A esta moda no fue ajena al tango en donde se plasmaron variadas vicisitudes en maravillosas letras. Simboliza de alguna manera el triunfo de nuestro tango. Por algo, muchos artistas se inspiraron en dicho país para componer sus obras.
El Tango en Francia
El “furor parisino” se ve reflejado a principios del siglo XX con la aparición en Buenos Aires de “cabarutes” como el Royal Pigall, Chantecler, Armenonville entre otros. Los viajes de los artistas plásticos que tenían a parís como la meca del arte. Las películas alusivas a esa moda con aquellos que viajan a París y se quedan “anclados” o vuelven vencidos a la casita de sus viejos.
Sin olvidar la aristocracia ya que en esos días era una realidad para los argentinos acomodados que viajaban a Europa en barco con la vaca atada, para tener siempre a mano leche fresca. Claro que, además de la vaca, con ellos viajaban criados, personal de servicio, animales domésticos y, por supuesto, todo lo necesario para pasar largas temporadas en el viejo Continente.
A esta moda no fue ajena al tango en donde se plasmaron variadas vicisitudes en maravillosas letras. Simboliza de alguna manera el triunfo de nuestro tango. Por algo, muchos artistas se inspiraron en dicho país para componer obras que reflejaron la vida, las penurias y los milagros de todos aquellos que intentaron la aventura de triunfar. Como el propio Canaro.
En 1924, José González Castillo escribió “Griseta”, con música de Enrique Pedro Delfino. La estrenó el tenor Raúl Laborde en el teatro Sarmiento. El título es la traslación al castellano de la palabra francesa grisette, que quiere decir obrera, modistilla.
Griseta
Mezcla rara de Museta y de Mimí
con caricias de Rodolfo y de Schaunard,
era la flor de París
que un sueño de novela trajo al arrabal…
Y en el loco divagar del cabaret,
al arrullo de algún tango compadrón,
alentaba una ilusión:
soñaba con Des Grieux,
quería ser Manón.
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Más la fría sordidez del arrabal.
agostando la pureza de su fe,
sin hallar a su Duval,
secó su corazón lo mismo que un muguet.
Y una noche de champán y de cocó,
al arrullo funeral de un bandoneón,
pobrecita, se durmió,
lo mismo que Mimí,
lo mismo que Manón.
Tango – 1924
Música: Enrique Delfino
Letra: José González Castillo
Un año después, el bandoneonista José Antonio Scarpino, con su hermano Alejandro y Juan Caldarella, compusieron su obra cumbre: “Canaro en Paris”. Eran los tiempos de “Francesita” (“Soy francesita, boulevardera”), de Alberto Vaccarezza y Enrique Delfino, o de “Francia”, de Juan Caruso y Samuel Castriota
Francesita
Soy francesita «boulevardera»,
tiene mi escudo la flor de lys.
En alas vine de una quimera,
soy francesita, soy de París.
Con mi silueta nerviosa y fina,
con mis brillantes y mi toilette
me ven las chicas de la Argentina
y de mí dicen… yo no sé qué.
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Con mis viejitos feliz soñaba
allá en un barrio, cerca de Lyon
pero el ingrato que tanto amaba
le dio a otra femme su corazón.
Partió con ella y enloquecida
seguí sus pasos desde París
más perdí el rumbo y anclé mi vida
bajo las noches de este país.
Tango – 1923
Música: Enrique Delfino
Letra: Alberto Vaccarezza
Enrique Cadícamo y Guillermo Barbieri, compusieron en 1931 “Anclao en París”, grabada por Gardel el 28 de mayo en Paris.
Anclao en París
Tirao por la vida de errante bohemio
estoy, Buenos Aires, anclao en París.
Cubierto de males, bandeado de apremio,
te evoco desde este lejano país.
Contemplo la nieve que cae blandamente
desde mi ventana, que da al bulevar
las luces rojizas, con tono muriente,
parecen pupilas de extraño mirar.
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¡Cómo habrá cambiado tu calle Corrientes..!
¡Suipacha, Esmeralda, tu mismo arrabal..!
Alguien me ha contado que estás floreciente
y un juego de calles se da en diagonal…
¡No sabes las ganas que tengo de verte!
Aquí estoy varado, sin plata y sin fe…
¡Quién sabe una noche me encane la muerte
y, chau Buenos Aires, no te vuelva a ver!
Tango – 1931
Música: Guillermo Barbieri
Letra: Enrique Cadícamo
Un año después, Cesar Lenzi y Manuel Pizzarro recurrieron a un barrio tradicional de Paris para crear “Noches de Montmartre”.
Noches de Montmartre
Muñequita de lujo, labios pintados,
silueta dibujada con gran chiqué,
bajo un foco de avisos iluminados
Montmartre es luz, es cocktails, torre’e Babel,
abismo del otario, puerto del vivo,
vidriera de los vicios y mostrador
donde se cambia el oro por las mentiras
y se compra al contado el falso amor.
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Jazz-band y balalaikas y bandoneones…
Mil besos… Mil mujeres… El carnaval
del mundo todo el año con sus pasiones
desata aquí, en Montmartre, su bacanal…
En tanto que en la oscura calle desierta,
recostada en la puerta de algún bistró,
Mimí, con hambre y frío, recuerda el viejo
romántico Montmartre que ayer pasó.
Tango – 1932
Música: Manuel Pizarro
Letra: Carlos Lenzi
“Madame Ivonne”- de Enrique Cadicamo y Eduardo Pereyra- fue la última grabación de Gardel en Buenos Aires, el 6 de noviembre de 1933.
Madame Ivonne
Mamuasel Ivonne era una pebeta
que en el barrio posta de viejo Montmartre,
con su pinta brava de alegre griseta
animó la fiesta de Les Quatre Arts.
Era la papusa del barrio latino
que supo a los puntos del verso inspirar…
Pero fue que un día llego un argentino
y a la francesita la hizo suspirar.
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Han pasado diez años que zarpó de Francia,
Mamuasel Ivonne hoy solo es Madam…
La que va a ver que todo quedó en la distancia
con ojos muy tristes bebe su champán.
Ya no es la papusa del Barrio Latino,
ya no es la mistonga florcita de lis,
ya nada le queda… Ni aquel argentino
que entre tango y mate la alzó de París
Tango – 1933
Música: Eduardo Pereyra
Letra: Enrique Cadícamo
El atractivo que ejerció la ciudad de París sobre poetas y músicos argentinos fue notorio. Además, sus mujeres idealizadas a la distancia, el argentino que enamora a una francesita y la muerte irremediable de ella, fueron signos de una temática que perduró con los años. Como “La que Murió en Paris”, de Héctor Pedro Blonberg y Enrique Maciel.
La que Murió en París
Yo sé que aún te acuerdas del barrio perdido,
de aquel Buenos Aires que nos vio partir,
que en tus labios fríos aún tiemblan los tangos
que en París cantabas antes de morir.
La lluvia de otoño mojó los castaños,
pero ya no estabas en el bulevar…
Muchachita criolla de los ojos negros,
tus labios dormidos ya no han de cantar.
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Me hablabas del barrio que ya no verías,
de nuestros amores y de un carnaval…
Y yo te miraba… París y la nieve
te estaban matando, flor de mi arrabal.
Y así una noche te fuiste
por el frío bulevar,
como un tango viejo y triste
que ya nadie ha de cantar.
Siempre te están esperando
allá en el barrio feliz,
pero siempre está nevando
sobre tu sueño, en París.
Tango – 1930
Música: Enrique Maciel
Letra: Héctor Blomberg
O “Mimí Pinson”, de José Rótulo y Aquiles Roggero. En 1968, fue grabada por Roberto Goyeneche acompañado por la Orquesta Típica Porteña, dirigida por el bandoneonista Raúl Garello.
Mimí Pinsón
Un día más,
un año más,
que estoy perdido en la neblina…
En esa niebla de la noche parisina
que te alejaste para nunca retornar.
Yo te llamé,
Mimí Pinsón,
porque tu afán de ser coqueta
te fue arrastrando al igual que la Griseta,
y el mismo mal, y su final
te castigó.
…………………
Un año más
que tú no estás,
y nuevamente la neblina
trae recuerdos de mis noches parisinas,
y en el recuerdo, nuevamente, vuelves tú…
Estás en mí,
te vuelvo a ver…
Y en mis delirios de poeta
beso tus manos y el manojo de violetas…
¡Igual que ayer, igual que hoy
y siempre igual!
Tango
Música: Aquiles Roggero
Letra: José Rótulo
El magnetismo es tan grande que el mejor símbolo es el nombre de un tango de Homero y Virgilio Expósito: “Siempre París”.
Siempre París
No fue Mimí, ni fue Manón,
fue una muchacha sin canción.
Cuando murió en mis manos
ya era un paisaje muerto,
¡pueblo de pantanos
sin caminos y sin puertos!
Y atrás de un tul, siempre París
vendiendo azul lo gris.
El boulevard prieto de sol
y para amar, alcohol.
Y la navaja del jornal
-un dólar tal más tierno que
el mouguet-,
y el agua baja del percal
y astral del cabaret.
Y así el pernod y el strip tis
– medio cocotte y actriz-
y los barbudos sin razón,
¡y el mal de Koch, París!
Siempre París para soñar…
Siempre París para morir…
Siempre París para rodar…
¡Sin ser Manón ni ser Mimí!
Tango
Música: Virgilio Expósito
Letra: Homero Expósito