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La Catedral del 2 x 4
En un Viejo Almacén del Paseo Colón / Donde van los que Tienen Perdida la Fe
La Catedral del 2 x 4

El Viejo Almacén resistió las invasiones inglesas, la peste amarilla, la última dictadura y espera resistir, también, el Covid.

Hay varias esquinas de Buenos Aires que cuentan historias de la música por excelencia porteña, y  “La Catedral del Tango”, es una de ellas. Ubicada en la tradicional esquina de Balcarce y Av. Independencia,  se levanta «El Viejo Almacén», un hito de la cultura nacional.

En la esa esquina, de Arce y Concepción, hoy Independencia y Balcarce, para el año 1798 se levantó un almacén de campaña, cuando el Río de la Plata llegaba hasta lo que hoy es la Avenida Paseo Colón. En 1840 comienzan los trabajos de ampliación del antiguo almacén para transformarse en el Hospital Británico, el nosocomio se traslada, y allí se instala la Aduana General de la Nación, una de las instituciones más antiguas del país. Cuando la Triple Alianza declara la Guerra al Paraguay, el recinto del antiguo almacén es utilizado para refugiar a los combatientes heridos o atacados por las pestes. Con la epidemia de fiebre amarilla, el edificio se utiliza como asilo de enfermos. Luego es aguantadero de malevos, prostíbulo, conventillo con un bar al frente con estaño y mesitas, hasta convertirse en almacén de ramos generales, donde además de vender bebidas alcohólicas a vecinos y marineros argentinos y extranjeros, se comercializan las más diversas mercaderías.

En 1900, Paula Kravinik, una inmigrante rusa, abre allí el restaurante ruso “El Volga”, donde cantores, músicos y poetas se reúnen para compartir, entre copas, los acordes de una música popular que haría historia. Cuando Edmundo Leonel Rivero conoce el edificio, queda cautivado por su ubicación, su estructura y sus antecedentes.

El 9 de Mayo de 1969 nace la tanguería “El Viejo Almacén” de la mano de Edmundo Rivero, reconocido referente de la música ciudadana, este edificio emblemático, fue escenario de leyendas del tango como Aníbal Troilo, Osvaldo Pugliese, Roberto «Polaco» Goyeneche, Horacio Salgán, Leopoldo Federico y el Sexteto Mayor, entre otros. Cita obligada en la ciudad de Buenos Aires, entre sus espectadores figuran Josephine Baker,  Julio Cortázar, Juan Manuel Fangio,  y el Premio Nobel Federico Leloir, entre otros. Víctima de los vaivenes de la economía argentina, cierra sus puertas en 1993 y, a principios del año 1996, reabre de la mano del empresario Luis H. Veiga con una estructura que suma frente a la tradicional tanguería un complejo gastronómico de primer nivel internacional.

Para elegir su nombre, Rivero, se inspira en la letra del tango de Juan A. Caruso (letra) y Francisco y Rafael Canaro (música) “Sentimiento Gaucho” que dice: “En un viejo almacén de Paseo Colón donde van los que tienen perdida la fe…”

A lo largo del tiempo «El Viejo Almacén» sufre la amenaza de demolición y la reducción de un costado del edificio sobre la calle Independencia de la mano del entonces intendente Cacciatore, ya que es unas de las pocas esquinas porteñas que no tiene ochava. El primero en oponerse públicamente fue el escritor Ernesto Sábato, quien escribe varias páginas de su libro «Sobre héroes y tumbas» entre sus paredes. Sí bien esta demolición no se llevó adelante, la edificación debió ceder unos 140 metros cuadrados por la ampliación de la Avenida Independencia. También hay intentos de desalojos y finalmente, la quiebra comercial que es anunciada en conferencia por Jorge y Edmundo Leonel Rivero “Muni” (hijo).

El 18 de Enero de 1986, a los 74 años de edad, por un problema cardíaco, fallece su fundador, Edmundo Rivero.

A fines de Enero de 1996, a diez años de su muerte, el entonces presidente del Club Argentinos Juniors, Veiga, reabre las puertas de «El Viejo Almacén». Consolidado como estandarte de nuestra música ciudadana, es declarado Sitio de Interés Cultural por el Honorable Concejo Deliberante de Buenos Aires y es honrado con una estampilla emitida por el Correo Argentino a fines de la década del ’80.

El dueño del legendario sitio, espera resistir la actual pandemia, si bien cuanta con una guardia actualmente, los ingresos principales provienen del turismo internacional, sobre todo de Brasil y del lejano oriente.

Sentimiento Gaucho

En un viejo almacén del Paseo Colón
donde van los que tienen perdida la fe,
todo sucio, harapiento, una tarde encontré
a un borracho sentado en oscuro rincón.

Al mirarle sentí una profunda emoción
porque en su alma un dolor secreto adiviné
y, sentándome cerca, a su lado, le hablé,
y él, entonces, me hizo esta cruel confesión.

Ponga, amigo, atención.
Sabe que es condición de varón el sufrir…
La mujer que yo quería con todo mi corazón
se me ha ido con un hombre que la supo seducir
y, aunque al irse mi alegría tras de ella se llevó,
no quisiera verla nunca… Que en la vida sea feliz
con el hombre que la tiene pa’ su bien… o qué sé yo.
Porque todo aquel amor que por ella yo sentí
lo cortó de un solo tajo con el filo’e su traición…

Pero inútil… No puedo, aunque quiera, olvidar
el recuerdo de la que fue mi único amor.
Para ella ha de ser como el trébol de olor
que perfuma al que la vida le va a arrancar.
Y, si acaso algún día quisiera volver
a mi lado otra vez, yo la he de perdonar.
Si por celos a un hombre se puede matar
se perdona cuando habla muy fuerte el querer
a cualquiera mujer.

Tango – 1924
Música: Francisco Canaro y Rafael Canaro
Letra: Juan Andrés Caruso

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