Soñar, soñar. Mucho se ha escrito sobre el sueño, esa extraña vivencia que transforma la realidad en fantasía. He aquí unos pocos ejemplos.
La vida es sueño, sentenció Calderón de la Barca en el título de su opera magna.
Soñar, soñar. Mientras que Ambrose Bierce en Visiones de la noche menciona su convicción de que el don de los sueños es un valioso obsequio literario.
Soñar. Soñar. Por otro lado, se cuenta que Chuang Tzu (filósofo chino del siglo IV a.C.) soñó que era una mariposa, pero al despertar ignoraba si era él que había soñado ser una mariposa o era una mariposa que había soñado ser Chuang Tzu.
Soñar. Soñar. También tenemos como ejemplo el sueño del Rey creado por Lewis Carroll (en Throug the looking glass), sueño que, mientras persistiera, daba realidad a un personaje, el cual desaparecería si el Rey despertara.
Soñar, soñar despierto. Infinitas veces se ha oído esta expresión en las conversaciones.
Y ni hablar de todo lo que escribió Freud sobre los sueños. Pero esa no es una cuestión literaria. Así que por el momento la dejamos de lado.
En fin, soñar, soñar y soñar. Bien sabemos que en los sueños pueden pasar cosas extraordinarias, “raras”, fuera de la lógica. Podemos imaginar entonces un sueño que no termine en un simple despertar, sino un sueño que contenga a otro, como las Mamushkas rusas, y que de éste nazca otro, y de éste muchos otros más, produciéndose así innumerables despertares; como un planta que da numerosos frutos a partir de una semilla. Y también por qué no crear un sueño semejante a las infinitas imágenes que se generan entre dos espejos al ubicar uno frente al otro. Habría también en éste sueño, infinidad de despertares.
Estaba yo paseando cierto día por un parque rodeado por estos pensamientos, cuando de pronto noté que una musa se había implantado en mí. Así que haciéndome cargo de su presencia aproveché la circunstancia, me senté en un banco y escribí:
Despertar
Soñé que estaba soñando, y desperté.
Pero al soñar que estaba despierto, desperté.
Sin embargo ese despertar fue sólo un sueño, del cual, desperté.
¿Podré por fin despertar un día, y anunciar, despierto? ¡Desperté!
Carlos A. Balbi