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Taxis Porteños Ploteados
Una iniciativa valorable: ilustrar una cantidad de móviles con temas y personalidades de la ciudad y el país
Taxis Porteños Ploteados

La decisión se relaciona con la campaña internacional propuesta por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), para ayudar a promover conciencia sobre la necesidad de respetar las normas de tránsito y fue bautizada “Mayo Amarillo”.

Taxis Porteños Ploteados
Si bien los taxis y los autobuses existen en todas las ciudades del planeta, ambos transportes públicos en la Ciudad de Buenos Aires también comparten calles y pasajeros, pero con un origen común. Porque el colectivo es “hijo” del taxi. Cuando los automóviles comenzaron a desplazar los coches de plaza tirados por un caballo (mateos) como vehículos de alquiler, se habría registrado una sobreoferta de unidades que -se cuenta que fue el 28 de septiembre de 1928- impulsó a un grupo de taxistas a unirse en torno a un recorrido fijo con varios pasajeros, a un costo mucho menor al viaje individual: nacía el colectivo. Sin querer, los “tacheros” (llamados así probablemente por el reloj contador de fichas, cuyas primeras marcas conocidas fueron “Tacheau” y “Tachometer”) habían engendrado un competidor que con el paso del tiempo, también enviaría al baúl de los recuerdos al hermano mayor de todo el transporte urbano: el tranvía.

En pocos años el tranvía a caballo derivó en el eléctrico: aquel que según los asombrados vecinos “andaba solo”. Con el crecimiento exponencial de población también los taxis (simples automóviles llamados al principio “coches a nafta”, para diferenciarlos de los coches de tracción a sangre) comenzaron a pisar fuerte en las calles de Buenos Aires y gracias al ingenio porteño muchos taxis se transformaron en colectivos. Ante el éxito del novedoso transporte, algunos fabricantes de carrocerías diseñaron el “microómnibus”; versión criolla ágil y pequeña de los enormes ómnibus importados que llegaban del exterior; entonces la ciudad vio sus calles poblarse de tranvías, ómnibus, taxis y colectivos. Desde 1913 el subte surcaba las entrañas de la Reina del Plata, llevándose una buena cuota de pasajeros y mucho más adelante, desembarcaron los trolebuses, cuyo reinado fue corto: algo más de una década.

El taxi vio la decadencia del tranvía y el trolebús hasta la desaparición de ambos; pero imposible superar al coloso que corría bajo tierra, ya que con interrupciones, los rieles del subte siguieron expandiéndose en todas direcciones; sin olvidar el Premetro, un tranvía reinventado que desde 1987 recorre un tramo de la zona oeste de CABA.

No obstante las recurrentes crisis económicas con sus picos de altas y bajas, también se hicieron sentir en los “tachos”, ya que hubo épocas en que los propietarios renovaban con frecuencia los modelos de sus autos y no pocos, poseían varias unidades que les garantizaron un buen pasar.

“Pienso qué sería de ésta gente si no tuvieran los tres taxis que seis peones -uno de ellos el ciervo- pasean por las calles de Buenos Aires durante las veinticuatro horas del día” (1).

Si bien ésta frase corresponde a una obra de ficción, es un fiel retrato de la buena inversión que representaba tener un taxi, cuando no existían empresas de radio – taxis, aplicaciones, remises y otros inventos de la globalización, sumados al achique del negocio en nuestro país.

Los memoriosos que cargan con unas cuantas décadas en su haber, recuerdan que los taxis no siempre fueron amarillos y negros. Al principio no se exigía un color determinado, bastaba con la habilitación y el reloj taxímetro. En calles con tránsito denso, se hacía difícil identificar un “tacho” en medio de la marea automotor; salvo por la “banderita” alzada que advertía que estaba “libre”. El problema se agravaba en días de lluvia cuando conseguir un taxi era una odisea, pese a que en los años de gloria, circulaban más de treinta y siete mil unidades. Las transferencias de matrículas costaban fortunas.

En 1966 la Comuna porteña ordenó que todos los taxis de su jurisdicción debían pintarse de amarillo (techo y parantes) y el resto negro. Hasta entonces predominaban los coches negros, como el legendario “Taxi de la Cordialidad”; un Chevrolet “51” con un acrílico luminoso en el techo que lo identificaba y en el asiento posterior servido en unas alforjas, el pasajero tenía para usar en el viaje un cepillo para sus zapatos, caramelos, un diario del día y otras pequeñas atenciones. De más está decir que jamás le faltaron pasajeros (ni útiles de las alforjas) y fueron pocos los días que tuvo que “yirar” a la pesca de pasajeros, ya que todos querían viajar en él. Hoy diríamos que era una excelente estrategia de marketing.

La popularidad del taxi en aquellos años, se reflejó en el éxito de la tira televisiva “Rolando Rivas Taxista”, protagonizada por Claudio García Satur y elenco.

El permanente rodar de los “tachos” por las calles porteñas, los convierten en consultorios psicoterapéuticos ambulantes; son testigos y reporteros involuntarios de mil sucesos cotidianos y motivo de encuentro con los colegas del gremio en boliches y paradas.

Pero en octubre de 2024 el gobierno de la Ciudad tomó una iniciativa valorable: ilustrar una cantidad de móviles con temas y personalidades de la ciudad y el país.

Los vehículos fueron intervenidos por artistas de renombre como Marta Minujín, Darío Rego y otros y el ploteo ocupa puertas traseras, laterales y baúl. La temática va de Diego Maradona a René Favaloro, de Sandro a la Guerra de Malvinas, sumando además una larga lista de imágenes muy variadas que exceden la cultura urbana para abarcar cuestiones humanas universales.

La decisión se relaciona con la campaña internacional propuesta por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), para ayudar a promover conciencia sobre la necesidad de respetar las normas de tránsito y fue bautizada “Mayo Amarillo”.

El Ejecutivo porteño adhirió a ese movimiento que a nuestros taxis les otorga un toque diferencial; son murales rodantes que transforman el espacio público en un escenario en el que la obra “va” al espectador.

En la actualidad circula más de un centenar de autos ploteados y el emprendimiento cuenta con la simpatía de los viandantes y usuarios. Además de romper la monotonía visual del negro y amarillo, el estallido de colores sumado al talento de los artistas intervinientes, es un saludable contraste con el azul uniforme obligado (salvo el frente) de las unidades de las treinta y una líneas de colectivos que circulan en la Capital, bajo control del gobierno porteño.

1) Asís Jorge – “Quiero Retruco”, Cuentos Completos – Ed. Sudamericana – Buenos Aires

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