Vinculados ambos con la violencia; porque a la violencia se la puede ejercer sea de forma física, psicológica, económica, sexual, política, doméstica y mismo institucional, por ejemplo en instituciones educativas. No la banalicemos; que no sea ésta una manera de mirar cómo se mueve una sociedad…
Por Claudio Valerio
La Juventud y el Horror en las Escuelas
¡Horror en una escuela! Un impactante título de algún que otro portal de noticias ha presentado alguna vez y que, lógicamente, nos moviliza emocionalmente… Que un alumno ingresado a su escuela armado también, lamentablemente, se nos presenta a menudo… Pero, ¿alguna vez nos hemos detenido a pensar qué es lo que les ha decidido a que estos jóvenes intenten o cometan una masacre? ¿Será por impunidad social y judicial? ¿Será por la manipulación informativa? ¿Será consecuencia de tortura policial?… Tal vez nosotros, desde nuestro lugar en la sociedad, no hemos exigido que se detengan estos de violencia, que se pare la masacre.
Para frenar la violencia en las escuelas, y por extensión en la sociedad toda, necesitamos promover la empatía y la comunicación desde educación junto con la creación de espacios seguros para fomentar el dialogo y fomentar la cooperación; por lo que será necesario desarrollar políticas educativas de manera que los docentes estén preparados para el abordaje, intervención y prevención de manera integral.
La poeta y escritora México-estadounidense, Oralia López Serrano, nos comparte este bello trabajo literario referido a temas que tratan lo social con lo escolar, vinculados ambos con la violencia; porque a la violencia se la puede ejercer sea de forma física, psicológica, económica, sexual, política, doméstica y mismo institucional, por ejemplo en instituciones educativas. No la banalicemos; que no sea ésta una manera de mirar cómo se mueve una sociedad…
AL ESTUDIANTE MASACRADO (Con motivo de la masacre estudiantil, 0ct. 2, 1968. Tlatelolco, México)
Cuando paso por la justa sombra
de los árboles que oyeron
tu último quejido, tu tormento,
donde la bala golpeo el suelo
y desbarató tu cuerpo.
Excavo entre el cemento
y las paredes segregan
crímenes lejanos;
escucho tu clamor que aún cunde
y aquel golpeteo de mazos,
el rugir de balas que arremeten,
masacran tu figura, tu joven cuerpo.
Yo oigo a lo lejos los estallidos
de otros disparos que queman,
encienden mis palabras,
sigo desmoralizada,
me estremece tu indigno pasado,
un tambor retumba mis oídos,
hierve mi sangre
al sentir de nuevo tu lamento;
imagino escuchar tu risa,
tu voz esperanzada
con libros, con mochila,
donde la noche explota,
acalla, aniquila
con arsenales tu descontento.
¡Valeroso estudiante!,
tu nombre sigue, toca puertas,
corre por los callejones,
se protege de vivienda en vivienda
y se ha vuelto eco incontenible;
desde el pasado hasta hoy
tu alarido aún no se quiebra,
me llama, yo le atiendo,
me abraza la impotencia,
sobre las teclas drena sangre
tu exterminio,
sacude mullidos sarapes
y endurece entre el barro
el desazón de tu infortunio.
Joven rebelde, nunca te has ido,
tu acento está disperso
entre los montes de la patria,
en cada pueblo libera anhelos,
y ante la sed de justicia
por tu fallecimiento
se deshidratan los caminos,
los cercados antiguos lloran,
no olvidan, para que sirva
de algo tu sacrificio,
los coyotes aúllan
entre rancherías y valles
tu férvida efervescencia.
Ante tu rebeldía el tiempo
se detuvo, no marca horas,
marca el valor de tu huella
y los minutos sangran;
todavía no habías vivido
y ahí quedó masacrado,
sin tumba, tu cuerpo;
pero tu lucha sigue, sigue,
está aquí, florece
entre los jardines de pobreza,
y en tu honorable memoria
se alimenta mi voz, mi letra.
Y tu razón evidente, audaz,
enamora al silencio,
viaja por el metro bus,
de pie en los camiones,
amontonado en el metro,
va por los parques,
y está aquí entre aulas;
si, por todas las plazas
deambula tu memoria,
se arremolina en el zócalo,
grita por las averiadas calles,
las que te vieron
en la lucha libertaria
y no pudieron ni logran
aún rescatar tu cuerpo.
Indómito estudiante,
yo te he visto entre rejas
en el rostro de algún preso,
y para compensar tu infame
e indefensa muerte,
enfrento el dolor de su mirada,
te reconozco en ella,
en las aceras…por las sendas
que llevan a cualquier escuela.
¡Estudiante masacrado!,
bajo el ardiente sol
los caminos resurgen,
yo te mantengo vivo
entre líneas y versos,
para que tu llama
jamás se extinga,
esté latente en la memoria
del pueblo, de los míos,
de todos los rugidos
que crecen dolidos,
contrarios al abnegado,
al siniestro criminal silencio.
®2025. Derechos Reservados de Autor
Oralia López Serrano.
Escritora y Poeta Mexicoestadounidense.
Desde la ciudad de Campana (Buenos Aires), recibe un Abrazo, y mi deseo que Dios te bendiga, te sonría y permita que prosperes en todo, derramando sobre ti, Salud, Paz, Amor, y Prosperidad.
Claudio Valerio
© Valerius