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Star Wars: Una Nueva Esperanza
EL ORIGEN DEL FENÓMENO — DISPONIBLE EN DISNEY +
Star Wars: Una Nueva Esperanza

El día de ayer, 4 de mayo, se celebró en todo el mundo el día de Star Wars. Se eligió esta fecha porque, en las películas, los caballeros Jedi tienen una frase característica: Que la Fuerza te acompañe, o en el idioma original May the Force be with you. Entonces, también en inglés, May the Fourth be with you comparte una similitud cacofónica, aunque la traducción en español —Que el 4 de mayo te acompañe— no tenga ningún sentido para nosotros.

Los millones de fanáticos alrededor del globo esperan esta fecha para reunirse en comiquerías, en plazas o eventos organizados especialmente para compartir la pasión que los une, a menudo caracterizados como sus personajes favoritos. Incluso existe una religión oficial, la Jedi, que en Inglaterra solamente cuenta con casi cincuenta mil personas afiliadas.

Las celebraciones, que se iniciaron oficialmente en el 2011, no existirían si en 1977 George Lucas no le hubiera regalado al mundo la primera entrega de Star Wars, rebautizada posteriormente Una Nueva Esperanza. Aquel proyecto surgido de una frustrado intento de adaptar al popular héroe de ciencia ficción Flash Gordon cambió el panorama cinematográfico para siempre, construyendo el modelo de blockbusters o gigantes de taquilla y convirtiéndose en un plano maestro en el cual se basarían la mayoría de las franquicias más importantes, no sólo en el plano cinematográfico sino en el manejo del marketing, uno de los cimientos de la increíble fortuna del creador.

La historia, a esta altura, es un cuento de la cultura popular que conoce la mayoría. Incluso aquellos que jamás vieron nada relacionado al universo de La Guerra de las Galaxias reconocen algún personaje como Darth Vader, Luke Skywalker, la Princesa Leia o Chewbacca. Poca gente no sabe lo que es un sable de luz, y Yoda es un rostro familiar que trasciende el mundo que lo vio nacer.

Este tipo de logro cultural no es inédito pero tampoco algo habitual.

La estructura de esta película seminal es sencilla: el futuro héroe, Luke Skywalker, lleva una vida ordinaria en el desértico planeta Tatooine bajo el cuidado de sus tíos. Algo en su interior le dice que le espera un futuro más prominente, el llamado a la aventura está en constante proceso de ebullición en su interior, y explotará cuando se tope con dos androides —R2-D2 y C-3PO— y descubra el mensaje oculto de la Princesa Leia para el caballero Jedi Obi-Wan Kenobi. Luke lo relaciona con el viejo Ben Kenobi, un misterioso anciano que merodea los poblados y que, en secreto, ha cuidado del muchacho.

Una vez que encuentre al hombre, quien se convertirá en su maestro, Luke se sumergirá en una guerra intergaláctica, que implicará el rescate de la Princesa, el primer encuentro con el temible Darth Vader, y la unión con un curioso dúo de cazarrecompensas que serán claves en la batalla final en la imposible Estrella de la Muerte: Han Solo y su compañero Chewbacca, quienes pondrán a disposición el Halcón Milenario, una de las naves espaciales más icónicas de la historia del cine.

Star Wars: Una Nueva Esperanza fue el comienzo de una saga que se expandiría por todo tipo de medios, desde series televisivas, novelas, historietas, juguetes, videojuegos… los fans codician cualquier cosa que tenga el logo de la franquicia.

El plan de George Lucas, director y escritor de la primera entrega y productor de las dos siguientes, quería contar su épica espacial de forma cronológica, con el origen de Darth Vader primero, relatando la caída de la Orden Jedi y el surgimiento del Imperio Galáctico a manos del siniestro Emperador Palpatine.

Esto constituiría la primer trilogía, pero en su momento las limitaciones de presupuesto y la carencia de efectos especiales acordes a las ambiciones del joven director lo obligaron a empezar por el medio de la historia.

Entonces, dividió la narración central (el segundo acto de su proyecto de nueve films) y decidió arrancar con un conjunto de héroes arquetípicos nuevos, para que el público pudiera disfrutar con una historia autocontenida que, al menos, garantizara al espectador una experiencia completa sin la necesidad de secuelas en el caso que fuera un fracaso.

Una Nueva Esperanza probó ser cualquier cosa menos un fracaso.

Con los números ajustados a la inflación estadounidense actual, y contando el re-estreno en 1997, Star Wars: Una Nueva Esperanza recaudó dos billones y medio de dólares.

Las secuelas no se hicieron esperar y George Lucas junto a su empresa LucasFilms concentraron sus esfuerzos no sólo en ampliar el universo sino en construir empresas satélites para empujar el desarrollo tecnológico que le permitiera llevar a cabo su visión macro con bombos y platillos. Así nació la compañía THX especializada en el diseño de sonido, que llevó la experiencia sonora del espectador a un nuevo nivel y hoy es un estándar de calidad en la industria. Lucas también fue responsable de Industrial Light & Magic (ILM) pionera en efectos especiales y responsables de las maravillas técnicas que inventaron para Star Wars, revolucionando en el proceso la forma de hacer cine de género, otorgándole a los directores herramientas inéditas para plasmar las historias fantásticas que quisieran.

Star Wars también cambió para siempre la industria del merchandising a escala global. Desde 1977 en adelante cualquier estudio cinematográfico con pretensiones de crear franquicias deben pensar en un modelo macro-económico que contemple no sólo las películas sino líneas de juguetes, ediciones para coleccionistas en el formato físico de moda (DVD, Blu-Ray, etc.), ropa de todo tipo, apariciones hasta el hartazgo de los protagonistas en cuanto medio de comunicación exista. Los estrenos “de verano” pasaron a ser eventos multitudinarios, colmados de fanáticos. Si Alfred Hitchcock consiguió que la gente entre a ver sus películas desde el inicio con Psicosis —antes era habitual que el público entrara en las salas en cualquier momento— a George Lucas se le puede atribuir el nacimiento de la película-evento.

Infinidad de directores a lo largo y ancho del planeta han citado a Star Wars como influencia en el rumbo de sus carreras. Los cineastas más taquilleros de las décadas subsiguientes fueron niños en 1977 que se toparon en el cine con un universo distinto, nuevo pese a que tiene lugar hace mucho tiempo, en una galaxia lejana, repleto de imágenes sofisticadas teñidas de un realismo paradójico. Aquel mundo de naves espaciales, criaturas extraterrestres llamativas y armas láser se sentía cercano, “usado”, habitado.

Nada era impoluto, cada objeto parecía guardar una historia. Las mentes hambrientas de creatividad encontraron un oasis de inspiración, las semillas de futuros éxitos de taquilla y diversos fenómenos culturales.

Star Wars: Una Nueva Esperanza no es una película más, nunca lo fue y jamás podrá bajarse del justo podio que le toca ocupar. Si bien algunos intelectuales han intentado achacarle el decaimiento de films más “inteligentes” que no pudieron competir ante el poderío económico de las superproducciones, George Lucas tan sólo siguió su sueño, lo hizo realidad y lo elevó a potencias imposibles para la época. El cine industrial creció y parió a la era del blockbuster, y los films independientes, de autor o producciones menores siguen vigentes, estrenando films todo el tiempo.

Muchísimos actores han conseguido saltar a la fama en sagas como Star Wars o similares, y pasaron a proyectos más pequeños o personales sin perder la identidad como artista por el mero hecho de haber sido parte de una franquicia exitosa.

Miles de empleados en diferentes departamentos que forman parte de la cadena de producción de una superproducción tienen trabajo gracias a las necesidades tecnológicas y de logística inherentes a la magnitud de estos proyectos.

Estos son algunos ejemplos de cómo Star Wars inició en 1977 una serie de cambios paradigmáticos dentro de una industria que vive mutando para adaptarse a las necesidades del público. En la actualidad el universo de Star Wars brilla en Disney +, en donde series como The Mandalorian o El Libro de Boba Fett volvieron a las raíces del fenómeno y contentaron a la mayoría de los fanáticos tras la accidentada última trilogía cinematográfica.

A fin de mes se estrenará en Disney + la serie Obi-Wan Kenobi, uno de los proyectos ambientados en el universo Star Wars más solicitados y anticipados por los fanáticos. Muchas otras series se están gestando en distintos estadios de producción. Los juguetes siguen vendiéndose como pan caliente. Las novelas se siguen publicando. Las historietas continúan poblando las bateas de las comiquerías. Los fanáticos se multiplican año a año y colman las convenciones con los coloridos disfraces, repitiendo frases inmortales de la franquicia, y sobre todo, divirtiéndose.

Absolutamente nada de este universo ficticio rico, vasto, que trascendió la ficción para instalarse en el inconsciente colectivo existiría si George Lucas no hubiera luchado contra viento y marea a mediados de la década del ´70 para contar un cuento que le quitaba el sueño.

Star Wars: Una Nueva Esperanza es una experiencia cinematográfica impactante, es un hito artístico, una revolución cultural, un sismo en la cultura popular cuyas réplicas no cesan. Es de esas películas que, por lo menos, hay que ver una vez en la vida.

Que la Fuerza los acompañe, lectores, siempre.

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