardo, hasta donde sus limitaciones gramaticales lo permitían, abordaron crudamente toda la gama del conflicto humano; y los poetas sociales entre los que abundaban los anarquistas, vieron otra posibilidad de denuncia de las injusticias.

La poesía lunfarda a lo largo de los años tuvo artistas muy importantes: algunos de ellos son Alberto Vaccarezza, Celedonio Flores, Felipe Fernández /Yacaré), Carlos De La Púa (El Pesao Muñoz), Daniel Giribaldi, Nyda Cuniberti, Dante Linyera, Bartolomé Aprile, Julián Centeya, Iván Diez y otros.

Portada Disco En Lunfardo

Perspectivas
En la actualidad el lunfardo cuenta con su ámbito rector, la Academia Porteña del Lunfardo fundada el 21 de diciembre de 1962. Su emblema, un farol con la frase: “El pueblo agranda el idioma”. Que el lunfardo sigue vivo, dan cuenta la cantidad de vocablos, giros idiomáticos y neologismos que desde hace casi un siglo y medio transitan la comunicación cotidiana.

Por esos misterios de la lengua, algunas expresiones siguen vigentes y con el mismo sentido que en el siglo XIX. Estar en pedo y o ir a una milonga, conservan el mismo significado que en 1872. Pilcha, de origen mapuche y pucho (quechua), hoy representan lo mismo.Ortiba es el “vesre” de batidor (el vesre es un alarde porteño que consiste en invertir las sílabas). En este caso un doble alarde, ya que invierte las sílabas de una palabra lunfarda, dándole la misma función. Los pibes de hoy lo utilizan en el mismo sentido; igual que yuta (policía); por citar unos pocos ejemplos. Una buena colección de palabras lunfas puede encontrarse en el “Diccionario de voces lunfardas y vulgares” de Fernando Hugo Casullo (Ed. Plus Ultra, Buenos Aires 1986); pero existen otros trabajos también muy valiosos. El uso de los modismos es interminable porque en razón de su carácter vital, la lengua se transforma, abandona el viejo ropaje y adopta palabras y sentidos nuevos.

Alejándose del antiguo cariz delictivo, el lunfardo se infiltró también en los grupos de pertenencia donde se generan muchos modismos, que luego devienen en habla popular.

Internet con sus enormes posibilidades, instaló en todo el planeta una herramienta comunicacional cuyos alcances culturales todavía no son mensurables.

Como bien señala la Academia Porteña del Lunfardo en su emblema, “El pueblo agranda el idioma «. Y el pueblo lo hace a diario, imperceptiblemente hasta que ya es un hecho, como toda creación anónima y colectiva.

1) García Márquez Gabriel – Revista Insula – España – 1968
2) Poletti Syria – Diario La Voz – Buenos Aires – 11-09-83
3) Soler Cañas Luis – Diario La Voz – Buenos Aires – 11-09-83
4) Cocoliche – Así se llamó en Buenos Aires al lenguaje enredado de los primero inmigrantes italianos y por extensión, a muchos italianos. El sainete popularizó el término.
5) Fray Mocho – Memorias de un Vigilante – Ediciones Nuevo Siglo S.A. – Buenos Aires -1995

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