Nos olvidamos con el Síndrome del Impostor cómo empezamos a caminar y obviamos que el éxito y fracaso es la cara de la misma moneda, así como lo bueno y malo, lo feo y lo bonito, la paz y el tormento. SÓLO NOSOTROS PODEMOS ESCOGER CUÁL LADO ALIMENTAR…
Por qué Minimizamos Nuestros Logros
¿Por qué minimizamos nuestros logros? En algún momento de nuestras vidas hemos pensado que nuestros logros fueron por suerte y no así por nuestras verdaderas habilidades o por el esfuerzo que hemos depositado en ellos, estas podían haber sido por tiempos largos, o a veces circunstanciales por sucesos que nos hicieron sentir menos. El nombre exacto de este fenómeno psicológico se llama el “Síndrome del impostor”.
El “Síndrome del impostor”, es una experiencia subjetiva de duda percibida sobre las propias capacidades y logros en comparación con los demás, a pesar de la evidencia que sugiera lo contrario, no es una patología, ni una enfermedad y mucho menos anomalías en la función mental, son netamente ambientales y del entorno.
Las causas son muchas, pero yo lo resumiría en dos partes; 1) familiar y 2) social. Muchas veces de niños hemos recibido críticas porque no nos pudimos desenvolver bien en alguna tarea o nos equivocamos al hablar, también recibimos comparaciones con nuestros hermanos u otros niños, o caso contrario nuestros tutores fueron exigentes al punto que el un error era sobredimensionado, pues bien todas estas conductas se posesionaron en nosotros también como conductas, absorbidas por nuestra mente y ahora tenemos baja autoestima, miedo al fracaso, somos perfeccionistas, autocríticos severos, entre otros.
Por otro lado, la parte social juega e influye con características que también nos apropiamos porque somos parte de esa cultura y educación, algunos sinónimos que influyen para que en algún momento suframos del impostor es tener dinero significado de éxito, ser competente y seguro es otro de los factores sin olvidar estereotipos de género, donde las féminas en su condición de mujer deben esforzarse más, pero tampoco los varones quedan excepto de este comportamiento.
En nuestra mente se van formando nuestros temibles enemigos, se llaman pensamientos distorsionados que son propios del síndrome del impostor, estos son:
Desde una perspectiva evolutiva, se señala que el cerebro reaccionaba en estado de hiperalerta a los errores para evitarlos en el futuro en situaciones de peligro. Sin embargo, en el contexto moderno, este «alarma» falla y se activa constantemente sin una amenaza real, causando un enorme desgaste psicológico.
Expertos como Clance e Imes (1978), Carol Dweck (2006), Kristin Neff (2003), Xiao y Porto (2017), nos dictan sugerencias para tomarlos en cuenta:
Si nada nos resulta bien, se debe acudir donde un profesional.
Nuestra mente puede ser nuestro aliado, pero en otras ocasiones nos puede jugar una mala pasada, pero podemos controlarlo. Un niño para caminar se cae miles de veces y al final no solo camina, corre; el hombre o mujer que admiramos también ha fracasado miles de veces, pero no solo obtuvo éxito también fama y tu admiración. Nos olvidamos con el Síndrome del Impostor cómo empezamos a caminar y obviamos que el éxito y fracaso es la cara de la misma moneda, así como lo bueno y malo, lo feo y lo bonito, la paz y el tormento. SÓLO NOSOTROS PODEMOS ESCOGER CUÁL LADO ALIMENTAR…