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San Claudio de la Colombiere
Claudio; escogido por Nuestro Señor para convertirse en difusor al culto al Sagrado Corazón de Jesús
San Claudio de la Colombiere

Un apóstol es un hombre elegido y mandado por Cristo a los fines de ser “pescadores de hombres”; es una persona que actúa como mensajero de Dios. 

La diferencia entre discípulo y apóstol es que el primero toma y sigue las enseñanzas del mesías y el segundo es portador de enseñanzas espirituales. “Todos los apóstoles son discípulos y no todos los discípulos son apóstoles”.

San Claudio de la Colombiere es uno de los doce santos que, en la Iglesia Católica, se llaman Claudio. Éste, además de ser el más moderno, ha sido el director espiritual de Santa Margarita María Alacoque, nada menos que la propagadora de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús…

Fue el tercer hijo de Margarita Coindat y del notario Beltrán La Colombière y nacido un 2 de febrero de 1641 en St. Symphorien, Delfinado (antigua provincia del sureste de Francia).

Se dedicó al estudio de la Retórica y la Filosofía en la ciudad francesa de Lyón. Y fue durante este postrero período que sintió el llamado a la vida religiosa en la Compañía de Jesús y alcanzar así la más alta perfección posible.

En 1665, con motivo de haber sido declarado santo San Francisco de Sales, le encomendaron al joven jesuita Claudio que hiciera un sermón ante las religiosas Salesas o de la Visitación y alusivo al nuevo santo. Y fue en esa ocasión que brillaron de manera sensacional sus cualidades de orador que las religiosas se quedaron entusiasmadas, deseando seguir escuchando sus palabras.

Habiendo sido elegido superior de la Casa de los Jesuitas en Paray-le-Monial (1674), el Padre de la Colombière se hace director espiritual de Santa Margarita María Alacoque, lo que hace de él un apóstol de la devoción del Sagrado Corazón de Jesús. Este año fue decisivo en su vida, dado que hizo la Tercera Probación y el Señor lo fue preparando a la misión que le tenía reservada.

En el año 1676 fue enviado a Inglaterra como predicador de quien sería Reina de Inglaterra, la Duquesa de York. Pero, y aún en dificultades, por medio de cartas consigue guiar a Santa Margarita.

Como consecuencia de la intensa actividad de trabajo desarrollada por Claudio, y el clima, su salud se vio afectada y se comenzaron a manifestar los primeros síntomas de una afección pulmonar, cosa ésta que no impidió que prosiguiera con su mismo plan de vida. Todos estos padecimientos fueron minando aún más su salubridad, empeorando progresivamente; y así, habiéndose ya agravado notablemente, el 15 de febrero de 1682, y como consecuencia de una fuerte hemotisis, su vida terrenal termina.

Sus escritos nos permiten seguir paso a paso las luchas, y por sobre todo triunfos, de su espíritu sensible a los atractivos humanos, pero muy generoso con Dios.

Sus principales trabajos comprenden Réflexions Pieuses, Méditations sur la Passion, Retraite et Lettres Spirituelles, fueron publicados bajo el título de Œuvres du R. P. Claude de la Colombière (Avignon, 1832; París, 1864).

El Papa Pío XI, un 16 de junio de 1929, beatifica a Claudio La Colombière quien, según Santa Margarita María Alacoque, su carisma “consistió en elevar las almas a Dios siguiendo el camino de amor misericordia que Cristo nos revela en el Evangelio”. Y en 1992, el Papa Juan Pablo II lo declaró Santo. La Iglesia Universal celebra su fiesta el día 15 de febrero.

*Acto de Confianza en Dios*

Esta es, sin duda, una de sus oraciones más bellas… Es la conclusión del discurso 682, que trata precisamente de la confianza en Dios (O.C. IV, p. 215).

Oración a San Claudio de la Colombiere…
Dios mío, estoy tan persuadido de que veláis sobre todos los que en Vos esperan y de que nada puede faltar a quien de Vos aguarda todas las cosas, que he resuelto vivir en adelante sin cuidado alguno, descargando sobre Vos todas mis inquietudes. Mas yo dormiré en paz y descansaré; porque Tú ¡Oh Señor! Y sólo Tú, has asegurado mi esperanza.

Los hombres pueden despojarme de los bienes y de la reputación; las enfermedades pueden quitarme las fuerzas y los medios de serviros; yo mismo puedo perder vuestra gracia por el pecado; pero no perderé mi esperanza; la conservaré hasta el último instante de mi vida y serán inútiles todos los esfuerzos de los demonios del infierno para arrancármela. Dormiré y descansaré en paz.

Que otros esperen su felicidad de su riqueza o de sus talentos; que se apoyen sobre la inocencia de su vida, o sobre el rigor de su penitencia, o sobre el número de sus buenas obras, o sobre el fervor de sus oraciones. En cuanto a mí, Señor, toda mi confianza es mi confianza misma. Porque Tú, Señor, solo Tú, has asegurado mi esperanza.

A nadie engañó esta confianza. Ninguno de los que han esperado en el Señor ha quedado frustrado en su confianza.

Por tanto, estoy seguro de que seré eternamente feliz, porque firmemente espero serlo y porque de Vos ¡oh Dios mío! Es de Quien lo espero. En Ti esperé, Señor, y jamás seré confundido.

Bien conozco ¡ah! Demasiado lo conozco, que soy frágil e inconstante; sé cuánto pueden las tentaciones contra la virtud más firme; he visto caer los astros del cielo y las columnas del firmamento; pero nada de esto puede aterrarme. Mientras mantenga firme mi esperanza, me conservaré a cubierto de todas las calamidades; y estoy seguro de esperar siempre, porque espero igualmente esta invariable esperanza.

En fin, estoy seguro de que no puedo esperar con exceso de Vos y de que conseguiré todo lo que hubiere esperado de Vos. Así, espero que me sostendréis en las más rápidas y resbaladizas pendientes, que me fortaleceréis contra los más violentos asaltos y que haréis triunfar mi flaqueza sobre mis más formidables enemigos. Espero que me amaréis siempre y que yo os amaré sin interrupción; y para llevar de una vez toda mi esperanza tan lejos como puedo llevarla, os espero a Vos mismo de Vos mismo ¡oh Creador mío! Para el tiempo y para la eternidad. Así sea.

San Claudio de la Colombière Fue sacerdote francés de la Compañía de Jesús, muy ligado a Paray-le-Monial, una comuna francesa de la región de Borgoña donde, como se indicó, fue director espiritual de Santa Margarita María de Alacoque…  Ambos fueron los pioneros difusores de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús. Gran director de almas y predicador y, en vida, transcurrió completamente entregado a la causa del Evangelio. De hecho, quienes lean sus pensamientos se contagian de su amor a Dios, y del amor de Dios.

Ofrecimiento al Corazón de Jesucristo (de San Claudio)
“Adorable y amable Corazón de Jesús,
en reparación de tantos pecados e ingratitudes
y para evitar que yo caiga en tal desgracia,
te ofrezco mi corazón con todos los sentimientos de que es capaz
y me entrego todo a Ti.
Con la mayor sinceridad (al menos así lo espero)
desde este momento deseo olvidarme de mí mismo
y de cuanto pueda tener relación conmigo,

para eliminar todo obstáculo que pueda impedirme
entrar en tu Corazón divino que has tenido la bondad de abrirme
y en el que ansío entrar junto con tus servidores más fieles,
para vivir y morir invadido e inflamado por tu amor…

Sagrado Corazón de Jesús,
enséñame a olvidarme enteramente de mí,
ya que este es el único camino para entrar en Ti.

Y puesto que cuanto haré en adelante será tuyo,
haz que no realice nunca nada que no sea digno de Ti.

Enséñame qué debo hacer para llegar a la pureza de tu amor,
 del que me has infundido tan gran deseo.
Experimento una gran voluntad de complacerte,
pero al mismo tiempo me veo en la imposibilidad de realizarlo
sin tu luz especial y tu ayuda.

Cumple en mí tu voluntad incluso contra mi querer.
A Ti corresponde, Corazón divino de Jesús, cumplirlo todo en mí;
y de este modo, si llego a santo, tuya será la gloria de mi santificación.
Para mí esto es más claro que la luz del día,
pero para Ti será una magnífica gloria.
Solo para esto deseo la perfección. Amén.”

*La penitencia es una virtud que nos lleva a trabajar por eliminar de nuestra vida todo aquello que nos separa del amor de Dios y del amor al prójimo. No es un sentimiento, una experiencia emocional sino, más bien, un acto de la voluntad. Muchos confunden la penitencia exclusivamente con actos externos de expiación, sin embargo es toda una actitud interior.*

Desde la ciudad de Campana (Buenos Aires), recibe un Abrazo, y mi deseo que Dios te bendiga, te sonría y muestre su rostro, y derrame sobre ti, muchas bendiciones de Salud, Paz, Amor, y Prosperidad.
Claudio Valerio
®. Valerius

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