Tango y Milonga
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El Rostro Inédito de Carlos Gardel
-¿Por qué no? Carlos ya no está y carece de familiares a quienes pueda herir el recuerdo de sus actos criticables
El Rostro Inédito de Carlos Gardel

El lector moderno muestra avidez por los libros biográficos. Conoce al grande hombre- escritor, estadística, artista o militar- por sus obras; pero él, individualmente, de puertas adentro, ¿cómo era? ¿Cómo se comportaba en la intimidad del hogar? ¿Cómo amaba? Acaban por mirarse con indiferencia las estatuas placeras y las chapas esquineras municipales, evocado machaconamente al ilustre antepasado. Ahora todos quieren, además, conocerlo en camiseta, saber cómo asumió la responsabilidad diaria del vivir.  ¿Y ello, por qué? ¿Por fisgoneo impertinente, por curiosidad ociosa? No cuando se ama o se admira de verdad a alguien, el deseo de acercarse a su corazón, de compartirlo todo con el surge espontáneamente, en especial tratándose de seres que han enriquecido nuestra mente o espíritu.

Caricatura de Sosa Cordero – Autografiada por Gardel

Conversando recientemente con un amigo acerca de los frecuentes homenajes recordatorias a Carlos Gardel, yo le comentaba:

-Hablan de sus extraordinarias condiciones de cantor. Si, en lo suyo, fue único. Ahora, de él, como persona, quienes lo conocieron solo dicen que era generoso y simpático, eludiendo, sin más, otras referencias. Podría completarse la información agregando que Carlitos habla tenido sus épocas de ladronzuelo, gigoló y jugador empedernido, y con ello tendríamos su figura completa.
-¡Pero eso no debe decirse!

-¿Por qué no? Carlos ya no está y carece de familiares a quienes pueda herir el recuerdo de sus actos criticables. ¿A que callar, entonces? Hubiera sido cruel enrostrarle a Cervantes, en vida, que siendo recaudador de impuestos, había estado preso varias veces por quedarse con parte de las cobranzas. Ahora ya no. ¡Pobre Cervantes! ¿Quién sabe que duras necesidades lo impulsaron a hurtar ese puñado de ducados? Comparado a los martinezdehoces y cacciatores de hogaño, ¿Qué podían significar sus deslices, si así puede llamárselos?
-Olvidemos eso, Benavente ha dicho: “El verdadero amor no es el que perdona nuestros defectos, sino el que los ignora.”

-Pero no se trata de perdonar, ni condenar ni ignorar los defectos. Los defectos están ahí a la vista, y no pueden ignorarse. Conociendolos, puede saberse si ellos obedecen a una fatalidad biológica u originados en las dichosas “circunstancias”. Apuntó Ortega y Gasset. “Yo soy yo y mis circunstancias, y si no las salvo a ellas no me salvo ya”. Hay quienes logran imponerse a las circunstancias adversas y salen airosos de la prueba. Otros, sucumben a ellas. Luego, al hombre que yerra sabremos justificarlo o no, según nuestro honrado sentir.

-Pero, ¿puede ponerse al desnudo, crudamente, la vida de un individuo? Bernard Shaw señalaba: “cuando leas una biografía, ten presente que la verdad nunca es publicable”.
-Una autobiografía puede, si, darnos la visión parcial de una existencia. Quien habla de sí mismo, si no puede omitir sus yerros, lo hará con mucha benevolencia y buscando justificaciones a fin de no verse colocado en la picota. Muchas veces lo hace para evitarle dolores a sus seres queridos. Es humano. Aquí hay que resignarse a escuchar medias verdades.

Sin embargo, hay tipos denodados, que no vacilan en mostrarse abiertamente, aunque vengan degollando. Benvenutto Cellini, el exquisito artífice del Renacimiento italiano, no se recataba de decir que había cometido varios asesinatos, crueldades y atropellos eróticos. Un verdadero desenfrenado. Por su parte, André Gide, Roger Peyrefitte, Webster Cory y otros literatos, describen en sus escritos, sin veladuras, su tendencia homosexual y la sostienen firmemente con argentinos. Estos siguen los consejos del Dante: “Segui il tuo corso, e lascia dir la gente”. “Non te curar di lei, ma guarda e pasa”.

Otros hay, como Benavente y García Lorca, que también eran homosexuales y viven manifiestamente su sentir, pero se cuidan de exponerlo en sus libros. Acaso lamentaran ese público ocultamiento, Lorca, en carta a un amigo, le expresa: “Todo me parece lamentable en mi poesía…encuentro en todo una dolorosa ausencia de mi propia y verdadera persona”. Tampoco Anatole France deseó entregarse  a las fieras publicando que a los sesenta años perseguía a las modistillas por las calles de Paris. En fin, nada dijo Ruber Dario de que era afecto al alcohol y a la morfina, vicios que lo llevarían prematuramente a la tumba.

Volviendo a Gardel. Allá por 1966, yo escribí un libreto titulado: Vida y canto de Carlos Gardel, que luego saldría al aire por la emisora “La voz de la Libertad”, de Córdoba. Poseía buena documentación sobre el cantor, el que había visto actuar en sus últimos tiempos, creo que en el teatro astral, de la calle Corrientes, y durante varios meses me ocupe de su trayectoria artística. Apenas rocé su vida privada, la censura importante me hubiera impedido entrar en detalles. Lo mitos son sagrados.

Gardel Aprende el Tango con Aurora Castro
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Adolescencia a la Deriva
En mi trabajo me limité a evocar lo que Gardel ya se conocía, pasando por alto los accidentes de su adolescencia, sin un padre o mentor a su lado que lo condujese, moviéndose a un medio como era el Mercado del Abasto y sus cafetines donde, entre buena gente de trabajo, había también muchos malandrines, punguistas y descuidistas. Esta ralea habría de influir en el, renuente a aprender un oficio, induciéndolo a la comisión de pillerías y a entrar en complicidades delictivas que más de una vez lo llevaron  a la comisaria. Se ha comentado que, aun pasada la adolescencia, sonsacaba dinero a quien podía, fuera hombre o mujer y, aun amando a su madre- lo demostraría más tarde-, aportaba muy poco para su manutención. Su íntimo amigo y excelente periodista Francisco García Jiménez, no puede menos que aludir, siquiera de paso, a estas lamentables circunstancias en su libro ”Vida de Carlos Gardel”, contaba por José Razzano. “Aprendió, dice, muchas cosas en su infancia y adolescencia, curtidas por los vibradores días y noches del centro. ¿Aprendió algo malo, también, arrastrado por el vértigo de amistades y correrías? Convengamos serenamente en que nadie se atrevería a situar en el borrón del delito las andanzas de mataperros del Lazarillo, o las de Rinconete y Cortadillo. Carlos Gardel, adolescente, travieso y libre, se dejó llevar muchas veces en las corrientes de pandillas volanderas y todo lo malo que hizo fue parecerse a los clásicos de la picaresca…”

Afortunadamente, esta triste etapa de su vida no se prolonga mucho más allá de la veintena, cuando ya asume su oficio de cantante y vive exclusivamente de su labor. Sin embargo… En el citado libre. Razzano cita una mala acción de Gardel, en los comienzos de su carrera, cuando integraba un cuarteto, junto a Razzano, Martino y Salinas y actuaban en cafetines de provincias. Realizan rifas en beneficio del conjunto  y un día el “Oriental” sorprende a Gardel tratando de apoderarse indebidamente de unos pesos de los compañeros.

-Che…-le reprocha-¿Nos estas matando?
-Callate…Los que van muertos son los otros. A vos te arreglo.

García Jiménez, condescendiente, comenta que al “Morocho” le había salido de adentro el personaje de la picaresca que siempre llevó entre pecho y espalda”

Otro hecho reprochable cometería tiempo después. En 1915, actúa en San Pablo Brasil, junto a Razzano, en la Compañía Rioplatense, de la que forma parte el actor Elías Alippi. Este guardaba celosamente en un bolsillo de su pantalón cinco libras esterlinas; lo advierte el “Zorzal”, que ocupa una habitación contigua en el mismo hotel, y una noche se levanta sigilosamente y se las sustrae.

Gardel en París con los Hermanos Torterolo, Famosos Jockeys Argentinos

Protestas y claras sospechas de Alippi sobre el cantor: pero nada logra comprobarse y la cosa queda ahí. Muchos años después, en el curso de una cena realizada en el restaurante Odeón entre ellos y Razzano, Gardel, riendo, le confiesa al “Flaco” su fechoría y este salta. “¡Ya decía yo!”

En mi época de libretista radial, en Córdoba, tuve oportunidad de conocer a Noda, que fuera compañero artístico de Agustín Magaldi, tenía su residencia veraniega a cinco cuadras de mi casa, en las sierras de Rio Ceballos. Durante una visita que le efectuara, Noda, ya de avanzada edad, me refirió algunas de las andanzas juveniles del “Zorzal”

-Era un compadrito simpático, atropellador y no muy sobrado de escrúpulos. Cierta vez, en un Café central, donde solíamos reunirnos los artistas, nos refirió, sonriendo, que tiempo atrás lo habían llevado preso a una comisaría y paso la noche en un calabozo junto a un homosexual. Agrego que pasaron cosas…

Fuera de su madre, ¿a quién amo Gardel en la vida? Todas sus relaciones sentimentales fueron efímeras y murió soltero. Deseaba más que amaba. Como el Tenorio, más que amar inspiraba amor. Marañón lo hubiera considerado un indiferenciado sexual. En la buena época muestra generoso con los amigos “secos” ayudando a muchos. Su pasión es el juego, especialmente las carreras de caballos, que le devoran todos los ingresos. Posee una casa por el Abasto y está hipotecada.

En resolución: organizó su vida artística magníficamente y vivió disparatadamente. ¿Qué siempre se le recordará su personalidad de cantor? ¡Claro, eternamente! “El genio no es una excusa para la inmortalidad, pero la inmortalidad no borra el genio”.
Nuevo País – Segunda Quincena de Julio de 1984 – Alfonso Rey

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