Disparo al Blanco
No hay mucho para perder, tampoco para ganar, me digo, desde el anonimato. ¿A qué debería apuntar? ¿A quién o quiénes? ¿Desde cuál ángulo? ¿A qué altura estará la entrada directa al corazón? ¿Podré salir del laberinto? ¿Cuántos caerán a la vez?
Solo necesito simular que ahí no estoy. Una buena estrategia es concertar una cita con otro u otros y mencionarlos antes del disparo final. Si es posible decir que, alguna vez, ellos dijeron lo que nunca dijeron, pero que alguien dijo que lo escuchó de buena fuente.
Por centésima vez trato de que no se note mi presencia. Estoy yendo de polizón en este viaje, hormiguea en mi testa todo lo que no comprendo y también el arma. Algunos dicen que es mejor recortada, otros opinan que es mejor de un buen calibre para que el disparo final sea certero. El calibre veintidós no me gusta porque el veintidós es el loco/a y yo soy bien cuerda, no haré locuras, o sí. Casi se me escapa el tiro antes de elegir el blanco. Todos lo son: esa masa informe humana, esos fragmentos que componen un todo que no alcanzo a divisar, ese final tan singular.
Es tiempo, es hora. Ya estoy lista. No creo en la mano alzada, prefiero manejarme con lo de última generación, aunque cueste trabajo.
Es un todo complejo. Lo tengo en la mira, no quiero que sepa de mi autocrítica ni siquiera de mis trances, tampoco de mis porfías. Los dolores mutan y una lágrima es todo lo que tengo entre estas puras líneas que derraman historias que me tienen y no, de protagonista. Y ahí está, como yo, en el anonimato. Disparo al blanco. No hay mucho para perder, tampoco para ganar, me digo. Sonrío, siempre me hace feliz este proceso. Hecho ya el trabajo, gestiono un nombre, un título y al finalizar el disparo en el archivo word, siempre es lo mismo: la sangre es de tinta. Después, todo es nebulosa, hasta un nuevo blanco que se apodere de mi sangre viva.
Ana Caliyuri
Antología “Alas de la Imaginación V”
Autores Destacados 2020
Sociedad de Escritores Regionales (La Plata, Brandsen, etc)