Al Pie de la Letra
Fecha de Publicación:
Los Rostros de la Verdad
Sábado 20 de agosto, a las 18.00 en la 17 Feria del Libro de Tandil - Sala Pedro Fuentes - Salón de los Espejos. Acompañará a la Autora: Gabriela Exilart
Los Rostros de la Verdad

Los Rostros de la Verdad
Novela
Autora: Ana Caliyuri
Publicado por Editorial UNICEN
Presentación: Sábado 20 de agosto, a las 18.00
En la 17 Feria del Libro de Tandil – Provincia de Buenos Aires
Sala Pedro Fuentes – Salón de los Espejos
Acompañará a la Autora: Gabriela Exilart

La docente jubilada, escritora, productora de radio y Tv que con el programa La Otra Mirada, en el 2002 recibiera el premio Martin Fierro del interior, Ana María Caliyuri, actualmente colaboradora en distintas columnas del portal cultural TestimoniosBA, presenta la novela Los Rostros de la Verdad, publicada por la Editorial UNICEN. Un thriller psicológico de su autoría, en donde ratifica la destreza y aguda percepción que posee en temáticas presentadas con una “fresca sutileza” y que con el tiempo carcome hasta los tuétanos nuestro paso existencial.

En una de sus máximas a los que nos tiene acostumbrado desliza “Nadie escapa a la naturaleza de sus propias vivencias, mas es posible desarrollar la resiliencia, dijese mi nonna: no hay mal que dure 100 años”

Argumento
La fábrica Linardi S.A es una empresa metalúrgica que había iniciado el inmigrante italiano, Francesco Linardi, en los años de postguerra (Segunda Guerra Mundial), a su muerte hereda la empresa su único hijo, Esteban, que abandona los estudios universitarios para hacerse cargo de la fábrica. Esteban, debido a los avatares socio económicos que atraviesa la Argentina y a las malas decisiones que toma es quien lleva a la quiebra de la empresa, muere infartado y su hijo mayor, Sebastián, debe hacerse cargo de la fábrica abandonando también los estudios de Filosofía y Letras. Sebastián tiene una relación amorosa con Clara Russo, estudiante universitaria, quien se ve involucrada en un manejo turbio realizado por la familia Linardi para salvarse de la pobreza. Clara busca la verdad convirtiéndose en una sagaz detective, pero ¿cuántas caras tiene una verdad?

Intriga y suspenso en una intensa trama donde entran en juego el amor, la lucha por no perder la fuente de trabajo de la ciudad, la confianza y desconfianza y el quiebre emocional. Toda la trama de la novela está atravesada por un tal Martín que altera, por momentos, la vida de los personajes y que es pieza de este thriller psicológico.

Fragmentos
Se subió al viejo Fiat que siempre dejaba estacionado frente a su casa y enfiló hacia la fábrica. Dio vuelta a la rotonda y en la segunda salida, tomó la ruta 45. Al momento de hacerlo, se percató del error cometido.

-¿A quién se le puede ocurrir venir por la ruta un día como hoy? A mí, sólo a mí, —dijo Malena en voz alta al divisar una columna de humo. Como si estuviese acompañada por alguien, siguió mascullando su rabia, hablando sola. — ¡Por qué mierda no agarré el camino vecinal! Yo sabía que “el Carancho” Juárez iba a hacer esto.

Y sí, “el Carancho” era la voz cantante, el mandamás natural de los trabajadores. Todos lo conocían por su determinación al momento de hacerse escuchar. Era respetado por sus compañeros, más que nada porque hacía las veces de vocero sindical, sin serlo. Se sospechaba que el delegado, “el Zorro” Martínez, estaba comprado por el dueño de la fábrica y recibía plata por debajo de la mesa a cambio de su escasa participación en el conflicto.

No hay nada peor sobre la tierra que asistir al cumplimiento de una premonición y fue eso lo que sucedió: el coche se detuvo en medio de la protesta, a pocos metros del portón de acceso a la fábrica. Tal como lo pensó minutos antes, hubiese sido mejor no haber ido a trabajar. El corazón se aceleró a cien, a doscientas pulsaciones por minuto. Sintió el golpeteo de los latidos en la espalda. La cara de Malena se puso roja. Los ojos parecían salirse de las órbitas. La primera intención fue bajarse del auto. Se contuvo al ver la fogata que habían hecho los trabajadores para mostrar su descontento. Y sí, el humo de los neumáticos encendidos le iba a irritar la boca, la garganta, la conjuntiva, por eso los manifestantes tenían pañuelos que tapaban gran parte de sus rostros. Por un instante, imaginó que se mimetizaban con el humo. Las siluetas se le antojaron similares a fantasmas que se dibujaban y desdibujaban en el aire. Claro que estaban bien lejos de ser espectros. Eran trabajadores angustiados que necesitaban llevar el sustento a sus hogares, pero no contaban con la fortuna de ser atendidos en sus reclamos.

Las miradas de indignación se dirigieron por un instante a Malena para que arrancase el auto de una buena vez y se fuera de ahí. Miradas frías, miradas de desencanto y pocas pulgas, como vulgarmente se dice. Temblorosa, insistió en encender el motor, pero el maldito auto no reaccionaba. La llave de arranque chorreaba sudor, el sudor que emanaba de su mano. Un grupo de manifestantes se iba aproximando cada vez más al destartalado Fiat. Como de casualidad, sin querer o queriendo, varias personas rodearon el vehículo. Malena se sintió intimidada. Por algo estaba ahí, bien lo dijo, hace siglos, el poeta Friedrich Schiller: “No existe la casualidad, y lo que se nos presenta como azar surge de las fuentes más profundas”. Quizá tendría algo importante que aprender y por eso se había quedado su auto, en medio del tumulto, entorpeciendo el paso, distrayendo la atención de los periodistas de Sierra del Viento que hacía poco habían llegado para interiorizarse sobre el corte de ruta y las protestas.

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