La enseñanza es como una planta, este ser vivo tiene el instinto de vivir (querer aprender), el docente solo ayuda a que ese instinto se cumpla. Si la planta no quiere vivir (el alumno no quiere aprender), nada puede hacer el jardinero (docente).
¿Realmente Existe la Enseñanza? Redefiniendo el Concepto
«Puedes llevar al caballo al agua, pero no puedes obligarlo a beber».
Esta frase encierra una verdad profunda y controvertida sobre la educación, aunque muchos docentes y aun mas los padres de familia no acepten. La enseñanza, entendida como el acto de transferir conocimiento, ‘habilidades y valores guiando y facilitando el aprendizaje, puede ser un espejismo si no encuentra un eco en la voluntad del que aprende; es decir que una de las características más importantes de la enseñanza es bilateral, «si el aprendiz no quiere aprender, ni Dios bajado a la tierra podrá». Es verdad que el docente debe tener la habilidad de motivar y manejar la didáctica, para crear un ambiente académico, pero existe una línea que ni el mejor de los docentes puede cruzar: la voluntad del alumno.
La historia y la cultura nos llenan de reflexiones que apoyan esta idea, porque son realidades observadas durante siglos, por ejemplo: Un proverbio popular dice «El que no quiere ser enseñado, no se puede enseñar», la pasividad o el rechazo se convierten en un muro imposible de pasar por el docente; otra frase de Francisco Mora sentencia: «Solo se puede aprender aquello que se ama», afirmando que la motivación intrínseca es requisito fundamental para el aprendizaje.
Otra frase anónima gráfica: «Puedo darte la llave, pero no puedo abrir la puerta por ti»; el docente puede proporcionar las herramientas, los recursos y los métodos, que serían la llave, pero la acción misma de abrir la puerta o abrir el conocimiento, es un acto personal y privado únicamente del alumno.
Lo mencionado, también es respaldada por la ciencia. La psicología educativa y la neurociencia han abordado este fenómeno de manera formal con varias teorías, entre ellas, la Teoría de la Autodeterminación por Edward Deci y Richard Ryan (1985), señalan que para que una persona esté motivada para aprender, necesita satisfacer tres necesidades psicológicas básicas: autonomía, competencia y vinculación social. Un docente debe fomentar un ambiente que satisfaga estas necesidades, pero no puede inyectarlas en el alumno; es decir no puede obligar, sería como dar un medicamento a la fuerza a un paciente, lo cual hasta puede ser contraproducente. La decisión final de conectar con el estudio y esforzarse por comprenderlo recae única y solamente en el alumno.
Por otro lado, la Teoría de la Carga Cognitiva de John Sweller (1988) explica que nuestra atención es limitada, como un espacio de trabajo mental. Si un alumno no quiere aprender, su mente está ocupada resistiéndose o desconectándose. Eso llena su «espacio mental» y no queda capacidad para procesar información nueva. En otras palabras, la falta de voluntad actúa como un bloqueo que impide que el conocimiento entre, sin importar lo bien que puede explicar un docente.
Si el aprendizaje depende tanto del aprendiz, ¿la enseñanza existe?
No, la enseñanza no existe como un acto de «llenado» de conocimiento. No es un proceso unidireccional, no se puede enseñar en un cerebro que se resiste, forzar a alguien a aprender es como forzarlo a dormir. Por lo tanto, LA ENSEÑANZA ES UN MITO.
Pero como en todo concepto y acción, nada es absoluto. La enseñanza existe y además es fundamental, cuando se la entiende como el arte de crear las condiciones para el descubrimiento, un acto de guía, de provocación, de inspiración, de facilitación, crear un ambiente donde equivocarse es parte del aprendizaje y para encender el foquito de la curiosidad con una pregunta poderosa, un problema relevante o simplemente un gesto amistoso que otorga confianza.
Por lo tanto, cuando un alumno llega con una pequeña curiosidad y con una mínima voluntad de intentarlo, y se encuentra con un docente indiferente o que menosprecia su esfuerzo, está perdido. Ese docente está bloqueando cualquier posibilidad de aprendizaje futuro y disminuyendo a su ser del alumno, lo cual es profundamente negativo en muchos aspectos.
La enseñanza es como una planta, este ser vivo tiene el instinto de vivir (querer aprender), el docente solo ayuda a que ese instinto se cumpla. Si la planta no quiere vivir (el alumno no quiere aprender), nada puede hacer el jardinero (docente).
Entonces, cambia el acto como el concepto de la enseñanza, en este caso ya no sería transmisión de conocimiento seria: LA ENSEÑANZA ES GUIAR A QUIEN MUESTRA DISPOSICIÓN INICIAL A APRENDER. SIN ESTA BASE, EL PROCESO EDUCATIVO NO SE INICIA.