Las pintadas que aparecieron en la Capital Federal y algunas ciudades del Conurbano a principios de l996, repudiaban a la actriz Madonna y exaltaban la figura de Evita.
Semejante asociación, tenía que ver con que la diva encarnaría el papel protagónico en el polémico film “Evita”, del director inglés Alan Parker.
Debido a algunos antecedentes y comentarios previos de los responsables de la obra, la opinión pública argentina preveía que el tema sería tratado al menos, con un buen porcentaje de desinformación.
“Respetamos la libertad de expresión, pero no las adaptaciones mentirosas y malintencionadas” de la Historia; enunciaba el Grupo en Memoria de Evita de Lanús.
“Evita Vive – Fuera Madonna”, proclamaban muchas paredes de La Boca, Constitución y La Matanza.
Se sucedían las declaraciones de repudio de un sinnúmero de entidades peronistas y las críticas al gobierno nacional (presidido por Carlos Menem), por haber autorizado parte del rodaje en la Plaza de Mayo y en particular en el célebre balcón de la Casa Rosada; tan cara a la liturgia justicialista.
El joven actor español Antonio Banderas en el rol del General Perón no era asimilable para quienes aspiraban seguramente, a una obra apologética de quien fue definida a su muerte en l952, como “Jefa espiritual de la Nación”.
Pero más allá de éstas manifestaciones de sesgo ideológico, de amor a la verdad histórica o de prejuicio político, hubo otra multitud silenciosa que movilizó la Evita de Alan Parker: eran los que vieron en la película, una posibilidad de trabajo.
En el barrio de Once, la empresa alquiló un pasillo y un palier durante dos días, para realizar el “casting”.
La mayoría de los postulantes era gente sin vínculos con el mundo del cine, pero se acercaron tentados por la oferta de U$S 30 diarios por siete horas de trabajo.
Los muy jóvenes y los jubilados, eran rechazados automáticamente.
Tampoco desanimó a la larga fila de aspirantes, algunos de los requisitos excluyentes para algunos papeles: los hombres debían hablar algo de inglés, saber montar a caballo y llevar el pelo corto; presumiblemente para actuar de policías de los años 40.
Las mujeres, sólo se aceptaría aquellas de pelo largo y negro o castaño oscuro.
Los rubios y pelirrojos, debían invariablemente abstenerse.
Curiosa visión étnica de la Argentina la de Alan Parker, si tenemos en cuenta la enorme influencia que el caudal “gringo” tuvo en la conformación de nuestro pueblo.
Pero “Evita” se filmó y se estrenó en Buenos Aires y otras capitales, sin mayores problemas.