Corrían los primeros días de noviembre de 2005. La ciudad de Mar del Plata sería la sede del encuentro de mandatarios americanos conocido como Cumbre de las Américas, pero el tema excluyente más allá de la presencia de tantas figuras destacadas de la política continental, era la asistencia del presidente estadounidense George W. Bush.
La presencia del polémico jefe de estado, había obligado a las autoridades argentinas a extremar las medidas de seguridad ante el temor de que se registrara un atentado terrorista de envergadura. Tal prevención, motivó entre otras decisiones, la creación de una virtual zona de exclusión aérea sobre el área marplatense, una serie de círculos concéntricos en el barrio donde se desarrollaba la Cumbre, “filtrando” hasta los vecinos que debían circular con una credencial. Como corolario del plan preventivo, una escuadrilla de aviones de combate se encontraban alojados en la base aérea de Tandil manteniendo un estado de alerta máxima mientras se desarrollaba el encuentro, en disposición de sobrevolar la ciudad en minutos, ante la presencia de aeronaves no identificadas que hicieran presumir algún peligro.
Un esfuerzo adicional para las fuerzas de seguridad, engrosadas por efectivos trasladados desde distintos puntos del país y pertenecientes a diferentes fuerzas, lo constituía la Cumbre de los Pueblos, un evento contestatario que reunía representantes de organizaciones políticas y sociales de todo el continente y que sesionaría simultáneamente con la cumbre oficial, pero en el Estadio Mundialista de Mar del Plata. Decenas de miles de personas desfilaron durante el período que duró la Cumbre de los Pueblos, también llamada “Contracumbre”.
El encuentro popular, produjo documentos que se oponían a la constitución de la Asociación de Libre Comercio de las Américas (ALCA) y condenaban enfáticamente las políticas calificadas como “hegemónicas” que practicaría Estados Unidos. El blanco principal de aquellas críticas, fue el presidente norteamericano Bush, y el testimonio más durable de aquel repudio, lo constituyeron centenares de pintadas expresando el rechazo a esa presencia.
El último día del encuentro presidencial, fue fijado también por la “Contracumbre” para manifestarse contra el ALCA y Bush en particular. Mientras en Mar del Plata se desarrollaba una multitudinaria concentración que pretendía avanzar hacia el área restringida, a pesar del fuerte dispositivo policial que le cerraba el paso, paralelamente, en la ciudad de Buenos Aires ese 4 de noviembre, organizaciones sociales y políticas marcharon desde el Congreso Nacional hasta la Plaza de Mayo. El tradicional recorrido a lo largo de la Avenida de Mayo, fue escenario de la protesta que además de los clásicos estribillos, se caracterizó por las leyendas en aerosol estampadas en los edificios: “Fuera Bush”; “Fuera Bush de la Argentina”; “No al ALCA”.
Pero una vez finalizado el acto en Plaza de Mayo, algunos grupos desprendidos de la concentración agredieron locales de casas de comidas rápidas y bancos de origen norteamericano.
Algunas cabinas telefónicas también fueron blanco de la furia de los manifestantes que luego de los destrozos, mantuvieron refriegas con la policía en distintos puntos de la zona céntrica porteña. Se registraron algunas detenciones de presuntos participantes en los disturbios, que luego de ser identificados, recuperaron su libertad, a pesar de que siete de ellos fueron procesados por daños, intimidación pública y lesiones.
Recuperada la calma en el tradicional micro centro porteño, sólo quedaron las pintadas contra el presidente estadounidense, escritas en distintos tonos de rechazo.
Libro Pintadas Puntuales – Roberto Bongiorno – Ángel Pizzorno – Testimonios – 2020