Serie Fantástica
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“Gulka en el Aire” Capítulo 6 de 9
Revelaciones: Capítulo seis de la novela corta, nivola, o historia desmedida realizada a cuatro manos, por Ana Caliyuri y Cristian Cano
“Gulka en el Aire” Capítulo 6 de 9

Capítulo 6

No hay salida, hay que estar atento a todo y a todos. El café frío es un asco. Mejor me lo tomo de un sorbo, ufff, falta mucho todavía. A casa no voy a volver, el misterio está acá.  La pésima costumbre de escribir a mano. Plena era de Júpiter y yo con la birome a pedal. Bueno, la posibilidad de ser creativo es como el bordado a mano. ¿Por qué habré heredado esta lapicera? La maledetta lluvia dejó inservibles algunos escritos. Será por alguna recóndita razón. No tienen que estar y punto. Mejor sigo, lo prometido es deuda y no quiero que haya duda alguna acerca de mi perfecta inmediatez.

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Revelaciones

Garnier, el ayudante de Fansi Carlon, comenzó a hablar un idioma extraño.

Avis, la original, reconoció ese idioma que, de tanto en tanto, se convertía en sonidos guturales. Es el idioma “tamil”, dijo segura. Es antiguo. Muy antiguo.

El doctor Carlon la miró asombrado y preguntó:

—¿Y qué está diciendo mi ayudante en idioma “tamil”?

Avis se sintió cómoda dentro de su burbuja bondadosa, y se enraizó nuevamente con el idioma primero de la humanidad, para responderle con precisión.

 —Su ayudante nos está saludando con un “hola”. Ingresamos al tiempo lumínico de este evento. Prepárese, doctor, para escucharlo.

நன்றிNandri —balbuceó Garnier.

Avis no se asombró, y apuró la explicación:

—Todos los tiempos tienen su origen, y un primer idioma. Garnier está diciendo gracias en idioma tamil. La información está contenida en el agujero telepático, que no es otra cosa que la luz que emana el corazón de la humanidad, hechoapalabra. Lo contrario sería el “sin sentido” existencial.

Fansi Carlon  se alzó de la silla de grafito y con la palma de la mano acarició el rostro de Garnier: lo hizo desde el asombro y con cadencia. La piel del ayudante parecía la de un lagarto. ¿Qué es esto del tiempo? ¿Cómo es este contraste entre el rostro de Garnier y el mío? se preguntó el científico.

                                 …………………………..

Fansi Carlon, arrodillado, sostiene con sus manos la nuca de Garnier. Trata de despertarlo. Lo hace con cuidado, no quiere lastimarlo. No logra sacarlo de ese estado onírico. La impotencia se apodera de los dedos del científico. Clava las uñas en el piso. Los mosaicos blancos ceden para dar lugar a la tierra que se abre en surcos. Unos terrones se sueltan.  Toma un puñado de tierra roja, roja como la sangre. Podría ser el dueño de Garnier, pero afloja los dedos y la tierra cae.

Avis observa sin intervenir, rodeada de haces de luces, en compañía de Lenab, su amigo, quien se proyecta inmenso y hacia el cielo.

De repente, es la lejanía en los objetos, en las personas.  Es el arrasar del viento entrando por la ventaba que intenta borrar todo lo acontecido. Fansi Carlon mira a su alrededor y dice:

— Este mundo actual se va a desintegrar, asegura mirándose la mano. Los dedos ahora eran diferentes. Conozco otras realidades, pequeñas realidades que son como la cáscara de una nuez. He estado en otras que ni siquiera pude entender. Puede que nunca las entienda. No niego que si hubiese podido estudiarlas quizás mi rumbo podría haber sido otro, pero bueno, acá estamos en el intento de encontrar una revelación temporal.

Garnier permanecía en el suelo con la cara sucia de tierra y la boca abierta, pero sin emitir ningún sonido.

Fansi Carlon seguía hablando como si no pudiese detener su lengua.

—¿Qué van a hacer? Sé qué tengo mala fama, y en algún momento van a desconfiar de mí. Me niego a seguir avanzando a ciegas.  Bajen del limbo de una buena vez. Te lo digo a vos, Avis. A vos, Lenab. Bájense de esa marea de luz. La idea de lo ideal es una bandera con muchos adeptos. Yo mismo de joven me sentí empujado por esos ideales, pero me doy cuenta de que algo subyace en todo eso que no tiene rumbo ni explicación. Tienen que despertar al mundo real, y espero que sea así. De lo contrario vamos a desaparecer en el limbo cósmico. Yo estoy dispuesto a conquistar una nueva realidad. Pero no lo voy a hacer. No quiero terminar como Gulka , nómade y eterno, o como Matt Nokris siendo un proyecto sin destino.

Cuando los presentes escucharon se dieron cuenta de que en algún espacio límbico u onírico estaban todos, en pleno experimento. Y todos incluía a Gulka, Matt, Fansi, Avis, Garnier y Lenab

                                             ………………………………….

Avis, por primera vez, miró a Gulka con detalle, parecía un muñeco. Funcional de momento. Tuvo la sensación de que mutaría en otra cosa, siempre teniendo como causa la creación.

Lenab, por su parte, observó la postura de Matt Nokris, rígido como una estatua negruzca que aguanta la erosión del viento,  pero a sabiendas que jamás cobrará vida hasta hallar la mano humana que lo descubra.

Fansi Carlon, visiblemente perturbado, continuó con su oratoria:

—Avis, Lenab, ustedes saben de qué hablo. Vamos a darle sustancia a todo esto.  Prometo plantarme acá y pelear para que nada malo suceda. Sé que ustedes van a hacer lo mismo. El mundo de donde vienen, así lo propone. Lamento lo que le pasa a Matt, está muriendo, su piel de grafito no fue suficiente para tener un lugar en el mundo de los vivos. Tendremos que revivirlo en otra realidad, en algún otro tiempo, va a saber cúando. Lamento también lo de Garnier , ya nadie entenderá qué dice, por hablar una lengua desconocida. Será olvidado, es inexorable.

Lenab se acercó a Fansi Carlon y lo miró a los ojos. Puso la mano en el hombro del científico como una franca señal de acompañamiento. Apretó los labios para no decir inconveniencias. Y otra vez la lejanía: esa extrañeza inalcanzable que vive en la palabra horizonte. 

—Si queremos salvar este mundo vamos a tener que encontrar la forma de evitar que la información se filtre —dijo el científico—. Lograr credibilidad, darle sustancia a todo lo que nos rodea. Usar a nuestro favor el conocimiento, es la única manera. Vamos a tener que convivir pacíficamente y no pisar ni por casualidad el camino del caos lumínico.

Sin embargo, en el mundo de los hologramas, no todo está controlado. Un pequeño ser de bigote corto, porte erecto y brazo extendido irrumpió en la sala para saludar a otro esperpento, flaco, alto y de bigote prolijo. Hablaron un idioma mistura: un poco alemán, un poco español.

Avis creyó morir. Hasta que supo de las ventajas de tener amigos cerca. Se tranquilizó.

Gulka tomó las manos de Fansi Carlon, y mirándolo a los ojos le ordenó destruir a los dos clones holográmicos.

— Son parte de lo inhumano. Hágalos cenizas ya mismo, doctor Carlon.

—¡Con que esas tenemos, Gulka! —respondió Fansi Carlon—. Así que para no enfrentarte a ellos preferís estar de mi lado.

—¡Jamás! —dijo emocionado Gulka—. No me convertiré en un científico frustrado como usted, ni voy a ser su ayudante por ahora. En este momento prefiero ser épico, poético, algo del mundo intangible que despierte el amor de los seres humanos.

—Gulka, deje de divagar —respondió Avis con fastidio—. Usted no es nada de eso.

Las risas por un instante fueron protagonistas.

—La señorita Avis cristalina, cree saber de qué está conformada mi esencialidad. —respondió Gulka, ofuscado—. No imaginás de qué estoy hecho.

La muchacha tomó coraje y prosiguió.

—No es que yo sepa mucho. Tiene razón, Gulka. Solo sé que hay que estar de un lado o del otro. Poco sabemos del mundo que nos rodea. Las palabras son solo eso, palabras, las ideas son algo más complejo y los conceptos merecen especial atención. Pero no hay que ir más allá del mundo de los titiriteros. Sépalo que ellos nos podrían dejar sin existencia con un solo rayón.

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Fansi Carlon extrajo un cigarro de su bolsillo y ante la mirada incrédula de Gulka, comenzó a lanzar bocanadas de aire húmedo. Luego, se sentó. Estiró la espalda y acomodó las piernas hacia delante apoyándolas en un pequeño banco. Pasados unos minutos, con voz dulce,  dijo:

—Me bajan los conocimientos, soy y no soy Yo.

—De eso se trata, doctor Carlon —dijo Avis, con evidentes signos de emoción—,de comprender que hay mundos que no manejamos.

En ese instante una onda Theta de máxima pureza nació del cerebro de Avis y se perdió entre los anillos de Júpiter.

—¿Y yo? ¿Ustedes creen que no estoy inmerso en varios mundos? Si quisiese podría volverme el dueño de cualquiera de esos mundos, revivirlos o eliminarlos a mi antojo— dijo con soberbia Gulka

El doctor Carlon lo escuchó y sintió deseos de convertirse en héroe. Sin mediar una palabra apretó el cuerpo de Gulka. Para asombro de todos, del lomo de Gulka nacieron por lo menos cinco lenguas distintas que hablaban entre sí. El doctor Carlon tomó un bisturí.

—Podrás cortarme las lenguas —gritó Gulka —pero, jamás podrás detener mis misterios.

Fansi Carlon desistió de mutilar a Gulka. Miró a Avis que, subida a un haz de luz, dijo , lentamente, dándole peso a cada palabra:

—Desde que el mundo es mundo, unos se quieren apoderar de otros, con distintas estrategias. La finalidad es coartar la libertad del pensamiento.

—Ya lo sabes Avis —respondió preocupado el doctor Carlon—. El futuro de la Tierra será muy difícil si no encontramos una forma de comunicación más fluida que las palabras. Todos entraremos en un caos menor, en mundos paralelos. Será confundido con la locura, con la esquizofrenia, más precisamente. Como le pasó a Garnier que por meterse donde no debía ahora habla el “tamil” que ya nadie usa, está perdido. También Gulka estará perdido si continúa visitando otros universos sin formar parte de ninguno. Es hora de hacer algo más serio.

El sopor se apoderó de todos. Luego, lo onírico dio paso a lo avasallante. El pensamiento en libertad, sin reglas ni nada que romper, la conciencia en estado líquido.

—¿Qué nos propone Carlon? —preguntó Avis.

—Bueno, señores —dijo Carlon— este tiempo es inadmisible. Ya no sé qué decirles para que se den cuenta. Nos atrapa la imagen. Nos atrapa. Y por lo que veo no vamos a hacer nada. Vamos a quedarnos acá parados a ver cómo aparecen animales coloridos, los vamos a ver caminar y pastar en las praderas, llanuras de agua que seguramente aparecerán. Y no niego eso. No estoy en contra de eso. Sí, me niego a quedarme acá, en este bucle del no tiempo y hablar de lo que nos esperaría. Eso sí, ojalá este mundo dure lo que tendría que durar, en eso seguro que  estamos todos de acuerdo. Ojalá hubiese podido hacer otras cosas. Así sabría ahora cómo hacerles entender que necesitamos de la acción, del movimiento. Miren a ese individuo que está ahí tirado en el suelo con la boca tapada de tierra. Inerte. Es un muñeco. Ya lo dije, lamento lo que le pasó, y lamento habérmelo encontrado en la entrada del instituto. Creo que se estaba yendo a su casa. Estaba trabajando y salió tarde de su oficina. Y podría haber salido antes. Bueno, las cosas son así. A no ser que me demuestren lo contrario y los pueda ayudar. Si no nos apuramos la inacción de la imagen y el orden de los acontecimientos espacio-temporales que subyacen, se van a venir abajo. Recuerden que estamos acá por un motivo, y hablo de un motivo poderoso. Filosófico. Diría que Existencial. Ojo, que puedo estar equivocado. Y todo lo contrario podría pasar. El mundo podría perecer.

—No sé qué decirle doctor, sinceramente creo que hay titiriteros que han escuchado a Gulka y usted lejos de ser un científico de renombre ha comenzado a parecerse a un “loco”.

—No quiero hablar por nadie —respondió Fansi Carlon—. Es que ya sé lo que va a pasar. Y no me gusta. No me gusta para nada quedarme en la imagen de un sueño repetitivo, encerrado para siempre. Las ideas son poderosas. Nosotros somos solamente herramientas de las ideas. Van a estar de acuerdo con eso. Voy a hacer lo siguiente —continuó Fansi—Espero que sea lo mejor para todos nosotros y para esta realidad. Le vamos a meter un poco de acción al asunto. Veamos qué pasa.

Avis buscó apoyo en Lenab que ya estaba nuevamente en las alturas, jugando con las sombras. Entonces, pensó en pedirle ayuda a Matt Nokris, el robot, pero él estaba fuera de juego mirando el piso de cerca y a la espera de la titiritera.

Avis creyó pertinente darle ayuda a Garnier. Pobre Garnier,. El ayudante del científico, poco a poco, fue cambiando su fisonomía, los pies y la nariz se habían convertido en puntas afiladas.  ¿Qué hacer o qué no hacer? Lo acomodó lo mejor que pudo y reparó en los ojos cerámicos de dura mirada y quebradiza vida.

Gulka los escrutó a todos en busca de algo más.

Avis explicó las bondades de las oscilaciones electromagnéticas y la forma de comunicación a través de ellas. Aunque todos pertenecían a distintos mundos, podrían comunicarse.

El científico sacó un dispositivo del bolsillo de su delantal y presionó un código secreto. Detrás de su figura, el ambiente se curvó y un haz de luz atravesó los cuerpos.  Un fulgor novedoso e inexplicable. Y de nuevo la sonrisa del científico, contento por el simple motivo del correcto funcionar del aparato. Un estado necesario cuando se está dispuesto a adentrarse en las irrealidades del cosmos. 

Avis observó el lugar en dónde estaba parado el doctor Carlon. A esa altura de los hechos, estaba sobre un montículo de luces; le recordó a una constelación. Faltaba gente. Gulka ya no estaba. Se sintió sola. Desamparada, como aquella primera mujer que habitó la estación espacial Yermin, allá por la cuarta centuria, después de la llegada de los Elegidos. Recordó la vestimenta de los Elegidos, seres altruistas, elevados, tanto que ni siquiera necesitaban de limbos o sueños para sobrevivir a sus propias existencias. Los visualizó desnudos, multicoloridos,  entidades de rango artístico que andaban por la bóveda celeste  mostrando sus intenciones a través de la síntesis de un arco iris eterno. Quiso desligarse de esos pensamientos, inspiró e exhaló confiada en el propio poder de síntesis. Un pensamiento fijo, solo uno: recorrer palabras hasta hallar la que convocaría a Gulka y de ese modo conquistar a la titiritera Ann.. No era un simple llamado, era un misterio más profundo.

Sintetizar pensamientos es relativamente fácil, se puede aprender, pero sintetizar emociones es diferente. Los Elegidos lo habían logrado. Avis sintió una punzada en su cuerpo frágil , satinado. No deseaba ser manipulada por nadie. Y menos por el doctor Carlon. Sabía muy bien que él proyectaba con maestría sus propios pensamientos, y eso confundiría el entorno. Podía enredar con atajos, laberintos y hojas ,las ideas más claras.

Avis sacudió su cabellera y se transportó a  una dimensión diferente.

                       ………………………………………….

Fansi Carlon visiblemente excitado, inyectó de ideas el lugar. Y empezó a decir que donde estaban parados habitaba un dios robótico, uno que sintetizaba todos los dogmas, todas las religiones, y que ese dios había evitado guerras y antinomias. 

Avis escuchaba con atención desde la muralla de la conciencia.  Tuvo la sensación de que había dialogado alguna vez con un robot incandescente que muchos tildaron de dios. Rememoró las frases profundas y divertidas que ese Espectrum galáctico le había enseñado.

Por un instante, sospechó que ese dios robótico era afín a Gulka y que los visitaría.

                                                        ……………………………….

Un viento proveniente de quién sabe dónde, ululó en los oídos de la muchacha. Luego, una voz densa y profunda que llegó desde lo profundo del Cosmos, la interrogó:

—¿Crees o no crees en mí, Avis? —dijo la voz, que no era otra voz que la del dios robótico.

El dios extendió la mano dura y fría que semejaba al brazo de Nokris, o de Garnier mismo, hasta del mismísimo Gulka cuando se tornaba distante.

Avis miró con ahínco a su alrededor. Nadie parecía acompañarla. Ni Lenab, ni  Carlon, ni siquiera los restos comprimidos de los robots. La compañía es cosa seria en esas dimensiones.

No se trata de estar, se trata de proyecciones del pensamiento que se extienden en otros tiempos y lugares para entrelazarse con otros del más allá y así encontrase con algún humano capaz de establecer una mínima relación.

Continúa con el Capítulo 7 mañana 08-12-23

Norishyi Ohrae

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