Piedra Libre
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Braden o Perón y la Nueva Argentina
En caso que Perón accediera a sus requerimientos, Estados Unidos no se opondría a su candidatura presidencial
Braden o Perón y la Nueva Argentina

El argentino habría contestado que “A ese precio, prefiero ser el más oscuro y desconocido de los argentinos, porque no quiero y disculpen la expresión, llegar a ser popular en ninguna parte por haber sido un hijo de puta en mi país”

Braden o Perón y la Nueva Argentina
El 19 de mayo de 1945 llega a nuestro país procedente de Chile, el diplomático y empresario estadounidense Spruille Braden. Al hombre nacido en 1894 en el Estado de Montana (EE.UU.) que en varias regiones todavía era pleno Far West, las crónicas y fotografías de la época lo describen en general con ésta imagen: “Braden era un toro física y temperamentalmente, y usaba las tácticas de un toro, tratando a los objetos de sus prejuicios con cargas ciegas precedidas por una buena polvareda que levantaba con sus patas” (1).

Tuvo varios destinos diplomáticos en América Latina: en 1933 participó en la VII Conferencia Panamericana de Montevideo, intervino en las negociaciones de paz entre Bolivia y Paraguay, fue embajador en Colombia y luego en Cuba.

Su familia era la principal accionista de la empresa Braden Kennecott Copper Company, una importante minera radicada en el país vecino.

Su arribo a Buenos Aires se debió a que fue designado embajador del país del Norte en nuestra tierra, terminada la suspensión de relaciones diplomáticas que Estados Unidos emprendió contra nuestro país, como castigo a la neutralidad argentina en la Segunda Guerra Mundial. En aquella decisión arrastró a buena parte del continente.

La próxima derrota de Alemania y Japón, aceleró la convocatoria de Estados Unidos a los países del continente para la Conferencia de Chapultepec (México) en febrero – mayo de 1945, mientras los dos últimos países del Eje (Alemania y Japón) seguían luchando. Nuestro país había roto relaciones con esas naciones un año antes (lo que ayudó a la caída del presidente de facto Pablo Ramírez) y la reunión de Chapultepec puso como condición a la Argentina para poder participar, la declaración de guerra a aquellos países y otras medidas de orden interno.

En febrero del mismo año, se reunían “Los Tres Grandes”: Roosevelt, Stalin y Churchill en la conferencia de Yalta (URSS). Allí los dos primeros decidieron el destino del mundo para los próximos cincuenta años, y Argentina estaba en la zona de influencia norteamericana.

Chapultepec fue preparatoria para la Conferencia de San Francisco que meses después daría origen a la Organización de las Naciones Unidas (ONU), dirigida por los principales vencedores del conflicto, los que pese a su disputa estratégica global sabían que el holocausto nuclear se llevaría puesto a todo el planeta.

En Argentina el abandono de la neutralidad cuando la guerra estaba finalizando, generó disputas en el frente militar, alejó al nacionalismo más duro y sobre todo, alentó a los aliadófilos y a toda la oposición al gobierno de facto (que en 1943 terminó con un régimen fraudulento y corrupto) a redoblar esfuerzos para derrocarlo. Gobernaban el país, el general Edelmiro Farrell y su vicepresidente el coronel Juan Domingo Perón.

Si bien el marco internacional fue determinante en la política interna, la cuestión de fondo fueron las medidas de orden social y económico impulsadas por el coronel Perón, quien detentaba la vicepresidencia de la Nación, el Ministerio de Guerra (Ejército) y la Secretaría de Trabajo y Previsión. Desde éste último organismo el funcionario generó decenas de convenios laborales, aumentos de salarios, vacaciones pagas y jubilación para todos los rubros (antes eran pocos gremios que accedían a esos beneficios), entre otras medidas inéditas.

Los intereses económicos afectados representados por la Sociedad Rural Argentina, Unión Industrial Argentina, Cámara de Comercio y otras entidades patronales y la postura ideológica de la mayoría de los partidos políticos tradicionales: UCR, Socialista, Comunista, Demoprogresista y conservadores, generó una curiosa alianza qué levantado el Estado de Sitio y la veda partidaria, conforman más adelante la Unión Democrática, con apoyo activo de la embajada estadounidense en primer término.

En abril falleció el presidente estadounidense Franklin Delano Roosevelt y su sucesor, Harry Truman endurece la postura frente a los uniformados de Buenos Aires.

La llegada de Braden se produce en ese contexto. Debido al boicot aliado a la Argentina, hasta entonces la embajada yanky estuvo a cargo del Encargado de Negocios Edward Reed y el 1° de junio Braden y Perón se ven por primera vez en la Casa Rosada. El embajador habría planteado al Hombre Fuerte del gobierno una serie de reclamos: libertad de varios presos políticos y el destino de bienes alemanes incautados por el Estado Argentino, entre otras demandas. Perón estuvo de acuerdo, pero mientras tanto la temperatura política aumentaba, teniendo en cuenta que el ministro del Interior Hortensio Quijano (radical, futuro compañero de fórmula presidencial del coronel) prometió elecciones a corto plazo.

Hubo nuevos encuentros protocolares entre ambos contrincantes, pero se atribuye a Perón el relato de la reunión que provocó el estallido. En esa visita el diplomático habría insistido con sus pedidos anteriores, incluyendo también el reclamo de concesiones a empresas aéreas norteamericanas. En caso que Perón accediera a sus requerimientos, Estados Unidos no se opondría a su candidatura presidencial.

El argentino habría contestado que “A ese precio, prefiero ser el más oscuro y desconocido de los argentinos, porque no quiero y disculpen la expresión, llegar a ser popular en ninguna parte por haber sido un hijo de puta en mi país” (2). Así lo habría comentado Perón a un auditorio militar el 7 de agosto de 1945.

Lo cierto es que durante agosto y septiembre el embajador violando las normas más elementales de la diplomacia, se reunió con opositores políticos, militares y eclesiásticos, además de hacer declaraciones criticando abiertamente al gobierno argentino. El hombre se saltó una regla básica que es la no intromisión (al menos pública), en los asuntos internos del país que lo recibe.

Por esos días hubo un accidente en la mina chilena de los Braden que provocó la muerte de más de cuatrocientos trabajadores, golpeando fuertemente la imagen del diplomático. Pero entre la agitación callejera generada por sectores antigubernamentales y quienes defendían al gobierno, el embajador es convocado desde Washington para hacerse cargo de la Subsecretaría de Asuntos Latinoamericanos; un área estratégica para seguir hostigando al gobierno de facto e impedir la previsible candidatura de Perón en las cercanas elecciones presidenciales.

Fiel a su estilo, Braden se despidió de sus amigos argentinos con una amenaza velada: “La voz de la libertad se hace oír en esta tierra y no creo que nadie logre ahogarla (…). ¡La oiré yo, en Washington, con la misma claridad que en Buenos Aires!” (3).

A su vez, el embajador inglés David Kelly seguía de cerca los movimientos del impulsivo americano, ya que los intereses británicos en nuestro país eran cuantiosos, pero el Reino Unido en su condición de “socio menor” de la Gran Alianza (EE.UU. – URSS) no estaba en situación de entrometerse en el camino de Braden. Londres veía claramente el avance imparable de su principal aliado, en América Latina.

El reemplazante de Braden en Buenos Aires, George Messerschmitt, intentó suavizar la relación con el gobierno argentino, pero Braden desde Washington movía los hilos de la intriga y la oposición criolla no daba tregua; a las patronales ante todo les preocupaba los avances de los derechos laborales y a su vez los partidos políticos seguían agitando la acusación de “nazi” al gobierno y reclamando elecciones.

El 19 de septiembre una gigantesca marcha llamada de la Constitución y la Libertad movilizó a todo el arco partidario (desde conservadores hasta comunistas) con el apoyo del empresariado y a su vez el jefe de Campo de Mayo, general Ávalos, exigió al presidente Farrell el desplazamiento del coronel Perón de todos sus cargos, lo que se cumple el 9 de octubre.

“Todo esto es obra del tanito Sabattini, que lo ha catequizado a este boludo de Ávalos para hacerme la revolución” (4). Se habría quejado Perón ante Evita y algunos íntimos. El “tanito” es Amadeo Sabattini, dirigente radical cordobés.

Al otro día el renunciado coronel se despide de los trabajadores en un acto masivo ante la Secretaría de Trabajo y Previsión, que se transmite por radio a todo el país. Ante el inesperado giro que tomaba el asunto, el día 13 Perón es detenido y enviado a la isla Martín García. Los empresarios incumplen compromisos laborales, la CGT se reúne el día 16 de octubre y declaró paro general para el 18, en defensa de las conquistas logradas pero sin mencionar a Perón. Los trabajadores adelantan la medida de fuerza y el 17 de octubre ganan la calle; pacíficamente obtienen la libertad de su líder y dan vuelta la historia.

El naciente peronismo con la fórmula Juan Perón – Hortensio Quijano se organiza en torno al flamante Partido Laborista, UCR Junta Renovadora y otros sectores afines; su consigna, “Braden o Perón”. La oposición se agrupa en la Unión Democrática y sus candidatos son José Tamborini y Enrique Mosca, (UCR). Las elecciones son convocadas para el 24 de febrero de 1946 y días antes, Washington lanza un libelo titulado Libro Azul, en el que denuncia presuntos vínculos del gobierno de facto del que Perón fue parte, con los países del Eje. Siempre se sospechó que Braden no fue ajeno a esa grosera maniobra a horas de las elecciones. Perón responde con el Libro Azul y Blanco desmintiendo esas afirmaciones y a su vez, desnuda la intervención norteamericana en la política argentina; en particular, durante la gestión de Braden en nuestro país.También desde el prólogo, acusa explícitamente al ex embajador de ser el autor del Libro Azul.

El resto es un final conocido. Ganó Perón en comicios cuya transparencia fue reconocida hasta por los derrotados y comenzaba otra etapa, la que el ya General llamó Nueva Argentina, basada en un proyecto integral de Nación.

Perón falleció en Buenos Aires el 1° de julio de 1974. Braden en su país cuatro años más tarde.

Interpretar el rol histórico que les cupo a cada protagonista, corre por cuenta de cada uno.

1) Carlos Escudé – La Declinación Argentina (Citado por Norberto Galasso – Perón – Tomo I – Ed. Colihue – Bs. As. – 2011.-
2) El Peronismo – Carlos Pérez Editor – Bs.As. 1969 – (Norberto Galasso – Ibidem).
3) Félix Luna – Historia Argentina – Hyspamérica de Argentina S.A. y Ed. Sarmiento – Bs.As. – 1992.-

4) Hugo Gambini – El 17 de Octubre – CEAL – Bs. As. – 1971.-

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