Costumbres
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La Propina
Gratificación con que se Recompensa un Servicio Eventual
La Propina

Propina. Fam.: Gratificación con que se Recompensa un Servicio Eventual

Hay costumbres que nos definen como sociedad, gestos que se han acuñado a través del tiempo y que hablan del reconocimiento para con el trabajo del otro.  Dar propina es una forma de agradecer, recompensar y brindar una pequeña remuneración por un servicio eventual, eso dicen, eso parece ser. En muchos casos, la propina, forma parte del sustento mensual o acompaña una magra remuneración engrosando el salario; es el caso de los gastronómicos, hoteleros, cuida coches, etc, En tiempos de pandemia estas actividades han mermado y los trabajadores están en ascuas hasta nuevo aviso. La incertidumbre camina por la calle como el virus mismo, no se ve, pero se percibe. Otros rubros como el de la salud se han convertido en trabajos de altísimo riesgo y entonces la propina comienza a pesar más que en otros tiempos; siempre el cuidado de los enfermos recibió muestras de agradecimiento extra, la vida es el único bien preciado que se descubre en ausencia de la salud.

De algún modo, las propinas diferencian el trato; una buena propina de asiduos clientes siempre otorgará ventajas: la bebida estará más fría en verano, el café más espumoso, el intercambio de palabras será más cordial. El monto de la propina habla del bolsillo y de la clase social a la cual pertenece el cliente. En algunos lugares la propina está reglamentada y se incluye en la cuenta y en otros países solo se realiza por usos y costumbres. En Estados Unidos el monto de la propina oscila entre el 15 y el 20 % de la consumición y como contrapartida, hay países donde directamente no existe la costumbre de dejar propina. En Argentina se estila dar un 10 % de la consumición final y también, en muchas ocasiones es a discreción del cliente.

Tras una propina habita también una falencia, en el caso del trabajador porque su salario es bajo, en el caso de algunos clientes es un modo de paliar culpas de índole social. No necesariamente da más quien más tiene.

La pandemia comienza a dejar sus secuelas y los bolsillos de muchos se están secando; me gusta pensar que como paradoja la conciencia se amplía para poder ver mejor el tren que nos fortalece como sociedad donde cada vagón se comunica con el siguiente; lo importante es no descarrilar para llegar a la próxima estación. La pandemia que hoy nos aqueja  quedará atrás como han quedado otras  y tal vez la conciencia social y el amor sean el motor que nos impulse como sociedad; después de todo nadie está exento de soñar en grande para darle la mejor propina al futuro.

Ana María Caliyuri

Propina (Tango)

Si vos sos porteño
y orgullo tenés
de ser de esta urbe
mi canto sabés.
Se llama propina
y es una canción
que a nadie respeta
como el sarampión.
Propina te sacan,
si un auto tomás
y al tipo que lustra
propina le das.

Propina pa’l mozo
que sirve el café,
y al que te afeita
propina también.
Por peinarte a la gomina,
¡Propina!
Por pararte en una esquina,
¡Propina!

Y si mucho te apurás
hay que dar diez centavitos
cada vez que respirás.

Al que el cine te ilumina,
¡Propina!
Si comés en la cantina,
¡Propina!

Y si flojo te mostrás
hasta te hacen dar propina
por la plata que prestás.
Comprás una entrada
pa’ cualquier función
y dar la propina
ya es obligación.

Si vas a una casa
donde hay ascensor,
por diez de propina
te llaman Doctor.

Y si por desgracia
propina no das,
mejor que a esa casa
no vuelvas jamás.

Y si tenés auto,
la cosa ya es peor,
con esa hipoteca
que es el cuidador.

Letra: Antonio Botta –  Música: Francisco J. Lomuto – 1934

Lo difundo la orquesta del autor, primero en la temporada marplatense de 1935 y luego en los bailes de carnaval que contribuyó a animar en el teatro Broadway.- En diciembre de 1934 lo dejó grabado con su cantor Fernando Díaz.-

Tal como todavía sucede, la temporada veraniega marplatense era una ocasión ideal para presentar difundir piezas teatrales, cinematográficas y musicales.- En el caso de este tango, Propina, difundido primero en Mar del Plata, durante la temporada veraniega 1934/35.-

En la década del 30 Mar del Plata marcaba ya el punto más alto del veraneo de los argentinos.-

Esta bellísima ciudad había comenzado a formarse a mediados del siglo XIX, a partir de la instalación del establecimiento agrícola La peregrina, del portugués José Coelho de Meireles,  del muelle que construyó en las inmediaciones de la actual playa Bristol, para dar salida a su producción y  a las incipientes industrias de saladero de pescado, que prosperaron a su alrededor.-

En 10 de febrero de 1874, que iniciativa de Patricio Peralta Ramos y sobre tierras que el donó, el gobierno provincial aprobó la fundación de la ciudad, que con la llegada del ferrocarril pocos años después, tomó gran auge, adquiriendo vertiginoso desarrollo.-

En 879 fue creado el partido de General Pueyrredón y Mar del Plata fue declarado ciudad de 25 de julio de 1907.-

La agraciada costa galana, como la llamaron los expedicionarios de Solís, marcaba a principios de siglo el rumbo del esparcimiento y la diversión estival a las más reconocidas familias porteñas.- Entonces no tenía el balneario ese tinte popular que adquiriera después de los años 40, con la preponderancia de las clases medias y el inicio del turismo social.-

Durante los años de la Belle apoqué, se llegaba hasta esas playas en ferrocarril, algunos, muy pocos, se lanzaban a la temible aventura de atravesar polvorientas huellas pampeanas conduciendo traqueantes automóviles, en viajes a los que no se podía calcular la duración.-

Con el paso de los años llegó el asfalto y con él la veraniega ruta 2; sin embargo, por sus míticos embotellamientos, se mantuvo casi hasta hoy la tradición de no poder calcular el tiempo del viaje a la feliz Mar del Plata.-

En los primeros años del siglo XX el rito del verano marplatense estaba minuciosamente prescrito: comenzaba con la preparación anticipada de fardos y baúles; cuando estaba concluido, la familia- con sirvientes cargados de valijas y bultos y las infaltables sombrereras- partía a tomar el Nocturno, en un viaje que se prolongaba por ocho horas.-

Los establecimientos más caros de Mar del Plata eran entonces el hotel Bristol y el Progreso, el Victoria y La Perla, en ese orden.-

Requisitos de rigor fueron tomar el té en el edificio del Torreón- construido por Ernesto Tornquist en 1904-, pasear por la lejana barranca de los Lobos y el Faro, buenas propinas para acceder a los mejores sitios y acudir a la palaya con el ritual pre-establecido las mujeres usando el traje de baño de sarga azul, con chaqueta y pantalones por debajo de la rodilla, chapoteando cerca de la costa, vigiladas por bañeros.- Rápidamente se regresaba al toldo, donde era preciso ataviarse como en la ciudad, incluido el corsé y el cuello endurecido por e almidón.- Está prohibido por la moda tostarse al sol y alguna madre exagerada llegó a prohibir a sus hijas bajar a la playa. A fin de que estuvieran suficientemente pálidas el sábado por la noche cuando legara el tren de los maridos y los solteros.-

A tal punto había llegado el afán de aparentar, que la revista Fray Mocho registra el empleo de ciertos subterfugios por quienes no podían salir de vacaciones, por falta de recursos económicos fue el caso de las de García, que anunciaron en la columna Sociales de un diario su partida a Mar del Plata, con tanta mala suerte que fueron vistas en Lomas, viviendo en una pieza alquilada de una casta de las orillas.-

Letras de Tango – Tomo III-  1997- Ediciones Centro Editor

Propina en Europa

Testimonios

Consejos de Carrió:

Propinas y changas para salir de la crisisLa diputada reconoció que “hay una desesperanza” y que “el impacto es sobre salarios”.

También reconoció que Macri pensó que el proyecto de legalización del aborto iba a ser rechazado.

“Yo sé que hay una desesperanza. Yo sé que el impacto es sobre salarios. La primera recomendación que le hago a la clase media y media alta es: dé propinas”, dijo la diputada Elisa Carrió (Cambiemos).
Tiempo Argentino – 03-07-18

“La propina debería ser un plus cordial al servicio prestado”.
Piolín de Macramé – La Nación – 19-04-90

“Si usted va a un restaurante, creerá en principio que un bife cuesta 90 pesos. Pero no es así; con el laudo asciende a 120. Más tampoco éste es el precio, pues hay que sumarle la propina, y entonces sale 140 pesos”.
Primera Plana – 07-07-64

“Pero lo peor sería suponer que ni siquiera lo piensan. O que el concepto de dejar propina aquí no existe, como si uno sólo tuviese derecho a quejarse y no a agradecer una buena atención. Porque sólo hay que  hacer cola para cualquier cosa, y hacer lo mismo que todos, caminar sin rumbo con todos, mirar la vidriera que miran todos, comprar lo que compran todos, llegar e irse el día que llegan y se van todos, e ir a los restaurantes sólo si van todos, pero no dejar propina. La propina parece un gasto innecesario y es para pocos. ¿Será que, para todos, el ahorro es la base de la fortuna?”
Por Daniel Amiano – La Nación – Información General – 13-01-07

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